"Me rompes y me reconstruyes. No importa cuanto duela porque cariño, amo la forma en la que duele"
Anghelo Rachman
Regresé al Instituto con una mezcla de nervios y emoción, como si fuera un adolescente nuevamente. Tres años con Gali, y mi amor por ella parecía crecer cada día con más intensidad. No era solo que la amaba, era que la necesitaba de una manera tan profunda que a veces me asustaba.
Ella era mi adicción. Y lo sabía bien. Todo en ella me atrapaba. Sus labios, sus curvas, su risa, su forma de mirar el mundo. Había algo en ella que me consumía, algo que no podía explicar con palabras, pero que sentía en cada poro de mi cuerpo. No había duda en mi mente: ella era mi mate, la única con la que podía compartir todo mi ser, todo mi futuro. No necesitaba hacerme una pregunta profunda para saberlo. Mi corazón y mi alma gritaban su nombre constantemente, en cada suspiro, en cada gesto.
Con ese pensamiento recorriendo mi mente, entré al Instituto, sintiendo el peso de la caja en mi chaqueta. El día había llegado. Después de semanas de trabajo, de noches sin dormir, de sacrificios, finalmente tenía lo que había estado esperando con tanta ansias. No era solo un anillo. Era la representación de lo que sentía por ella, de la promesa de que siempre estaría a su lado.
Corrí por los pasillos entre los estudiantes que charlaban y se apresuraban a sus clases, mi mente centrada solo en una cosa: encontrarla. No iba a dejar que pasara otro minuto sin entregarle ese símbolo de todo lo que significaba para mí.
Al llegar a mi casillero, mis manos temblaron un poco al girar la combinación, pero la emoción me impulsó a seguir adelante. Cuando lo abrí, lo primero que vi fue la pequeña caja de terciopelo oscuro que había estado esperando. Con cuidado, la saqué y la sostuve entre mis manos. La sensación de tenerla finalmente en mis dedos fue indescriptible. El anillo brillaba suavemente bajo la luz del casillero. Oro, con su nombre grabado alrededor de la perla blanca en forma de corazón, y dentro, nuestras iniciales junto a un infinito.
Cada detalle había sido cuidadosamente pensado, elegido, diseñado para ella. No era solo una joya; era una pieza de mi alma, de lo que representaba nuestro amor. Si no hubiera sido por Nail, no habría podido reunir el dinero suficiente. Él fue mi aliado en este proyecto, apoyándome cuando más lo necesitaba, dándome consejos, ayudándome a conseguir los trabajos adicionales para completar lo que me faltaba. Sin su ayuda, jamás lo habría logrado.
Sonreí con satisfacción al sostener la caja entre mis manos. Era el momento. Metí la caja en mi bolsillo y salí rápidamente en busca de Gali. Mi corazón latía con fuerza, y mi mente solo pensaba en ella, en cómo reaccionaría al ver el anillo, en la promesa que le hacía con él.
La esperé afuera de su salón, como siempre. El timbre sonó, y los estudiantes comenzaron a salir poco a poco. La mayoría charlaba animadamente, otros se apresuraban a salir, pero mis ojos solo buscaban a una persona.
Finalmente, la vi. Salió acompañada de Kristin y March, como siempre. No pude evitar sonreír al verla. A pesar de que nos habíamos visto cientos de veces, cada vez que la veía, mi corazón se aceleraba como si fuera la primera.
Cuando me vio, su rostro se iluminó con esa sonrisa que siempre lograba hacerme olvidar todo lo demás. Se acercó a mí con rapidez, y sin pensarlo, la tomé en mis brazos. Ella rodeó mi cuello con sus manos y me colgó de él, como si no quisiera soltarme. La pegué a mi pecho, abrazándola fuerte, como si quisiera quedarme así para siempre. Nos besamos, un beso suave, tierno, lleno de cariño, como si todo lo demás no importara en ese instante.
-Hola, cariño. -Dijo ella, sonriendo, rozando nuestras narices de manera juguetona.
Sonreí, disfrutando de su cercanía. Me encantaban esos gestos que solo compartíamos entre nosotros, esos pequeños detalles que hacían que nuestra relación fuera única.
-Hola, princesa. -Respondí, mis labios curvándose con una sonrisa sincera.
En ese momento, Kristin hizo un comentario sarcástico, como siempre.
-Hola también, Anghelo. -Dijo con una risa, haciéndome rodar los ojos.
Le lancé una sonrisa relajada mientras Gali se separaba un poco de mí para colocarse a mi lado. La rodeé con mi brazo, abrazándola por la cintura. Sentí su calor contra mí, y por un segundo, me olvidé de todo lo que estaba por hacer. Estaba completamente concentrado en ella, en cómo se sentía en mis brazos.
-Hola, Kris. Hola, March. -Dije con una sonrisa mientras observaba a los dos.
Kristin respondió con una sonrisa amplia, mientras March simplemente murmuró un seco "Hola", sin siquiera mirarme a los ojos.
Yo ignoré su actitud. Había aprendido a no tomar en cuenta sus comentarios y actitudes. Desde que Gali y yo habíamos empezado nuestra relación, March se había vuelto más distante conmigo. Había algo en él que no le gustaba de nosotros, algo que siempre trataba de ocultar, pero que no podía evitar mostrar. A veces me soltaba indirectas, y aunque intentaba ignorarlas, no podía evitar que me molestaran.
-Bueno, chicas, nos vemos mañana. -Dijo March, sin mirar a nadie en particular, y comenzó a caminar hacia el pasillo, sin prisa.
Kristin, al ver la actitud de March, lo miró con incredulidad.
-¿Y a ese qué le pasa? -Se quejó, observando cómo se alejaba.
Gali simplemente se encogió de hombros, aún abrazada a mí, sin mostrar ningún signo de incomodidad.
-Déjalo, sabes cómo es... -Murmullo contra mi pecho, haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo al sentir su cercanía.
Kristin hizo una mueca y rodó los ojos con exageración.
-Solo porque... -Empezó a decir, mirando a Gali y luego a mí.
Antes de que pudiera seguir, Gali la interrumpió con una mirada fría, casi peligrosa.
-Cállate. -Dijo, y su tono fue tan firme que la atmósfera entre las tres personas cambió al instante. No era solo una advertencia; era una orden.
#1192 en Fantasía
#342 en Joven Adulto
mejores amigos amor complicado, mitos leyendas y profecias, lobos yin yan
Editado: 13.05.2025