Un jeque para Emma

Capítulo 12

XII. Miradas frías.

EMMA SLATER.

Mis días de reposo han terminado.

Después de tres días de ausencia, vuelvo a caminar por los pasillos de la universidad.
Aunque tenga residuos de cansancio y dolor, el reposo me ha ayudado de maravilla.

Me concentro en algunos apuntes mientras camino, como la buena estudiante que debo ser, tengo que reponer los días en los cuales no estuve.

Como si en verdad no hubiera estado en crisis.

No me concentro en ver a nadie a mi alrededor, es lo que menos me interesa ahora.

Voy tan concentrada, que simplemente no me percate de que adelante de mi estaba alguien de espaldas.

Si no, hasta cuándo mis cosas están esparcidas por el suelo.
Por lo tanto, sin ver al aludido me agachó a recoger las cosas, pero para mí sorpresa el se agacha y me ayuda a ordenar mis apuntes.

No es hasta que levanto mi mirada, que sorprendo al ver su cara.

Jethro.

No pensé toparme con él, mucho menos a primera hora. Él se limita a darme una sonrisa cálida y a terminar de ayudarme a recoger.

Me levanta las cosas y me las regresa.

—Hola Emma. —saluda.

—Hola Jethro. —respondo.

—¿Cómo estás? Me enteré de tu episodio hace unos días, estuve a punto de ir a visitarte, al igual que Mila y los chicos.

Creo que me había olvidado de todos ellos.

—Estoy mucho mejor, no te preocupes, solo fue un leve dolor.

Asiente. —Me encargue de entregar nuestro trabajo, él profesor sabía de tu incapacidad, así que lo demás resultó sencillo.

—Gracias. —respondo—. No sé qué hubiera hecho sin tí.

El sonríe divertido. —Todo se hubiera desmoronado. No te creas, suelo ser muy importante en ocasiones. —sonrio ante su respuesta egocéntrica.

Retomo mi camino, sin decir alguna palabra, Jethro se sitúa a mi lado y me acompaña, hasta el aula donde voy a recibir la primer clase.

A esta hora nuestras clases son diferentes, aunque las aulas son cercanas.

—Bueno, aquí te dejo sana y salva. —comenta.

Yo le sonrió. —Has hecho bien tu misión. —le respondo de la misma manera—. Te veo luego.

—Te veo luego. —y se acerca a dejar un rápido beso en mi mejilla.

Se aleja sonriéndome, sin duda alguna le devuelvo el gesto.
Él es un chico muy tranquilo, las últimas semanas trabajando con él, me ha demostrado en muchas de sus acciones, que su comportamiento es cariñoso y atento.

Carraspeó un poco, por que creo que he mirado como boba.

¿Qué me está pasando?.

Volteo sobre mi espalda, para ver hacia dentro.

Mi corazón me avisa con anterioridad, pero antes de verlo siento un aire de tensión que surca mis sentidos.

Malik me observa, pero noto algo en su mirada, algo en el espacio, que hace a mi sonrisa desvanecerse lentamente.

Camino hacia uno de los asientos enfrente, muy cerca de donde se encuentra.

Siento su mirada, pero hasta que estoy cómodamente en el asiento, disimuladamente volteo a su dirección.

Pero ahí está él mirándome.

Pero no es una mirada inquisitiva, ni mucho menos una mirada que hace a mi corazón acelerarse.

Es fría, sin demostrar ninguna emoción a través de esos hermosos ojos grises.

El desvía su mirada a los varios segundos. Él profesor entra disculpándose por el retraso, y detrás de él vienen los chicos.

Mila se acomoda a mi lado y me abraza, diciéndome que se alegra de verme bien.
Abel simplemente me da una sonrisa silenciosa, y pasa a mi lado. Daniel repite la acción, quedándose un poco lejos. Y Kalen...

Bueno él es otra historia.
Sus ojos miel se entrecierran, y levanta dos de sus dedos a la altura de sus ojos, se señala primero él y después me señala a mí, dejándose caer de forma lenta sobre su asiento.

"Te tengo en la mira".

Sus bromas y sus acciones cómicas me hacen reír, aunque esta vez solo le ruedo los ojos.

Después de esa sesión, me concentro únicamente en prestar atención y a hacer mis apuntes.

Lejos de la mirada de ojos grises.

#

Las clases terminan después de algunas horas.

Está a sido la jornada más larga que he experimentado en toda mi vida.

¡Joder!.
Estoy cansada y hambrienta.

¿Qué más puedo pedir?.

Mi último recorrido se hace más lento de lo normal, sintiendo mis pies pesar en cada paso.

Los espasmos de la sobredosis.

Al salir afuera, observó pocos autos, algunos choferes esperan afuera, o la seguridad de la misma.

Bajo las pocas gradas, concentrándome en mis alrededores, camino hacia el frente hasta llegar a la acera.

Hace algunos minutos, Mustafa me escribió, para decirme que llegaría unos minutos más tarde.

Así, que me toca esperar.

Supongo que todavía hay estudiantes rondando, a pesar, de que el cielo se tiñe de naranja, anunciando así el atardecer.

—Es muy bello el atardecer ¿No?.

—Es una obra de arte gratuita. —respondo.

Hace unos momentos la había escuchado conversando con sus amigas, pero decidí no prestar más atención de la debida.

Pero no pensé que se dirigiera a mí.

Brionne.

—Hay cosas que puedes ver, pero no tocar. —responde, con cierto aire de misterio.

Eso lo sentí en doble sentido.

—Talvez.

Ella se ríe sarcásticamente. —Eres muy cortante.

—¿Deberás?. —contesto del mismo modo.

Hay que bajarle ese aire de grandeza.

Ella no responde a mi pregunta, per lo que decide presentarse. —Soy Brionne, la hija de Mohamed Sabbagh, el actual jeque de Dubái. —mira sus uñas de manera arrogante—. Pero eso tú lo debes de saber ¿Cierto?.

Me encogo de hombros. —Soy Emma.

Ella levanta una de sus cejas, que lleva un absurdo exceso de maquillaje. —Nada más. ¿Eres la hija de un presidente?, ¿De un empresario quizá?, ¿De un gobernador?...

—Nada en especial. —le corto la bulimia de preguntas que suelta.




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