XVII. Fiesta.
EMMA SLATER.
La última semana a pasado a una velocidad bastante taciturna y un poco aburrida para variar.
Sin embargo hoy es el día.
El día de la fiesta.
El cumpleaños del futuro Jeque Malik Sabbagh.
¡UF qué título!.
Los complicados asuntos de Malik, ha impedido vernos. Más allá de lo extracurricular.
Simplemente hemos mantenido los mensajes y las llamadas como un medio para mantenernos en contacto.
A minutos de bajar, me coloco frente al espejo.
Me sorprendo por mi reflejo.
Definitivamente parezco otra persona.
El vestido azul que Malik me pidió que usará. Se adjunta a mi cuerpo como una segunda piel. Para una chica de 17 años, no muestra más de lo debido.
Aunque en mi muslo derecho tiene una abertura, que al principio no noté, y que llega un poco arriba de mis rodillas.
Mi cabello está recogido en un moño bajo, de forma elegante, y que hacen destacar unos preciosos colgantes de cristal.
He aplicado mucho maquillaje, con la única excusa de verme un poco mayor.
Y al parecer lo he logrado.
La puerta es tocada, al dar mi permiso, observó a Mila entrar con un perfecto vestido verde, haciendo contraste con sus ojos.
Ambas nos observamos, nuestra sorpresa es evidente.
—¡Te ves muy hermosa!. —exclama con una inmensa sonrisa.
—¡Igual tú!. —le digo con la misma euforia.
Ella se acerca hasta situarse a mi lado, frente al espejo.
—Esta noche vamos a resplandecer. —comenta Mila—. ¡Hay que bajar!, los demás nos esperan.
Tomo la pequeña caja con mi regalo y mi celular, salgo junto a ella, para bajar las escaleras.
La fiesta se realizará en Atlantis, uno de los hoteles más lujosos de Dubái.
Como todos los años, las personas que rodean a Malik, cómo lo son sus compañeros de clase, también son invitados al evento.
Daniel tuvo la maravillosa idea de pagar una habitación en el mismo lugar, con el fin de no pasar por paparazzi, que no paran en busca de cotilleos, como según lo explica les ha pasado desde que llegaron a la universidad y por ende a las fiestas.
Ya saben, los hijos de los multimillonarios.
—¡Wow!. —exclamo Kalen en un grito ahogado después de vernos bajar—. ¡Dios mío chicas!. —se acerca y nos inspecciona a ambas—. Americana te has lucido. —me dice—. Te ves de nuestra edad para ser realistas. —me señala su brazo para que lo tome.
—Vamos chicas se nos hace tarde. —exclama Daniel saliendo de una habitación—. ¡Se ven muy bellas las dos!. —alaga de manera amable.
—¿Cómo que las dos?. —exclama ofendido Kalen—. ¿Y yo? ¡Osea!, Yo me veo mejor que ellas.
Todos nos reímos con fuerza por su comentario. Definitivamente se escuchó muy Qiu el osea.
—¡Tú te ves mejor!. —le dice Daniel todavía con atisbos de risa—. Debemos bajar, Abel y Jethro ya lo han hecho. —comenta.
Nos disponemos a salir camino al ascensor.
Los últimos días, he mantenido mi distancia con Jethro, solo me abstengo a verlo cuando es necesario, sin ir más allá.
Creo que lo ha notado, por las preguntas que les hace a los demás mientras no estoy.
Aspiro una bocanada de aire, mientras me dejó guiar por Kalen hacia el lugar de la fiesta.
¡Aquí vamos!.
Al entrar, observó cómo mucha gente se saluda y platican entre ellos. Se escucha de fondo una suave música, que se ve opacada por el bullicio de la gente.
—No te sueltes. —me dice Kalen guiandonos entre varias personas.
Poco a poco distingo a Abel y Jethro platicando, ambos giran sus miradas hacia nosotros. Otro chico que se encuentra con ellos se despide rápidamente y se pierde entre los invitados.
Abel me da su respectivo saludo, de manera amable, algo que lo caracteriza. Jethro sin embargo, mantiene una mirada fija. Se acerca y deja un beso en mi mejilla, se detiene cerca de mi oído.
—Te ves muy hermosa. —susurra.
—Gracias. —susurro en el mismo tono de voz, mi incomodidad se hace presente y decido seguir manteniendo mi distancia.
Los demás se enfrascan en una conversación. Yo por mi parte, desvío mi mirada hacia todo el salón.
Los grandes candelabros imponen en el techo, casi todo varía entre el blanco y el dorado.
El bar está en una de las esquinas, la persona que prepara los tragos hace maniobras y de manera divertida y rápida entrega los tragos.
Hay un sector donde las mesas están ubicadas, sus manteles de seda blanco con bordes relucen. Los meseros pasan cerca de los invitados, con su uniforme distintivo y su charola con bebidas.
Entre todo lo que notado, hay algo que mi vista no encuentra.
O mejor dicho, a alguien.
Malik no se encuentra por ninguna parte.
Alguien me toma por los hombros. Al levantar mi mirada me consigo con Jethro observando mi rostro de manera preocupada.
—¿Estás bien?. —pregunta un poco fuerte, hago una afirmación con la cabeza—. Vamos a la mesa, los chicos se adelantaron.
Ni lo había notado.
Él no deja de tocar mis hombros, es más, se aprovecha de eso y me toca del brazo para hacerme caminar con él.
La mesa que nos reservaron se encuentra casi cerca de la pequeña tarima.
Jethro me ayuda a tomar asiento, después de acomodar mi vestido.
Cierro mis ojos por unos momentos, con la esperanza de darme un poco de tranquilidad a mi cuerpo.
La pequeña caja se encuentra cerca de mí, mi regalo guardado dentro de ella. Malik estableció mediante la invitación, que en vez de dar un regalo o joyas, efectuarán sus donaciones a varias fundaciones que iban adjuntas.
Un acto muy humanitario.
Pero, este es un regalo propio de mí.
Me centro en la conversación de Mila, sobre lo bien organizado que son este tipo de fiestas, en aspectos generales.
—Ya faltaban las divas en esta fiesta. —exclama Mila viendo a mis espaldas.
Me giro sobre mi hombro, en la entrada principal se encuentra el actual Jeque Mohamed Sabbagh, junto a su mujer e hijastra a cada brazo. Por su parte, Leylak viene detrás de ellos con una mirada baja.
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Editado: 05.11.2021