Un hijo para el presidente

Capítulo 6

Matteo estaba seguro de que Licy lo iba a matar en cualquier momento durante el viaje en el crucero, ella se veía muy cansada de él ni hablar de que su madre los había obligado a ir a ambos a ese crucero. Durante esos días que pasaron, las cosas cada vez estaban peor. 

— Veo que sigues enojada conmigo porque tenemos que ir a ese crucero —dijo Matteo hacia Licy—. No es cómo quiera ir de todos modos.

— No importa —Licy mirando por la ventana—. Este momento es el último que pasaremos juntos —miró a Matteo—. ¿Trajiste los documentos de mi renuncia?

— Sí, están en mi maleta —el alfa desvió la mirada hacia otro lado—. No tienes que irte, puedes tomarte unas vacaciones si gustas…

— Lo que necesito es un cambio en mi vida —el auto se detuvo en un semáforo—. No quiero nada que tenga que ver con la política —ladeó la cabeza—. Lo siento, pero ya no quiero seguir hablando contigo.

Matteo hizo una línea recta al escucharla hablar de esa manera. Ella sin duda debe estar odiándolo tanto como para no querer verlo y no tenía las razones para saberlo. En cuanto llegaron al puerto, Licy bajó del auto sin esperarlo y él se quedó solo mirando que todo el equipaje estuviera en su lugar antes de moverse hacia dónde se encontraban sus hermanos.

— ¿Está bien que estés aquí en lugar de quedarte en el país? —Matteo asintió cómo si nada—. ¿Cómo llevas lo de tu divorcio? ¿Ella sigue pidiendo más dinero?

— Sí, cree que le daré un centavo después de que fue ella quien me fue infiel está muy equivocada —Matteo arrugó la frente—. Papá me dijo que debía de estar lo más alejado posible de todo, pero este país es una mierda. Supongo que ya es momento de jubilarme para no levantar sospecha entre los humanos.

— Es que eres muy irresistible, querido hermano —hizo un pico con sus labios—. Ya los humanos saben que existimos, y cuando sepan que eres un lobo, ellos te amarán aún más porque les gusta el morbo.

— No seré parte de eso —hizo una mueca de asco—. ¿Me ves con cara de ser Mark?

— No, mamá se encargó de consentir a Mark como si fuera su único hijo y se olvidó de nosotros.

— Al menos tienes que ser agradecido que eres el favorito de papá —su hermano Misha llegó con una batida en manos—. Este lugar es una porquería, dije que quería unas vacaciones, no esto.

— Ahora todos se están quejando —en eso también llegó su hermano Malakiel—. Buenos días, ¿cómo les trata el clima? ¿Ya se van a casar?

— Aquí quien se casará es Marco —dijo Misha, ganándose una mirada asesina por parte del mayor—. Es que ya eres noticia —le dio un sorbo a su bebida—. Mamá me llamó antes de venir al país para preguntarme si lo que había dicho Mark era cierto y ni siquiera supe qué responderle.

— El hermano mayor ya nos dará nuestro primer sobrino —Matteo le dio unas palmadas a su hermano en el hombro—. Me llena de orgullo. Eres la salvación de esta familia.

— Mark es una persona con la boca suelta. Es mi trabajo decirles que sería padre. Mamá hasta el anillo que papá le dio me hizo dárselo a la persona con la cual me casaré.

— La cosa va muy en serio —Malakiel estaba más que sorprendido—, pero como me da igual sus vidas, mientras la mía siga cómo está, no habrá ningún problema.

— Hasta que Mark sepa de tu existencia, no dirás lo mismo. Porque donde pone el ojo, pone la bala.

— Ni que lo digas…

No pudo terminar la oración, puesto que su hermano mayor fue hacia dónde se encontraba la que suponía que sería su futura esposa y madre de su hijo. Era una chica hermosa, sin embargo, su amor siempre estaría con Licy. Cómo todo curioso, al igual que sus otros hermanos, prestaron atención a lo que pasaba.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó tomándola del brazo—. ¿Por qué no estás en tu casa descansando?

— Porque era aburrido y Mark me invitó —dijo con obviedad—. ¿No podía venir?

— No. 

— Sí —Mark quitó el agarre que ejercía en el brazo de su amiga—. Estás tomando muchas atribuciones delante de las personas, ¿te pusiste a pensar que la puedes estar lastimando al comportarte de esa manera con ella?

— ¿Es que no sabes quién puede venir?

— ¿Tu ganado de exnovias?

— ¿Vendrán las ex de Marco? —Rebecca miró ceñuda a su amigo y este le mostró una sonrisa inocente—. Yo me largo de aquí. Ni loca me quedaré a que todas esas mujeres quieran saltar sobre mí.

— Lo siento; no obstante, si mi hermano no quiere que estés aquí… pues te quedas conmigo. No habrá problema con eso.

— Es que aquí el único problema eres tú —Marco apretó el puente de su nariz—. Solamente a ti se te ocurre traer a Rebecca sin consultarlo al menos conmigo o con nuestros padres.

— Mamá me dio el permiso.  —Mark se encogió de hombros—. No tengo la culpa de que seas el último en enterarte de todo lo que pasa.

— No me digas, jodido mocoso —gruñó, asustando a Rebecca—. Matteo, Misha y Malakiel también están aquí…

— Ya lo sé, la familia está invitada y Rebecca es como mi hermana. Deja el drama que estás haciendo, ya pareces un anciano, y el anciano aquí es nuestro padre —lo apuntó con el dedo—. Emely y Rachel no le harán nada a mi querida Rebecca porque las pondrás en su lugar, ¿no?

— Sí —dijo firme—, sin embargo, hiciste mal en no decirme que la ibas a traer.

— Tan mal que ambos van a dormir en la misma habitación —sin esperar una respuesta por parte de ellos, Mark aceleró el paso hacia el barco, dejándolos solos.

— Si quieres que me vaya… puedo irme, no hay problema. No te quiero incomodar con mi presencia aquí.

— No, quédate. Ya estás aquí y estoy seguro de que mis padres también quieren verte —tomó su mano y miró el anillo—. Pensé que no ibas a durar más de tres horas con este anillo puesto cuando supieras que es algo sin valor monetario.

— Tu madre me lo dio porque ella lo ve como algo especial, pues que me guste el dinero no significa que este tipo de cosas no sean hermosas para mí —infló las mejillas y Marco se lo encontró tierno—. ¿Es cierto que está toda tu familia aquí?




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