-Déjalos, princesa -dije, abrazándola por la cintura y besando suavemente su nuca. Ella suspiró, una mezcla de alivio y placer, y yo sentí cómo se relajaba en mis brazos-. Feliz aniversario, amor -susurré cerca de su oído. Mi voz fue suave, cargada de cariño. Ella rió un poco, con una risa cálida que me hizo sonreír.
-Feliz aniversario, amor -respondió ella, su tono lleno de dulzura. Sonrió mientras sus ojos brillaban, y tomé su bolso, metiéndolo en la parte de atrás. Luego, entrelacé nuestros dedos con suavidad, sintiendo cómo su piel se pegaba a la mía. Sentí esa conexión inconfundible entre nosotros.
-Te tengo una sorpresa, princesa. Vamos -le dije con una sonrisa traviesa, buscando su mirada. Ella soltó una risa ligera, intrigada.
-¿Qué preparaste ahora? -preguntó con una risita, y no pude evitar sonreír más aún al ver su emoción. Cada vez que me pedía una sorpresa, era como si compartiéramos un secreto especial.
-Ya lo verás -respondí, guiñándole un ojo mientras avanzábamos por los pasillos para salir del Instituto. Al pasar por la puerta, observamos a March y Kristin discutiendo acaloradamente. De repente, Kristin le dio una bofetada a March. Él le dijo algo antes de alejarse, evidentemente molesto.
Pude notar que Gali no los miró o, al menos, los ignoró, y decidí hacer lo mismo. Este día era para nosotros, y no quería que nada lo estropeara. La tomé suavemente de la mano mientras caminábamos hacia mi auto. Cuando llegamos, metí el bolso de ella en la parte de atrás y abrí la puerta para que pudiera entrar. Ella sonrió, agradecida, y entró al auto. Cerré la puerta con cuidado y luego rodeé el vehículo para subirme.
Puse la llave en el encuadre y arranqué el auto. Miré a Gali, cuya sonrisa no se había borrado ni un segundo.
-Iremos al centro y luego te llevaré a un lugar muy especial, ¿ok? -le dije, casi saboreando la idea de sorprenderla. Ella asintió, la emoción iluminando sus ojos.
-Bien, amor, mientras esté contigo todo será perfecto -respondió, con ese brillo en sus ojos que siempre me hacía sentir mariposas en el estómago. Mi corazón se aceleró al escucharla. Sentí que no había nada en este mundo que pudiera compararse con ella.
No cabía duda, la amaba con toda mi pinche existencia. Era más que amor, era una devoción que sentía en cada poro de mi cuerpo.
Ella se acomodó en su asiento, colocándose el cinturón, y yo encendí el motor, dejando que el suave sonido del auto acompañara nuestra conversación. Mientras avanzábamos por las calles, ella sacó su teléfono y lo conectó a la radio. Luego, comenzó a sonar una canción que, por alguna razón, me resultaba familiar. Sin embargo, no recordaba de dónde.
-¿Y esa canción, princesa? -le pregunté, curioso. Estaba completamente intrigado, porque sentía que ya la había escuchado antes.
-Oh, la encontré hace un par de días mientras veía videos en YouTube, y me gustó mucho -me explicó, con esa sonrisa tímida que tanto me encantaba.
-¿Cómo se llama? -le pregunté, incapaz de dejar pasar la oportunidad de saber más sobre esa melodía.
-"Heater" -respondió ella, mientras su mirada se dirigía a la pantalla de su teléfono. Me observó brevemente, con esa chispa en sus ojos que siempre me desarmaba-. ¿Por qué, amor? -preguntó, su tono lleno de curiosidad.
Me encogí de hombros, queriendo no parecer demasiado curioso, pero la verdad es que la melodía me había dejado pensativo.
-Me parece haberla escuchado antes, pero no recuerdo de dónde -dije, sincero. Giré el volante para entrar al estacionamiento del centro mientras ella asentía con una ligera sonrisa.
-Te aseguro que no fue de mí, apenas la escuché hace unos días -dijo mientras miraba su teléfono, donde le llegó un mensaje. Su rostro se iluminó con una pequeña sonrisa al leerlo, pero luego se sumergió de nuevo en la pantalla. La canción de "Heater" seguía sonando suavemente en los parlantes del auto, creando un ambiente tranquilo y agradable.
Yo la observaba, los brazos cruzados y apoyados sobre el volante, mientras ella respondía mensajes. Sus dedos se movían rápidamente sobre la pantalla, pero pude ver que de vez en cuando su mirada se alzaba, y ahí estaba esa sonrisa, que no podía dejar de enamorarme.
-Te amo -le dije de repente, rompiendo el silencio mientras ella seguía absorta en su teléfono. Mi voz fue suave, sincera, y el momento parecía pedir esas palabras.
Ella apartó la vista del teléfono y me sonrió de vuelta, dejando el dispositivo a un lado.
-Lo sé, amor -dijo, su voz cálida y llena de cariño. No esperaba una respuesta como esa, pero la acepté con una sonrisa. No necesitaba más, sabía que lo decía de corazón.
-Ya llegamos -dije, estacionando el auto y apagando el motor. Ella desconectó su teléfono y se quitó el cinturón. Abrí la puerta del auto para ella, y ella me miró, agradecida.
-Gracias -dijo, acercándose a mí con una mirada tan cercana que podía sentir la electricidad en el aire. Estaba a centímetros de mis labios y no pude resistir más. Su voz suave y el toque de su mirada me hicieron sonrojar un poco, pero luego ella añadió-: También te amo, amor -y me besó, con una ternura infinita.
Cerré la puerta con cuidado y, sin pensarlo, la tomé de la cintura, pegándola a mí. Ella rodeó mi cuello con sus manos, y nuestro beso se profundizó, como si el mundo se desvaneciera a nuestro alrededor.
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Editado: 13.05.2025