Un jardín

Melani

Un jardín

 

Recuerdo lo que pasó hace tiempo. En mi vida, las cosas iban a mal, pues la crisis empezaba a afectarme de manera considerable. Viendo como el poco dinero que tenía no era suficiente para cubrir mis gastos, busqué entonces un trabajo extra. Algo que al menos pudiese realizar en mis días de descanso.

 

Conseguí trabajo en la casa de la señora Melani. En su jardín. Era un sitio agradable. Su pasto frondoso y sus flores, en su mayoría rosas, podían ser la inspiración de un poeta. Tenía un pequeño camino a base de mosaicos que daba hacia una fuente de aguas cristalinas. Ese jardín era algo que sólo se había visto en sueños.

 

Pero había algo ahí que no iba acorde con la belleza del lugar. En dicho jardín se encontraban unas extrañas estatuas que hacían alusión a criaturas mitológicas. Vi ahí a una harpía. Sus garras afiladas, así como sus alas y su cabeza de mujer eran en extremo detalladas; lo mismo el grifo, el cual, su pico de águila y su cuerpo de león me hacían temblar; se encontraba entre estas estatuas la de una sirena. Por lo que pude notar, la señora Melani, quien había mandado a hacer esta y las demás estatuas, podría considerarse una persona conocedora en mitología, ya que dicha sirena era como en el relato de Ulises, teniendo así la parte superior de mujer y la inferior de ave y no de pez; también se encontraba un centauro; el cerbero me vigilaba con sus tres cabezas; pero de entre todos, tal vez el que más me aterraba era el minotauro. Sin duda alguna hubiera perdido la razón de encontrarme a dicha criatura en el laberinto.

 

Al principio, eso, dichas estatuas me habían parecido un detalle bastante extraño en aquel bello jardín, pero comprendí que se trataba tan sólo del gusto por la mitología de la señora Melani. Además, yo no había sido contratado para dar mi opinión acerca de dichos adornos, sino para cuidar y dar mantenimiento al lugar.

 

Llegué un poco antes de la hora acordada. La señora Melani había salido, no sin antes darme instrucciones de lo que debía hacer. Agradecí a mi padre y abuelo el haberme enseñado el oficio de jardinero. Algo me decía que podría necesitarlo algún día.

 

Y como no es mi intención aburrir al lector con detalles de mi trabajo, sólo diré que me encontraba cortando el pasto cuando escuché ruidos extraños. Al principio pensé que se trataba de la podadora, por lo cual la apagué, imaginando una especie de desperfecto en la misma. Pero los ruidos persistieron. No había sido la podadora.

 

Grande fue mi sorpresa al darme cuenta de que aquellos sonidos que comenzaron siendo susurros para luego convertirse en casi estruendos, provenían de aquellas estatuas mitológicas que adornaban el jardín. Y lo crean o no, tanto la harpía como el grifo y la sirena levantaron el vuelo, lanzándose hacia mí, con la intención cada uno de despedazarme con sus garras. Corrí, a pesar de sentir las piernas dormidas por el miedo. El sonido que provenía de aquellas cosas que antes creí inanimadas me enloquecía. El lugar no era muy grande en sí, pero a mí me parecía interminable y no veía el momento de alcanzar la salida. Unos cuantos pasos más y llegaría. Era sólo pasar cerca de las estatuas del centauro, del cerbero y del minotauro. Pero verlas moverse al notar mi presencia fue lo que casi me hace perder la razón. En verdad no entiendo como no me volví loco con aquello.

 

Avancé con cierta dificultad por mis piernas casi dormidas hasta por fin alcanzar la salida. Una vez fuera de ese bello, pero maldito jardín, corrí sin atreverme a mirar hacia atrás.

 

Luego de todo este tiempo me sigo preguntando por qué aquellas estatuas habían cobrado vida y lo más importante en sí: ¿quién o que era la señora Melani?

 

Fin         



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En el texto hay: seresmitologicos

Editado: 13.12.2019

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