XXI. Partos y sorpresas inesperadas.
EMMA SLATER.
Al regresar por la noche a mi edificio todo se siente un poco más tranquilo de lo normal.
Al despedirme de Malik pude sentir una energía invadirme. Aunque quiso acompañarme hasta mi apartamento, desistí de la idea y con un par de besos el también accedió.
Ingreso sola al elevador, el sonido me provoca escalofríos, y el eco se siente a medida que sube hasta mi piso.
Salgo al pasillo un poco ansiosa, mirando a ambos extremos, pero no encuentro nada de lo cual sorprenderme.
Aliso las manos sobre el short que tuve que usar, debido a que mi vestido estaba empapado, y Malik decidió darme uno de sus suéteres enormes.
Tomo la tarjeta de mi cartera, y estoy a punto de abrir cuando un sonido estruendoso rompe el silencio.
Y luego otro sonido.
Vidrios quebrándose.
Volteo rápidamente en dirección al apartamento de Camille, y el sonido de algo quebrándose vuelve a hacer eco.
Con rapidez empiezo a golpear su puerta.
—¡CAMILLE!, ¿Qué haces?. —le grito, los sonidos no se detienen, y trato de abrir la puerta pero esta no cede—. ABREME LA PUERTA CAMILLE. —no sucede nada.
Agarro mi teléfono y marco a Mustafa, tarda unos segundos en contestar.
—Mustafa, necesito que subas rápido, en el apartamento de Camille se escuchan sonidos de cosas quebrándose.
Sin darle tiempo a responder cortó la llamada. En segundos Mustafa abre la puerta de mi apartamento y sin decirme nada empieza a golpear con fuerza la puerta.
Al tercer intento, logra abrir la puerta. Me adentro y camino entre algunos cristales rotos, todo está destruido.
¡Dios!.
Esta tirada en el suelo, su teléfono todavía sostenido en su mano.
—Camille. —exclamo agachandome para tomar su rostro—. ¡Despierta Camille!.
—¡Emma!, A roto fuente. —dice Mustafa, la toma en brazos para salir de la habitación—. Esta desmayada y va a dar a luz. Hay que llevarla al hospital.
—Llamaré a emergencias...
—No hay tiempo, puede tener sangrado, llama y avisa que vamos en camino.
Empiezo a marcar al hospital más cercano, con indicaciones que una embarazada se le ha adelantado su parto y está desmayada.
Mustafa la sube a la parte de atrás del auto, me subo y sostengo su cabeza. Toco su vientre y al ver más allá, veo que ha empezado a sangrar.
—¡Mustafa está sangrando!. —sin darme una respuesta arranca a toda velocidad al hospital más cercano.
—Camille despierta, tienes que ser fuerte por el bebé y por ti. —le digo acariciando su cabeza.
El tramo de 20 minutos, Mustafa lo hace en la mitad, se parquea en toda la entrada. Una doctora y un enfermero están con una camilla.
La puerta se abre y con cuidado sacan a una inconsciente Camille, la doctora ojea a Mustafa y asiente, toma su pulso y ve el sangrado que presenta.
—Hay que hacerle una ecografía. —ordena con la camilla en movimiento.
Otras dos personas rodean para llevarla a un cuarto, uno de ellos nos impide el paso.
—Tiene que esperar. —y con eso se adentra.
Me siento en una de las bancas, y llevo mis manos a la cara.
—¿Qué crees que haya pasado?. —pregunta Mustafa sentándose a mi lado.
—No lo sé. —le respondo—. Solo escuche los sonidos y empeze a golpear para que abriera. —miro hacia la puerta esperando alguna noticia.
—No te preocupes. —me dice—. Mi esposa sabe lo que hace.
—Ella es tu...
—Si ella es mi esposa. —me responde—. Iba a presentartela en otra ocasión, pero se dió ante estas circunstancias.
—Así es la vida, las sorpresas llegan cuando menos te lo esperas.
La puerta se abre después de varios minutos, me levanto y veo a Camille observarme. La tomo de la mano para darle ánimo.
—Ella puede ir. —le dice a la doctora—. Necesito a alguien a mi lado.
—No creo que sea algo adecuado...
—¡Por favor!. —le digo en un hilo de voz—. Solo tomaré su mano.
Ella suspira y asiente. Le indica al otro doctor. —preparen el quirófano, iniciaremos la cesarea en breve.
La camilla se pone en movimiento y suelto con pesar la mano de Camille. La doctora mira a Mustafa con una sonrisa muy hermosa. Y el le regala una cargada de amor y adoración.
—¡Suerte!. Aquí voy a esperar.
Ella toma su respuesta, y me hace señas para que la siga, me adentro a una habitación y con paso rápido me ayuda a colocarme un traje.
—¿Camille estará bien?. —le pregunto acercándonos al quirófano.
Suspira y me mira. —Todo lo que pase allá dentro, será la voluntad de alá. Su estado es muy delicado, me sorprendió que se despertara unos segundos antes de salir. —antes de abrir me dice—. Dale fuerza, la va a necesitar.
Todo está puesto en marcha cuando entramos, todos están en sus lugares.
Me acerco y tomo la mano de Camille que está despierta mirándome.
—Vamos a empezar con la cesaría, un bebé está con el cordón umbilical en el cuello, el otro si se encuentra en posición fetal.
Mi mente procesa su frase, un bebé está... Y el otro bebé...
Son dos.
—¿Son dos?. —Camille con voz ahogada y lágrimas rebosantes en sus ojos le pregunta.
—La vida te va a dar dos regalos, debes ser fuerte por ellos.
—Sere fuerte. —dice con determinación.
La cesárea da inicio, la cortina que han colocado me impide ver un poco lo que hacen, me concentro en darle mi mano como apoyo a Camille, y tratar de que no cierre sus ojos.
Tiene que ver a sus bebés.
¿Dos?, Las sorpresas que la vida te da pueden ser únicas y maravillosas.
Eso es lo que he aprendido en este momento.
El llanto del primer bebé llama la atención de todos en la sala, Camille estalla en lágrimas. Todavía sin estar limpio, me hace tomarlo en brazos para acercarlo a su madre.
Un varón.
Tomo mi ser se calienta al tenerlo en brazos, y mis emociones se encuentran y chocan entre ellas.
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Editado: 05.11.2021