Amaia
Caminaba por el jardín, deleitándome con la suave brisa nocturna y la mágica luz de la luna que bañaba cada rincón. La hermosa luz de la luna iluminaba cada rincón, bañando las flores y los árboles con un resplandor mágico. Las flores parecían cobrar vida propia, desplegando sus colores y fragancias en un espectáculo digno de admiración. Era un lugar realmente hermoso, lleno de encanto y misterio.
Cada paso que daba, sentía cómo la serenidad del lugar me envolvía, susurrándome secretos antiguos y despertando mi curiosidad.
Mientras admiraba la belleza que me rodeaba, mis pensamientos se dirigieron hacia él, hacia el playboy que me había dejado intrigada con sus palabras en aquel día. Sentía curiosidad por saber qué había detrás de esas frases enigmáticas, qué escondían en su interior.
Mis pensamientos se perdían entre la belleza que me rodeaba cuando, de repente, mis ojos se encontraron con los del playboy, aquel hombre que había despertado mi muchísimos sentimientos desde el momento en que lo conocí.
Giré sobre mis pies, buscando su mirada. Sus ojos, oscuros y profundos, se encontraron con los míos, y sentí una corriente eléctrica recorriendo mi cuerpo. Me armé de valor y pronuncié aquellas palabras que habían estado resonando en mi mente durante días.
Esta noche sentía la necesidad de confrontarlo, de entender la razón detrás de sus palabras en ese día que aún resonaban en mi mente.
Con valentía, giré sobre mis pies y lo miré fijamente a los ojos. Quería saber, necesitaba saber, el porqué de su peculiar forma de expresarse, de sus palabras que habían dejado una huella en mi alma. Mi voz resonó en el aire tranquilo mientras le hablaba directamente.
Con determinación mire al playboy a los ojos y dije.
-Quiero saber el porqué de tus palabras ese día.
Él me observó por un instante, sus labios curvándose en una leve sonrisa. Parecía sorprendido por mi pregunta, pero no se mostró reacio a responder. Se acercó lentamente hacia mí, como si quisiera asegurarse de que nuestras palabras quedaran en secreto entre los dos.
-Amaia, cada palabra que dije aquel día es porque verdaderamente te extrañé. Me sentí el hombre más idiota en este mundo tras recobrar la conciencia de las palabras que te dije ese día. - susurró, sus ojos transmitiendo una mezcla de sinceridad y deseo-. -Desde que te conocí tu belleza, tanto la que se encuentra en el exterior como la que habita en tu interior, me dejó sin palabras. Quería expresar lo que sentía, pero no quería ceder ante tu padre. Por eso dije esa idioteces.
»-¿Quieres decir que gustas de mi? -pregunte mirándolo totalmente incredula.
Por mi mente nunca había pasado pensar en que él playboy, Duncan Salvatierra sintiera algo por mi.
-Desde que te conocí me gustaste. Pero fui un maldito idiota al decirte esas palabras.. lo siento Amaia. Lo siento.
Mis mejillas se colorearon ligeramente ante sus palabras. No esperaba una respuesta tan sincera y directa. Su confesión me tomó por sorpresa, pero también despertó algo en mí, una chispa de emoción y atracción.
-No sabía que podías ser tan elocuente -respondí, con una sonrisa tímida.
Él soltó una risa suave y acarició mi mejilla con ternura.
-Eres experta en arruinar momentos Amaia Montero.
Asentí con la cabeza y posterior a esto el playboy se acercó todavía más a mí.
»-Hoy delante de este cielo estrellado. Te quiero pedir perdón por dañarte Amaia, perdoname por todas esas palabras que salieron de mis labios -dijo tocando mi rostro. -Cuando te deje marchar, prometí aprender de mis errores y crecer como persona, pero lastimosamente no puede hacerlo. En vez de convertirme en una mejor persona, me convertí en el más promiscuo de la ciudad, en el playboy. Ya nadie me conocía como Duncan Salvatierra, el empresario. Porque tenía la maldita familia de ser un rompe corazones que solo le importaba follar para tratar de sacar el vacío que tenía en mi. El vacío que dejaste..
-Cuando te dejé marchar, maldición. Sentí cómo un nudo en mi pecho se apretaba y mi corazón se llenaba de una mezcla agria de tristeza. Aunque me dolía verte alejarte, sabía que era lo mejor porque no quería ceder ante los planes de tu padre y que cuando te enteras de las cosas me tacharas de oportunista. -el playboy hizo una mueca -Las lágrimas amenazaban con escapar de mis ojos mientras observaba cómo te alejabas lentamente. No quería dejar que te marcharas pero ya el daño estaba hecho. No podía hacer nada para remediar las terribles palabras que
te había dicho Amaia. Por eso me quedé anclado en el suelo mirando tu auto alejarse, y lo peor del caso es que no podía hacer nada para lograr que te detuvieras Amaia.
Cerré los ojos tras escuchar estás palabras porque todo esto me abrumaba en gran manera.
-¿Que guión leíste para decirme todas esas palabras playboy? -verbalicé cuando abrí los ojos. -Por qué sinceramente no creo que esas palabras salieron de tu boca.
Duncan suspiro y un segundo después hablo.
-Esas palabras salieron desde el fondo de mi corazón Amaia.
-No te creo. No puedo creer en tus palabras. -acote y Duncan acortó la poca distancia que nos dividía.
-Si no quieres creerme allá tú.. -el playboy verbalizo estás palabras mientras me mirabas fijamente. -No te obligare a creerme Amaia. Solo inquirí esas palabras porque verdaderamente me las siento, no es por obligación ni por nada.
Lo vi dar media vuelta para marcharse y en ese mismo instante un pensamiento llegó a mi mente.
¿Dejaras ir la oportunidad de descubrir lo que has anhelado tanto? ¿Te quedarás sin saber y sin vivir el sueño de estar al lado del playboy como más que su amiga? ¿Dejaras que se marche sin saber lo que es estar entre sus brazos..?
Tomé una bocanada de aire y me obligué a hablar.
-¿No vas a insistir un poco más, Duncan? -al escuchar estás palabras él playboy detuvo su andar y con rapidez giro hacia mi. -Creí que cuando querías algo no dejas de insistir hasta que lo obtenias Duncan.
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Editado: 20.06.2024