— “Tu Jeongin eres mío, solo mío entendiste, nadie te toca, nadie te besa más que yo Jeongin”—las palabras de Hyunjin seguían en mi cabeza. Eran mentiras solo mentiras, él juega conmigo.
Saqué lágrimas que recorrieron por mis mejillas y abracé mis rodillas en acto reconfortante.
—¡Maldita sea Jeongin, ¿Lloras por él?! —escuché el grito de Hyunjin en el marco de la puerta viéndome fijamente con su ceño fruncido.
Cerró la puerta en un azote y caminó hacia mí y me sacudió de los hombros.
—¡No llores por él Jeongin! —gritó dolido y yo le vi con la vista nublada por las lágrimas.
—¡No lloro por él, lloro por ti idiota! —le grite y me asombre por haberle dicho idiota.
Hyunjin dejó de apretarme los hombros y se acercó a mí y me plantó un beso en los labios, ese acto hizo que llorara más y no pudiera devolverle el beso.
—Hermoso, no llores —acarició mi mejilla y lo único que hice fue abrazarle y llorar en su pecho, el me abrazó tan fuerte en un intento de fundirme a él en tono reconfortante.
—¿Porque tengo que amarte tanto? —pregunté en gemidos de llanto.
—Porque yo robé tu corazón —me respondió y sonreí irónica.
—Y el corazón de Lía —le dije aun en gemidos, su cuerpo se tensó y bajó su vista a mí.
—Olvida a Lía, Jeongin, aquí solo estamos tú y yo y nadie más. Solo tú yo —dijo preciso y me sequé las lágrimas mientras los espasmos del llanto seguían.
Esa noche dormí junto a mi esposo aferrándome a su pecho mientras él se aferraba a mi cintura, ambos temíamos a ser arrancados el uno con el otro. Su cuerpo era cálido y su pecho subía una y otra vez junto a mi cabeza que reposaba sobre este.
Su aliento movía muy leve mis cabellos y con mi mano agarraba su hombro suavemente mientras el sueño velaba todo mi cuerpo.
A la mañana siguiente desperté junto a Hyunjin quien aún dormía plácidamente a mi lado, levanté la vista y vi a ese hombre de quien me enamoré ciegamente hace muchos años, y aún lo sigo haciendo.
Acaricié su mejilla y sonreí al verle tan tierno e indefenso al dormir.
La puerta se abrió de golpe y de ahí entró un Jay corriendo sin tener freno, se aventó encima de ambos extendido y ahí se quedó acostado encima de nosotros. Levantó su cabeza y me miró a mí luego a su padre quien ya estaba despierto por la brusquedad de Jay.
—Lía está abajo, te quiere ver papá —dijo el pequeño y fruncí el ceño y la corriente de celos pasó por todo mi cuerpo.
Hyunjin me miró de reojo, pero yo no le vi, solo mantuve la mirada perdida en la colcha que me cubría la mitad del cuerpo.
Hyunjin se levantó y se puso un pantalón de vestir y una camisa gris holgada. Claro, tenía que estar presentable para ella. Suspiré dolido y abracé al pequeño que se acomodó debajo de las sábanas, Hyunjin salió de la habitación y besé el cabello de Jay.
—No quieres que papá se case con Lía ¿verdad? —preguntó el niño subiendo su cabeza para verme.
—No —dije en un susurro casi audible.
—¿Tú te vas a casar con el profesor Chan? —yo sonreí y negué con la cabeza.
—No —le volví a decir y le di un beso en la frente.
Entonces ahí acostada con el pequeño Jay cerré los ojos y sin darme cuenta me quedé dormido. Mi mente empezó a trabajar disimuladamente y empecé a soñar.
Estaba en el jardín de una hermosa casa de madera de dos pisos y una muy peculiar fachada. Sonreí viendo la casa y me di cuenta de que estaba llena de tierra mi ropa, estaba frente a unos rosales los cual supuse que estaba arreglando por los materiales que tenía a mi lado, sentí un golpe en mi vientre y bajé la vista mientras llevaba mi mano a este.
Fruncí el ceño al ver mi estómago hinchado, ¡Estaba embarazado! Agrandé los ojos como platos y sentí otra patadita del pequeño que tenía dentro. Tal vez tendría unos siete u ocho meses, mi vientre ya estaba muy grande. Tenía una cara de desconcierto cuando vi a una pequeña de cabellos castaños que con los rayos del sol la hacían ver medio rubia se acercaba a mí con una gran sonrisa.
—Papi mira lo que papá me dio, Mina tiene uno color azul y yo elegí este —dijo alegre la niña mostrándome una bonita pulsera color rosa yo sonreí y le vi a esos hermosos ojos cafés iguales que los míos.
Otra pequeña de unos cuatro años vino corriendo y gritando alegremente, esta niña era de cabello negro y grandes ojos verdes. La pequeña frente a mi tendría unos seis años.
Detrás de la pequeña menor salió un hombre que la levantó y la aventó en el aire atrapándola de nuevo, la niña chilló de felicidad y yo sonreí, miré la cara del hombre y me di cuenta de que era Chan, tenía el cabello ondulado y un poco largo ya que unos cabellos le caían en la frente haciendo que se viera sexy, estaba más fornido, aunque ya lo estaba antes. Sus ojos verdes se posaron en mí y me sonrió de lado un poco juguetón, yo le devolví la sonrisa tímida y sin comprender todo esto.
—Papi ¿Podemos comer un muffin de los que hiciste? —preguntó la niña frente a mí. Yo solo asentí con la cabeza sin entender todo esto. —¡Vamos Mina! —gritó la niña a la pequeña niña menor, está la siguió y se metieron a la casa.
Chan se acercó a mí y yo me incorporé. Su mano acarició mi vientre abultado y después me besó en los labios, confuso le respondí el beso y cuando se alejó se agachó y besó mi vientre aun acariciándolo con la mano.
—¿Cómo está mi fuerte bebé? Te traje unos ricos bombones con chocolate, a papi le encantan —dijo lo último en un susurro que pude oír.
—¿Qué es? —pregunté ya que tenía frente a mí a Chan.
—¿Qué es qué cariño? —dijo confuso.
—¿Qué sexo es el bebé? —le pregunté y el frunció el ceño viéndome sin comprender.
—Desde que te enteraste de que estabas embarazada pedias que fuera niño —yo sonreí y acaricié mi vientre, —¿Estas bien? —preguntó y yo asentí con la cabeza insegura.