Un jeque para Emma

Capítulo 3


II. Verdades Explícitas.

 

EMMA SLATER.

 

Observó tras mi vaso, la inmensidad de árboles, el suave pasto bajo mis pies y la suave brisa que tras su paso alborota mi cabello.

 

Estoy en el parque que me recomendo Mustafa, ayer después de despertar de una siesta de más de 12 horas, mi cuerpo recupero energía, por lo tanto decidí checar que todo estuviera en orden y acomodar mi ropa, decidí salir a aventurarme un poco por la zona, conociendo la cafetería.

 

Ahora después de despertarme y arreglarme, salí con rumbo al Coffee Roots&Aroma como lo dice en su gran poster.
Las calles están solas, ya que solo hay estudiantes y muchos de ellos están en sus respectivas jornadas.

 

Al llegar por la cafetería, mi estómago gruño en protesta, así que sin tantos rodeos ordene un gran desayuno y procedí a comer.
El lugar muy acogedor y atractivo, sin contar los buenos libros que mis ojitos pasaron a degustar.
Que puedo decir leer es mi adicción.

 

Tras desayunar, muy tarde por cierto, los pocos estudiantes que se encontraban me miraban con curiosidad, quizá por que no cargaba material de trabajo o por lo cómoda que estaba, literal dentro de poco estaré como ellos.

 

Por lo cual, después de aburrirme de sentir el peso de las miradas en mi cara y cuerpo, pague y salí del lugar con un vaso de jugo.
Y pues, no camine mucho para llegar a este parque.

 

En este lugar hay mucha seguridad, cabe destacar que desde que salí me he topado con hombres y algunas mujeres con intercomunicador y fuertemente armados.
Algunos chicos los observaban con miedo, al contrario de mi.
<<Tú no sientes miedo por que ya estás acostumbrada ¡tarada!>>.

 

Mi conciencia suele ser muy directa a veces.
Mi teléfono me distrae de mis pensamientos al empezar a vibrar en mi bolsillo.
Es un mensaje de Mustafa.

 

Buenos días señorita, espero que haya descansado ¿Necesita que la ayude en algo?
 


 

Si, de hecho necesito que me lleves al centro comercial, lo haría yo, pero mi permiso no es válido en este país.
 


 

Esta bien, pasaré por usted en unos minutos.
 


 

Guardo mi teléfono en el bolsillo de mi vestido, el conjunto que decidí colocarme este día, es un vestido blanco con pequeñas líneas de colores que brillan contrastandose entre sí, y zapatillas de ballet color vino tinto.
 


 

Me levantó de la banca en la que me encontraba y salgo del parque, puedo sentir el calor del sol en mi cara, y el sudor perlando de mi frente.
 


 

Al llegar enfrente del edificio, camino para cruzar la calle, pero un auto cruza a toda velocidad, haciéndome retroceder de golpe por el susto.
El Lamborghini rojo se estaciona a una calle y como si nada salen sus ocupantes.
Tres hombres, fácilmente se ven como dioses griegos, pero su carácter estúpido traspasa límites.
 


 

—Idiotas. —gruño molesta. Mi enojo crece al observar personas así.
 


 

Frente a mí se detiene un auto que me distrae de mis insultos, al bajar el vidrio del auto, observó a Mustafa mirarme con el ceño fruncido, sin dejarlo preguntar nada, rodeo el auto y entro en el asiento del copiloto.
 


 

El auto se pone en marcha, seguidamente de otro auto que se encontraba parqueado.
 


 

—¿Se encuentra bien?. —pregunta. Su mirada fija en el frente.
 


 

—Si, solamente fue un susto, un auto paso a toda velocidad cuando iba a cruzarme.
Idiotas, pueden matar a alguien y ni cuenta se darán. —resoplo.
 


 

Mustafa empieza a reírse y yo lo observó confundida.
¿Se está riendo de mí?
 


 

—Ojalá sus quejas puedan ser escuchadas. —dice al calmarse —No es nuevo, muchos adolescentes adinerados lo hacen, sin importarles nada conducen a altas velocidades.
 


 

—Imbéciles. —añado.
 


 

—Cambiando de tema. —añade, después de algunos minutos—. ¿Ha leído la guía de la universidad?.
 


 

—Lo hice ayer. —respondo—habia traído lo que pensé necesario, pero el código de vestimenta dice que se debe ir de manera formal, a menos que el rector diga lo contrario. —comento— la mayoría de mi ropa es casual, por ello te dije que vinieras por mí
 


 

Asiente. —Si, también recuerdo que me dijo que su permiso no es válido en este país ¿Por que no?.
 


 

—No poseo licencia, sino un permiso que se me fue concedido por que a pesar de ser menor de edad, llenaba todos los requisitos. —me encogo de hombros.
 


 

Entre conversaciones casuales, llegamos al famoso centro comercial de Dubái.
Mustafa me guía para que escoja alguna tienda para entrar, después de minutos de deambular decido entrar a una.
Mustafa se aleja un poco para contestar una llamada.
 


 

Al entrar a la tienda, observó las líneas de prendas perfectamente ordenada, camisas, pantalones, vestidos, entre muchas otras.
Al adentrarme más, para seguir mirando divisó un grupo de chicas tomando prendas y prendas en sus manos.
Una de ellas solo señala y la que parece ser la vendedora, rápidamente la toma en sus manos.
Compradoras compulsivas.
 


 

Una prenda, puede ser la más cara o elegante del mundo, no te asegura belleza, eso hay que tenerlo por seguro.
 


 

—¿Le ha gustado alguna prenda?. —preguntan a mi espalda, haciéndome sobresaltar. 
 


 

Me volteo para observar a una chica con la insignia de la tienda, su rostro luce avergonzado, le sonrió con tranquilidad.
 




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