Un jardín de rosas

Un jardín de rosas

En un año todo había cambiado drásticamente en su vida: su padre había muerto, su madre se deprimió por un par de meses y él solamente quería hundirse al igual que ella en su dolor, dejó la Universidad, sus buenos amigos y luego de eso le siguió una rutina de la que quería escapar. Monótona era la palabra para describir correctamente lo que era su vida después de la muerte de su padre.

Cada quien tiene su forma de lidiar con el profundo dolor que la muerte de un ser amado deja en su corazón, para llenar ese gran vacío y sentirse casi igual a lo que fue antes de que esa persona partiera. Su madre comenzó a centrarse en su trabajo como ejecutiva de una gran empresa, incluso le habían ascendido de puesto y eso la había hecho muy feliz y estaba agradecido de que esa faceta triste y deprimida haya sido pasada como al cambiar la página de un libro, pero con él había sido muy diferente.

Lucas se encerraba en su habitación y jugaba videojuegos, desde las 8 am hora que se levantaba, hasta las 3 de la madrugada que se iba a dormir; salía de su habitación solo para comer y tener un baño propio le ahorraba el salir y no encontrarse con la decepción de que nadie además de él habitaba en su casa y así evitarse pensar que estaba muy solo en un espacio tan grande. Luego, simplemente comenzó a aburrirse de todo, pero el solo pensar en la palabra suicidio, aunque factible le daba mucho miedo y se le quitaban las ganas de intentarlo, por mucho que experimentara tomar una filosa cuchilla entre sus manos, estas temblaban y comenzaba a temblar y a gritar, era un cobarde, así que lo descarto y así es como comienza realmente su historia.

Un día tratando de escapar de la monotonía, buscó en Internet actividades que le ayudarán a despejar su cansada mente de las un millón de cosas que había pensado por mucho tiempo y entre ellas estaba saltar de paracaídas, lo intento, aun si la actividad despertaba en él cierto pánico que no se iría al menos que lo intentara y para su grata sorpresa, después de haberle dado muchas vueltas, le gustó, aunque en el momento por los nervios había tenido mucho miedo y llego a pensar exageradamente, que podría orinarse los pantalones, se alegró cuando no fue así; salto de paracaídas hasta que su corazón se normalizó y se le hizo costumbre arrojarse desde lo cielos y sentir que volaba, solo para volver siempre a tierra firme.

Entonces la actividad comenzó a aburrirle como los videojuegos que antes le llenaban de alegría porque su padre se los había obsequiado años antes de su repentina partida y vino la siguiente actividad: Salto en bongee.

Disfrutó tanto de tirarse de un puente que fue como si lo hubiese hecho sin protección alguna y se sentía libre de toda emoción y pensamiento, ya sea negativo o positivo, para luego estar de nuevo en tierra firme y darse cuenta de que aún estaba vacío. Entonces buscó nuevas actividades que le permitieran olvidarse de la inmensa tristeza en su corazón y para su desdicha, ninguna de ellas satisfacía la necesidad de que su padre aun estuviera sembrando y cuidando de él, como si fuera un delicado arbolito en flor que pronto daría el ansiado fruto que deseaba para luego cosechar. Y es que había creado tantos planes en los que su querido familiar estaba involucrado, que borrarlo de todos ellos era como borrarse a sí mismo y eso era nefasto para Lucas de pensar.

Entró al mundo de las drogas, el alcohol y las fiestas, pero no le había gustado la sensación de que todo eso le estaba consumiendo de una forma negativa y lo dejó a tiempo, antes de que todo se convirtiera en una terrible adicción de la que no podría escapar nunca, no le hizo falta probar más de aquello después de una sobredosis que le había dejado medio muerto y con su madre llorando a su lado cuando despertó en una camilla de hospital, sintiéndose como la mismísima basura que era, prometiéndose no volver a hacer ninguna tontería en lo que le quedara de vida, entonces unos meses después se permitió pensar que:

La vida podía ser tan efímera en esos días, donde los jóvenes que supuestamente eran “El futuro del mundo” solo querían vivir sus vidas al extremo, sin arrepentimientos o vergüenza de ello. Los padres se sentaban en sus ya sean finos o viejos sillones, para tener una larga y seria charla con ellos. Los hijos, al ver la seriedad en sus padres, actuaban con mucha más rebeldía de la que tenían antes y se atrevían a reírse en la cara de estos con el vivo cause del sarcasmo y entonces la voz de su madre interrumpió todo aquel monólogo interno que se estaba llevando su conciencia a otro mundo que no era el suyo, consumiéndolo en las llamas de la culpa por lo que había hecho.

—¡¿Por qué piensas que todo trata solo sobre ti?! —su madre, preguntó al borde de la histeria, cuando él se rebeló contradiciendo sus consejos de vida, negándose a escuchar cualquier cosa, porque sabía malditamente bien que ella tenía toda la razón—. ¿Por qué no puedes ver que solo quiero lo mejor para ti? —pregunto, está vez con nuevas lágrimas en sus ojos y voz débil haciéndole sentir peor que cualquier calamidad que pudiese azotar sobre la faz de la tierra, pero sin ganas de siquiera intentar cambiarse a sí mismo y a lo que recientemente había adoptado como su actividad favorita.

¡Ah! Lo había vuelto a hacer, por eso no era bueno prometer nada a nadie, porque tarde o temprano las promesas siempre están hechas para romperse, así como la de su padre cuando prometió que lucharía por su vida y la perdió en el intento, dejándoles un enorme vacío, el cual Lucas sentía jamás se llenaría, intentara con fuerzas lo que fuese para llenarlo.

—Todo se ha vuelto tan aburrido, madre —contestó él, sintiéndose mal al presenciar nuevamente el llanto de su adorada madre, pero es que sentir aquel enorme vacío en su corazón le hacía tomar acciones completamente estúpidas y lo sabía muy bien, era toda aquella tristeza, melancolía y depresión almacenada que no se había ido por completo de su sistema y por más que buscará una solución, nunca la podía encontrar y no había nada que le brindará la suficiente fuerza y energía para salir adelante y no convertirse en una terrible vergüenza para su madre, quien últimamente lloraba mucho por su causa, porque Lucas Walker sabía muy bien que… él era el problema.




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