Un heredero para el playboy (#1 de la saga heredero)

Capítulo 20: El inicio de la guerra.

Amaia

—¡Amaia Montero! -abrí mis ojos abruptamente y me encontré con el rostro de mi padre y del abuelo. Quienes me miraban con los ojos como platos.

Enarque una ceja y ambos hombres abrieron su boca para decir algo pero no dijeron nada. Giré mi cabeza hacia mi acompañante de cama y una gran sonrisa se colocó en mis labios, al ver a Duncan Salvatierra.

Coloque una de mis manos en su pecho y tras hacer esto mordí mi labios inferior al recordar lo que habíamos hecho hace algunas horas atrás.

—Por el amor de Dios Amaia. ¿Podrías cubrirte? -estas palabras de mi padre me trajeron a la realidad, logrando con esto que me cubriera cun poco más.

—Deja tu drama padre, ni que nunca hubieras visto pechos. -él negó con la cabeza y yo sonreí. —Te recuerdo que disfrutas bastante de los pechos de mi madre, o es que no recuerdas cuando te encontré pegado a uno de ellos como si se tratara de un vampiro. No me hagas hablar padre porque tienes todas las de perder...

Mi padre se colocó más que rojo por mi comentario y yo solté una gran carcajada.

—¿Ahora quiero que me expliquen qué rayos hacen aquí? -mi abuelo abrió la boca y yo lo interrumpí antes de escuchar sus palabras —Si vienen con la idea loca de llevarme al rancho lamentó decirles que ya me cogí a Duncan, consumamos nuestro matrimonio así que tengo que estar junto al lado de mi esposo para hacer el frutifantastico todos los días a cada hora. Eso no está en discusión.

—Amaia Montero.. contigo no se puede. -inquririo mi abuelo mientras miraba fijamente a Duncan, quien había colocado su brazo alrededor de mi cuerpo. —¿Te cogiste al playboy solo para que no te llevaramos de regresó?

—No abuelo, lo hice porque lo amo. Lo quiero con todo mi corazón, eso lo sabes desde hace mucho tiempo.

El abuelo asintió y mientras lo hacía mi padre bufó.

—Por lo menos quiero saber si este idiota llena todo los esquemas que tenías.

Solté una carcajada, la cuál fue acompañada por el abuelo.

—No solo lleno todos los esquemas que tenía padre, lleno otra cosa y no imaginas lo rico que fue. -mi padre hace una mueca la escuchar estás palabras salir de mi boca y yo sonrió.

—Eres un verdadero y completo caso Amaia. No se que haremos contigo -abrí mi boca para responder a sus palabras, pero en ese mismo instante escuché la voz de mi playboy, Duncan.

—Amaia. -acoto Duncan mientras abría sus ojos. —¿Como estás mi amor?

Él tenía sus ojos puestos en mi y yo acerqué mis labios a los suyos para besarlo.

Una de las cosas que me encantaban de él, es su sexi voz ronca. Escucharlo me causa un orgasmo auditivo, por lo extremadamente caliente que se escucha su voz de recién levantado.

Joder. Estoy totalmente perdida por Duncan. Por él playboy.

—Estoy tentada a lanzarme sobre ti Duncan, no me provoques. -ante estás palabras Duncan se relamió los labios y volvió a hablar.

—Porque no lo haces esposa, me muero por verte cabalgandome. -estas palabras las acotó con voz totalmente sensual. Causando un mar de sensaciones en mi interior.

Cuando estaba a punto de hablar la voz de mi padre se hizo presente, logrando con esto que el playboy colocará sus ojos en mi padre y en el abuelo, quienes lo miraban fijamente.

—Duncan Salvatierra -inquririo mi abuelo con voz dura. —Te confío a mi pequeña niña, y pobre de ti que no la hagas disfrutar del frutifantastico, pobre de tí si ella es infeliz. Porque yo saldré a cazarte, te destriparare y colgaré tu cabeza y miembro en algún lugar del rancho.

Mi abuelo miró los iris de Duncan fijamente y él playboy a mi lado trago saliva.

—Le prometo señor Montero que la haré desfrutar bastante del frutifantastico y por nada del mundo la haré sufrir. Tiene usted mi palabra. -el playboy luego de decir estás palabras giro su cabeza hacia mi. —Prometo hacerte gozar del frutifantastico todos los días de mi vida, hasta que la muerte nos separe.

Solté una gran carcajada tras estas palabras y Duncan sonrió levemente.

—¿Todos los días de tu vida, hasta que la muerte nos separe? -pregunte y Duncan con una sonrisa asintió con la cabeza.

—Pueden irse papá, abuelo. Porque ya tengo quien me atienda. -el abuelo enarcó una ceja mientras que mi padre cerró los ojos. —Duncan Salvatierra cuidara de nosotros, no se preocupen. Ya bastante ustedes me han cuidado, es momento en que él playboy de mierda me proteja. Así que vallan a chupar pechos o a follar en la caballerizas. 

Tanto el abuelo como papá se sonrojaron escandalosamente.

—¿Chupar pechos? ¿Follar en la caballerizas? ¿De qué estamos  hablando?

Abrí mi boca para responder pero en ese instante escuche la voz del abuelo ligada con la de mi papá.

—¡De nada! -ambos exclamaron y yo solté una gran carcajada.

—Oh Man, ¿les da vergüenza que mi Playboy se entere de las cosas sucias que hacen? -mi padre se sonrojo hasta más no poder, igualmente el abuelo. —Los tengo agarrados por el pichirri, así que puedo hacer todo lo que se me antoje.

—Amaia Montero, deja de ser manipuladora.  -coloque mis ojos en mi dramático padre —No te crié así...

Enarque una de mis cejas y posteriormente hablé.

—Me criaste peor de hay padre. Eso lo sabes de más.

Mi padre ante estas palabras se quedó totalmente mudo.

Mientras que el abuelo tono la palabra.

—Nosotros nos vamos, cariño. Sigue en lo tuyo -verbalizo el abuelo para luego tomar a mi padre del barzo y arrastrarlo hasta la puerta. —Espero que Duncan te dé muchos orgasmos, para que me den muchos bisnietos...

—Padre.. ¡déjame!

—¿Para que quieres que te deje? ¿Es que a caso quieres que el playboy se entere de nuestras andadas? Si ese idiota se llega a enterar eso sería lo peor que nos podría pasar así que, ¡cállate y coopera de una vez por todas! ¡Mueve tu maldito trasero!

—¡Suéltame papá! ¡Déjame decirle unas cuantas verdades a este maldito playboy! -exclamo mi padre mientras luchaba por soltarse del agarre que tenía el abuelo en uno de sus brazos. —¡Papá....! ¡Te voy a matar Duncan! ¡Te voy a matar!




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