Un hombre lobo, por favor.

Capítulo 2

 

Me dieron de alta dos horas después, maldito sistema burocrático, hubo cambio de turno y quedé atascada por ello, estuve cerca de la muerte y mi jefa me ha mandado tantos mensajes exigiéndome estar ahí, ¡Dios! Esa mujer me va a volver loca, mi salvador tuvo que irse por una cuestión de urgencia, pero consideró el detalle de dejarme a su chofer, ¡su chofer! Siento una euforia en el pecho que no puedo describir y otra un poco más abajo, discúlpenme, pero nueve meses sin nada... ya estaba viendo guapo al vecino que aún vive con su mamá y tiene diez gatos, no me malinterpreten no tengo nada en contra de los animales, pero si lo pudieran ver pensaría lo mismo, es algo rarito, ay, de solo pensar me recorrió un escalofrío, la ciudad se ve muy bonita hoy, bueno no es lo mismo ir en el autobús que en un automóvil último modelo. 

Veo el edificio donde se está realizando la presentación, mucha gente está llegando, el chofer es amable al dejarme en frente, bajo y me despido de él, amablemente para que no haya queja alguna.

Subo por el elevador, pero antes me doy una manita de gato, traigo una cara, una cara de resucitada, ni en mis peores crudas, el baño parece estar solo aprovecho para retocar mi rostro, soy rápida para alistarme y corro hasta al elevador de nuevo y ahora si ábranse que llego su caballota, se abrió la puerta de elevador y yo con mi sonrisa más falsa, entera por fuera, regia, pero por dentro con un hambre, carajo que no comí nada. Veo a Lucí que me ve como si fuera un fantasma, quiere llorar y abrazarme, pero la detengo. Porque he visto los ojos de mi jefa, me quiere matar.

— Nadie sabe que hacer si tú no estás aquí, ahora resulta que eres indispensable, solucióname todo esto — me dijo entre dientes, sonrió y asiento. Ojalá te ahogues con un canapé pienso, pero si mis ojos hablaran, ella lo sabría.

Comienzo mi labor, ordeno todo lo que hace falta, cuatro y cinco y el presentador está ahí arriba dando el discurso, soy una chingona, casi muero y aun así aquí estoy a tiempo. ¡Ay!, necesito comer algo, tomar algo, siento que algo ácido sube por mi garganta, me escabullo entre la gente hacia un área sola con una botella de agua que agarre de uno de los meseros, tomo un buen sorbo con urgencia.

—No debiste venir...

Escucho y escupo el agua, que susto de muerte me ha dado, al girarme me topo con mi salvador ofreciéndome su pañuelo. Me siguió, mi cerebro pierde la coordinación, mueve la estúpida mano y toma ese pañuelo. Lo tomo apenada y seco mi boca con cuidado, cierro la botella de agua, que le puedo decir, parece que pierdo todas mis capacidades motrices al verlo.

—Debo cumplir con mi trabajo, estoy bien, muy bien, gracias a ti — digo sonriéndole

—No podía permitir que el mundo se privara de tan hermosa sonrisa — dijo, y mis piernas se doblan, que carajos piensa ese hombre.

Me muevo guardando mi sonrisa de tonta y tomo un pequeño sorbo a mi agua, él sigue viéndome tan fijamente. Debo contestar algo, parece que él lo espera.

—Gracias, es un cumplido muy halagador — digo al fin, no me miren así, tengo años con la misma persona, no sé cómo carajos responder a este tipo de cosas.

—Es solo la verdad.

Este va duro y dale, si el destino era que yo muriera hoy, lo va a lograr, me va a dar un infarto de tantas emociones, mi estómago ya es un nudo y me duele el no dejar de sonreír.

—Creo que debo volver — señalo para dar fin a esto, si no aquí mismo que sea lo que tenga que ser, pero yo soy aún una papa casada, bueno media papa.

Comienzo a caminar, pero mis estúpidas piernas no lo hacen igual, cerebro manda la señal, pierna izquierda avanza, derecha síguele, vamos, avanzo, pero tropiezo, ¡Wtf! Me voy a caer, es en serio, no, señor no dejes a tu hija desamparada. No caigo, claro que no, estoy frente a don perfecto, soy recibida por su pecho y sus brazos que me detienen. Esto es duro, no sé si prefiero el piso, me ha dolido el impacto, pero no me quejo, no alces la vista, no lo hagas Majo, Majo te exijo que no voltees a verlo, maldita, y aquí voy, alzo mi vista a sus ojos aun en su pecho, él me observa tranquilamente, no sonrías, pero lo hace, sonríe y sus ojos se iluminan.

—Te tengo —  acaricia mi cabello retirándolo de mi rostro, me incorpora un poco y con sus manos me toma del cuello, me va a besar.

No me lavé los dientes, por las prisas no lo hice, tuve mi oportunidad en el baño, pero señora despistada no me los lavé, mi madre siempre me dijo, mujer precavida vale por dos y yo no valgo ni media. Cierro los ojos por inercia cuando lo siento tan cerca de mí, lo detengo, interpongo mi mano, que carajos, ahora si mi cuerpo reacciona solo.

—Gracias — digo y salgo de ahí.

Necesito un momento, camino hacia Lucí que está muy alegre repartiendo folletos a medio mundo, me acerco a ella y me abraza rápidamente y me suelta.

—Me alegra que no murieras — afirmó con su típica sonrisa sincera demás.

—También me alegro — digo tomando otro sorbo a mi agua.

Todo mundo comienza a aplaudir, no cabe duda que el jefe adorado está tomando el micrófono después de ser anunciando por el presentador, a su lado esta mi jefa con una cara endemoniada, pero que trata de disimular con una sonrisa, pero yo la conozco muy bien. El jefe comienza un discurso hablando de todo lo bueno de esa mujer, si, porque nunca trabajó para ella, aunque me suena un poco a despedida, ¡Oh virgen santa! Se va a ir, mis suplicas han sido escuchadas, no puedo con la sonrisa en mis labios.

—Tengo el honor de presentar al nuevo jefe del departamento de relaciones públicas....

Tan rápido, nadie sabíamos nada, todas nos volteamos a ver con cara de ¿qué está pasando? Entonces lo dice...

Don perfecto camina hacia el escenario, él es el nuevo jefe... es mi nuevo jefe.

Hola Dios, soy yo de nuevo...



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En el texto hay: humor, hombreslobo, romance

Editado: 06.08.2020

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