Un heredero para el playboy (#1 de la saga heredero)

Capítulo 19 (Parte 2): Te amo, Amaia Montero. Te amo.

Duncan

Sin duda alguna me merezco todos los golpes que mi querida y amada esposa me quiera dar. Pero esto no cambia mi parecer en cuanto al mantenerla alejada de mi. Claro está, por su bien.

—Deberias hacerme caso Amaia -acote mientras acariciaba su vientre. —Yo puedo luchar solo.

Ella golpeó la mano que tenía sobre su vientre y posteriormente hablo.

—¿Cuantas veces te tengo que repetir que me quedaré contigo hasta el final? ¿Es que acaso tienes algun problema en el aparato auditivo, Playboy de mierda?

—No quiero que nada les suceda. Porque  si por mi culpa les llega a ocurrir algo.. me muero. Juró que me muero -tras estás palabras Amaia se colocó encima de mi, logrando con esto que nuestros sexos se toquen. Reprimí un gemido y ella sonrió hasta más no poder.

—No pasará nadas Duncan, verás que estaremos bien. -inquirí mientras se movía sobre mi. —Tras aclarar tus dudas quiero también hacerte olvidar la maldita amenaza, y pués claro que lograré esto a base de un buen sexo. ¿Qué dices playboy?

No pude emitir palabra alguna porque ella empezó a moverse más rápido sobre mi, impidiendo que tuviera la capacidad de hablar claramente, porque mi mente repetía una y otra vez “hazle el amor

Amaia ante mi incapacidad de hablar soltó una pequeña carcajada y tras hacerlo abrazo mi cuello.

—Soñe con tenerte dentro de mi por muchos años Playboy de mierda así que esmérate porque tengo las expectativas muy pero muy altas.. -acoto ella para luego besar mis labios.

Luché por decirle: “—También he soñado contigo y lo que más quiero es volver a llenarte de mi, estar en tu interior”.

Rodeo con fuerza su cadera y ella jadea ante mi contacto.

Su boca aprieta la mía, estábamos jadeantes por el inmenso deseo que ambos estábamos sintiendo, nos seguimos besando logrando acelerar al máximo nuestros corazones.

Me encanta estar así con ella. Me encanta besar sus labios, me encanta todo de ella. Joder... Amaia montero me vuelve totalmente loco. Sin duda alguna Amaia Montero es el amor d emi vida. La mujer que quiero con todas mis fuerzas, la mujer que amo.

Amo a Amaia Montero desde hace muchos años atrás y no la pude sacar de mi corazón aún convirtiendome en un maldito casanova, en la versión que más  odio en esta vida, un playboy.

Sin duda alguna ambos estamos hechos el uno para el otro.

Cuando nuestras bocas separan se me escapa una palabra, la cuál logra que mi amada esposa se congele.

—Te amo.

—Dimelo otra vez. -estas son las palabras en respuesta a lo que dije y yo sonrió.

Y vuelvo a repetirle las palabras.

—Te amo, Amaia Montero. Te amo.

—Ahora si. -dice ella mientras se quita el vestido —Hay que coger, Duncan Salvatierra.

En Medio de risas y sonrisas, me apoderó de su labios y pronto los jadeos empiezan a inundar la habitación.  En más de una ocasión buscamos respiración y aunque nuestros labios ardan no dejamos de besarnos, con un ritmo apasionado y caliente.

—Desnúdame -le pido y ella con media sonrisa en sus labios empieza a manosear mi cuerpo a su antojo.

Con los ojos llenos de lujuria Amaia toma el dobladillo de mi camiseta y muy lentamente empieza a subirla, cierro los ojos al sentir sus dedos contra mi piel y el deseo de intensifica todavía más en mi.

—Mi marido esta muy bueno. Es una lastima que no disfrutará de esto anteriormente. Mala mía. -verbalizo Amaia cuando retiro la camiseta de mi cuerpo.

La mire a los ojos y ver sus iris totalmente dilatados me hizo desearla todavía más.

Alce mi mano hasta su espalda, donde desabroche el sujetar que llevaba puesto. Dejándola totalmente expuesta ante mis ojos.

Me relami los labios al ver sus hermosos pezones e inmediatamente lleve mis dedos hacia estos, un sonoro murmullo salió de sus labios y esto fue música para mis oídos.

—Uhmmm....  Joder playboy, me encanta.  -me reí levemente al verla cerrar los ojos de golpe.

Me encanta Amaia Montero.

Sin esperar mucho me llevé uno de sus pechos a la boca y ella volvió a jadear de gusto.

—Uhmmm....

Yo sonreí levemente y poco después lleve mis manos a su bragas y la hice trizas. Total, ella no las utilizaría, hasta que hayamos saciado nuestro deseo más primitivos. Y se que eso llevaría mucho tiempo.

—¿Tienes frío? -le pregunté al tenerla totalmente desnuda para mí y ella asintió levemente. —Pronto voy a calentarte.

Dije con una gran sonrisa en mis labios y ella hizo una mueca.

—No es justo Duncan. Yo estoy desnuda y tú prácticamente tienes toda la ropa. -ante estás palabras deje un beso en sus labios, me levanté de la cama y sin esperar me retiré el pantalón que llevaba en conjunto con los calzoncillos.

Amaia abrió sus ojos como platos y se remojo los labios.

—¿Te gusta lo que ves? -pregunte mirando como ella seguía embobada mirando mi miembro.

—Me encanta. Me hipnotizaba, me vuelve loca de deseo y me hace pegar con tenerla dentro de mi. Muy dentro. -sus palabras logran encenderme por completo, tanto así que me acerco rápidamente a la cama, tomo uno de sus pies y dejo un beso en su tobillo. Amaia suelta una gran carcajada y yo sigo un camino de besos hasta llegar a muslo. Donde dejo un beso en la cara interna de este y ella suelta un gemido.

Amaia presa por el deseo abre sus piernas quedándo totalmente expuesta ante mi, ubicó mis labios en sus monte de venus y dejo un beso en ese lugar.

Amaia dice mi nombre cuando empiezo a mis labios llegan a su punto más sencible, mordisqueó levemente sus labios inferiores y un gran gemido me hace aumentar la velocidad con la que chupo su botón.

—Oh dios..  Duncan. -estas palabras las escucho cuando mi lengua entra en su cavidad vaginal.

—Duncan, por dios. Creo que ¡Ah! ¡Ah!

—¿Te gusta?

Ella tarda un segundo en responder  y yo sonrió al escuchar sus palabras —Me encanta, no pares.




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