—¿Qué quieren cenar esta noche? —les pregunté a mis hijos una vez emprendí el viaje al restaurante donde quedamos en vernos con Hyunjin.
Todo a marchado bien desde que estuve por primera vez con Hyunjin, los días siguientes pasábamos las noches haciendo el amor, siempre se aseguraba en llevarme puntual a mis chequeos médicos y nunca me dejaba solo, sé que, aunque no me lo decía se la pasaba buscando un donador, y por lo que he visto en su mirada se estaba desesperando por no encontrarlo.
A veces tardaba en llegar a dormir estando en casa, yo le iba a buscar y lo encontraba en su despacho bebiendo su amado bourbon, yo me acercaba a él, silencioso, y le abrazaba por detrás rodeando mis brazos a sus hombros, lo que me dolía más era que cuando recargaba mi mandíbula en su hombro él se soltaba a llorar, tomaba mis manos que permanecían juntas y las besaba sin parar, “no me dejes, no me dejes” repetía una y otra vez y yo me soltaba a llorar junto con él, “no lo haré” le respondía varias veces para calmar su llanto, y funcionaba, me llevaba a nuestra habitación y hacíamos el amor como antes.
—Prepara pasta —dijo Jay alegre y Jake asintió de acuerdo con su hermano.
—Está bien —asentí y estacioné el auto.
Los pequeños bajaron después de mí y me tomaron de la mano, cada uno a mi lado. Cruzamos la calle una vez que me aseguré de que no pasara algún carro y nos adentramos al restaurante de clase media, pero con muy buenas ensaladas que evita que me vaya y coma más.
—¡Allá está papá! —gritó Jay soltando mi mano y corriendo al encuentro de su padre quien se levantó y lo cargó y besó su mejilla con cariño, soltó al pequeño y miró a Jake que sostenía mi mano aún, el pequeño no hizo ningún ademán para saludar a su padre, solo veía la escena de padre e hijo. Nos acercamos a ellos y Jake se aferró a mi pierna.
—Miedoso —susurró Jay a su hermano, a quien no le importó lo que dijo.
—Hola, Jake —susurró Hyunjin poniéndose de cuclillas frente a su hijo.
—Hola Hyunjin —susurró el pequeño temeroso como siempre y escondió su cabeza entre mi espalda en espera de su grito como siempre.
En estos días siempre que Jake le llamaba por su nombre a su padre, éste se enfurecía y empezaba a gritar como loco, el niño se aferraba a mí cuando veía que su padre se le acercaba con intención de tomarlo por sus pequeños hombros y zarandearlo, “¡Yo soy tu padre Jake!” le gritaba una y otra vez en un intento de que el niño se diera cuenta de cuanto le dolía que le llamara por su nombre.
En el segundo intento que intentaba acercársele yo me ponía frente a Hyunjin poniendo mis manos en su pecho para detenerlo, él me veía a los ojos y cuando lo hacía su dolor se incrementaba más, le acariciaba la mejilla y le daba un casto beso en sus labios dándole fuerzas.
—Hola —rompí el silencio que se había formulado.
—Hola, amor —suspiro y se puso de pie, se acercó a mí y me dio un beso en los labios.
—Tranquilo —le susurré sobre estos y él asintió e hizo un intento de sonrisa.
Tomamos asiento en la mesa de cuatro y una mesera se acercó a nosotros con una enorme sonrisa, nos dejó las cartas y se retiró un momento, después regresó y tomó nuestra orden.
Hyunjin se puso tenso al momento en que la campanita de la entrada sonó y yo seguí su mirada a la puerta de cristal. Sentí incomodidad, celos, enojo, tristeza, miedo. Al ver en la entrada a esa mujer que había enamorado a mi marido, ella era tan perfecta, la común rubia de ojos cafés, con curvas y senos enormes al igual que sus glúteos. Volteé a ver a Hyunjin quien lucía furioso, ya que apretaba su mandíbula demasiado fuerte como para pensar que esta se rompiera.
—Hyunjin… —le llamé en un susurró tomando su mano un poco inseguro. Él volteó a verme y relajó su mirada solo un poco, apretó mi mano y besó el dorso de esta.
—Tranquilo, amor —dijo en un susurro y yo asentí, ya no dirigió la mirada hacía Lía e intentó relajarse, cosa que no pudo ya que Jay gritó el nombre de la que hacía días no se nombraba y corrió hacía ella, ella lo abrazó con gusto y sentí una punzada de dolor, las lágrimas se asomaron a mis ojos, pero me negué a que salieran, —Jeongin ¿estas bien? Te sientes mal, te llevo al médico —decía desesperado —Jeongin mírame por favor, dime algo, te duele —levanté la vista al salir de mi pequeño trance y miré sus ojos que tenían miedo al verme así, —Mi amor dime algo —dijo más desesperado acunando mis mejillas con sus manos.
—Estoy bien —le susurré e hice un intento de sonrisa que salió fallida.
—Vamos a casa Jeongin, no quiero que te dañes, tu corazón está débil y no quiero correr ningún riesgo —yo asentí de acuerdo con él y le llamé a la camarera que nos atendió hace unos minutos. Pedí el almuerzo para llevar y Hyunjin se levantó decidido a traer a su hijo quien conversaba animadamente con Lía. Yo le tome el brazo en un acto reflejo deteniéndolo para que no se fuera, el notó el miedo que pudo ver en mis ojos. Sonrió levemente y se inclinó besando mi nariz y yo sonreí al igual que él —No te preocupes zorrito —murmuro sobre mis labios los cuales besó castamente.
Se fue a enfrentar a Lía quien le sonrió coqueta, pero en sus ojos se escondía el dolor, Hyunjin despidió a Lía después de estar por primera vez en la intimidad él y yo, ella se enojó mucho por lo que me contó Hyunjin, y eso me gustó, que la alejara de él, que no se vieran ni tuvieran ningún contacto, ese hombre era mío y lo vi primero, y esta vez no le dejaré ir, lucharé contra la deficiencia de mi corazón y rezaré todas las noche por más años de vida.
El pequeño se regresó enojado y se sentó, la mesera nos dejó una bolsa que era de la comida y le pagué seguido de un agradecimiento. Tomé a los niños y nos dirigimos a la puerta donde Hyunjin y Lía hablaban intensamente, sentía celos al verlos juntos, pero me calme. A Lía se le resbalaron algunas lágrimas, mientras Hyunjin le susurraba enojado.