Un Hermoso Secreto

2. Tu mami siempre vivirá en mi corazón

 

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Emma

Veo dónde va el hombre rubio destilando rabia mezclada con tristeza. Con pasos acelerados se encamina hacia las escaleras, dispuesto a llevarse con él a mi sobrina.

—¡Oliver! Ey… ¡Oliver! ¡Espera!  ¿Qué crees que haces? —cuestiono desesperada corriendo detrás.

—No lo ves, es evidente, me llevo a mi hija. —responde seguro.

Voy tras de ellos sin tener idea de cómo voy a detener al hombre grande que está preso de la ira en este momento.

—No hay nada que temer princesa, ya estoy aquí para ti. 

Escucho que le dice con mucha dulzura a la pequeña que lo mira fijamente. Me imagino que está comparando el rostro del hombre que la tiene cargada, con el chico de la fotografía que su mami guardaba como un tesoro. Abby la descubrió en la mesita de noche, en uno de esos tantos momentos en que sus juegos de mayor interés y diversión, era sacar y arrojar al piso todo lo que se encuentra en esos cajones. Desde ese día, esa foto de su padre se convirtió en su fascinación.

—¿Qué? ¡Claro que no! ¡Tú, no puedes hacer eso¡No puedes llevártela así nada más! ¡La bebé no te conoce y tú no sabes cómo cuidarla! —contradigo apresurando el paso para llegar hasta ellos.

El padre de mi sobrina baja el último escalón, llega al primer piso y sin detenerse ni un segundo camina decidido hacia la puerta principal.

—Oliver, detente, por favor. Hablemos. —ruego porque me escuche.

Su coraje es tanto que omite mi voz. 

—¡Oliver, que te detengas, carajo! No puedes llevarte a mi bebé, así como así. —Pierdo la calma al verlo llegar a la puerta. 

Los alcanzo y logro posar mi mano sobre la suya para impedir que destrabe el seguro de la puerta.

—Por favor, Oliver. No puedes irte con Abby, es muy peque, y… —intento convencerlo fundiendo mi mirada con sus iris inmensamente tristes.

—Es mi bebé y ni tú ni nadie va a impedir que esté conmigo. Suficiente tiempo ya me.he perdido sin estar con ella, por culpa de sus mentiras y egoísmo --Me desafía con argumentos de reclamos.

—Entiendo tu situación y no pretendo alejarla más de ti, es solo que, es una bebé pequeña que necesita de cuidados y tú no…

—Yo sí, Emma. Yo… sí…  Soy su padre y daré todo lo mejor que pueda existir en mí, para que mi nena esté bien y muy feliz a mi lado. Así que sobre de quien sea, me la llevo conmigo —Confirma con sus palabras lo que sus acciones demuestran.

Su mano hace intento por zafarse de mi agarre para lograr su cometido de abrir la puerta. 

No se lo permito, también me .impongo aferrando mi mano más a la suya.

—Mírame Oliver, —pido casi en un susurro, acunando con mi mano libre una de sus mejillas para obligarlo a que me regale una de esas duras miradas que parece quieren matarme—  Por favor, déjame bañarla y cambiarla. Abby aún está en pijama, no puede salir de casa si no está bien abrigada porque hace mucho frío. Además, no ha desayunado, debe comer porque ya es un poco tarde. —Pido en tono calmado, omitiendo que mucha hambre no debe tener la nena, porque antes de que él llegara le había dado su alimento.

El padre de mi sobrina detalla la dulzura rubia que lleva entre sus brazos. Sus ojitos muy curiosos siguen centrados en él, solo por segundos busca mi mirada como preguntándole a su tía ¿Qué sucede? ¿Por qué el señor de la foto apareció en cuerpo presente?

—Dámela un momento, déjame bañarla, abrigarla bien y empacarle su equipaje ¿Sí? —insisto en tono conciliador, por verme obligada a bajar la guardia y así ganar un poco más de tiempo 

—Media hora Emma, solo eso tienes. La bañas, la abrigas y me la entregas. —Su voz se escucha autoritaria.

—Si quieres, puedes ir a hacer cualquier cosa que tengas pendiente, cuando la bebé esté lista yo te llamo para que vuelvas por ella. ¿Vale? 

—No, no vale. No pienso moverme ni un segundo de esta casa, porque no confío en ti. De aquí salgo pero con mi hija. 

—No seas tan desconfiado. ¿Crees que me voy a escapar con la bebé? —Me siento descarada al hacerle este reclamo porque estoy plenamente consciente de que tiene mucha razón en actuar así.

—No sería nada raro porque las hermanas Ferrer me demostraron ser muy falsas. —responde con ironía— Media hora, ni un minuto más que eso, o entro a la alcoba por mi nena —amenaza, entregándome a la criatura inocente que no le quita la mirada de encima.

—Ya volvemos. Mientras esperas puede tomar lo que desees de la nevera —Sigo bajando la guardia. Doy media vuelta, subo las escaleras con la bebé, entro a su habitación y empiezo a arreglarla según lo prometí. Sin saber qué más hacer para detenerlo, me resigno y opto por empacar su equipaje aceptando que su padre no cambiará de opinión. Con su maleta en mano salgo de la alcoba infantil con la pequeña que ni bien sale al pasillo cuando se apresura a entrar a la habitación que era de mi hermana.



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En el texto hay: bebe, secreto, amor

Editado: 18.06.2024

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