Un Huracan En Isla De Cacia

Capitulo 3: Sin campanadas de boda

 

—Mira lo que he encontrado—saludó Olivia a su hija al verla regresar sin aliento y despeinada de su larga carrera. —Se parece a ti, ¿no crees? Cintura imperio y una cola realmente hermosa. —Señaló su madre a un anuncio de una revista en el que una joven de aspecto muy etéreo modelaba un vestido de novia clásico. —Estaba pensando, que tu tía Carolina es una costurera maravillosa. Así que si quieres...

Casandra negó con la cabeza y se dejó caer, jadeando, al suelo.

—No lo voy hacer Por lo menos no de momento. No ahora. Hay demasiadas cosas de la que no estoy segura. Necesito tiempo para pensar en lo que voy hacer con mi vida, y lo voy a tomar.

Olivia se contuvo en medio de una frase, tomó un sorbo de su café y miró fijamente los ojos centelleantes y la barbilla resuelta de su hija.

—Sí, puedo verlo, sin duda alguna.

Las dos mujeres se miraron a los ojos. Entonces su madre sonrió y acarició la mejilla de su hija.

—¡Por favor cariño! Nadie te arrastrará por el pasillo y te esposará a James.

—No, eso lo sé. Mamá, no es que no me importe James. Le tengo mucho cariño... lo respeto. No sé si lo amo... no de la forma en que se supone que debes amar a alguien cuando te vas a casar con él. Creo que ni siquiera sé qué tipo de amor es ese.

—Pero existe. —dijo su madre, escuchando con solemne afecto el dilema de su hija.

—¿Te ocurrió eso con papá?

—Sí.

—¿Y con Anthony?

—Sí, pero de otra manera.

—Entonces ¿no estoy loca?

—Un poco,pero nada certificable.

—¡Mamá, lo digo en serio!

—Lo sé querida. Lo siento. Te estoy escuchando.

—He terminado la universidad. He publicado un libro. Pero siempre he vivido aquí en esta casa contigo y Anthony. Si me casara con James, me iría a vivir a su casa, y sé que así es como debe ser en una pareja de recién casados... Pero nunca he estado sola, no realmente. Tengo veinte seis años y no soy tan ignorante.

—¿Y qué te propones hacer?

Casandra metió la mano en su bolsillo, sacó la carta arrugada y se la dio a su madre. Olivia se puso las gafas de lectura y la leyó despacio. Eventualmente, miro hacia su hija, añadiendo.

—Parece que no tenemos mucho tiempo para empacar, ¿verdad?

—Mamá, quizás esto te suene supersticioso y sentimental, pero siento que es importante para mí volver a la Isla y pasar un tiempo en la casa de mi padre y conocer a mi tío. Siento que perdí algo allí y necesito ver si puedo recuperarlo.

Había una resonancia ronca en la voz de su madre mientras cruzaba la habitación pensativa hacia la ventana.

—No creo que suene extraño en absoluto.

—Solo, que no sé, qué decirle a James.—dijo Casandra, algo nerviosa por la reacciión de él.

—No sé, preciosa. Aunque te entiendo, pero tu eres quien debe hacerlo... y James viene ahora subiendo por la calle.

 




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