Un jeque para Emma

Capítulo 22

XXII. Encuentros y dudas.

EMMA SLATER.

Mustafa detiene el auto a las orillas del bosque. Enfrente de nosotros otro carro polarizado se encuentra, el silencio del ambiente retumba mis sentidos.

—De aquí en adelante este auto te llevará. —me dice después de varios segundos—. Aquí estaré esperando.

Asiento desabrochando mi cinturón. Sin darle una respuesta exhaló una gran bocanada de aire y salgo del auto.

El chófer sale para abrirme la puerta del auto, cuando me adentro puedo sentir una famosa y conocida colonia inundar mis sentidos.

Sin darme tiempo a reaccionar sus fuertes y protectores brazos en rodean, la calidez de su cuerpo me embriaga.
Sin poder evitarlo algunas lágrimas resbalan por mis mejillas.

—Lo siento. —dice por fin mi tío. No logro emitir alguna palabra—. Lamento no estar para tí, todos te extrañamos.

—Tambien los extraño. —le digo saliendo de su pecho, toma mi rostro en sus manos y limpia algunas lágrimas—. No debes culparte, has hecho todo a tu alcance.

Deja un beso sobre mi frente. —No sabes las ganas que tenía de mandar todo a la mierda, cuando supe lo de la sobredosis. Pero todos los responsables están  pagando con creces.

El auto se pone en marcha, algunos guardaespaldas se encuentran adentro de la camioneta, me brindan sonrisas amables, se no debo de temer de ellos, han sido de la seguridad de la familia por años.

—Pronto terminará. —le digo como una afirmación, el frunce los labios y desvía su mirada—. ¿Que está pasando?.

—Me están acusando de secuestrador. —me dice—. Piensan que he secuestrado a mi propia sobrina. Irónico ¿No?, Daría mi vida por ti sin chistar, y piensan que puedo hacerte algún daño.

Tomo su mano. —Es Axel el responsable ¿No?.

Asiente. —Ha puesto una demanda, además de una anulación sobre el testamento.

—No puede hacer eso. —le digo exaltada.

—No... hasta que cumplas 18.

—Pronto será, faltan 3 semanas.

Me pasa un folder, y al abrirlo observo como aparece un doctor siendo latigado.

Jadeo soltando el folder. —¿Que es esto?.

—Mataron al doctor que te dió la sobredosis. No pudimos sacarle información, y en un descuido del personal se lo llevaron junto a una enfermera. —toma el folder—. Esta foto venía adjunta con una amenaza.

—¿Amenaza?.

"Dile a tu sobrina que se cuide la espalda, si la sobredosis no la mató, yo sí lo haré."
Nadie juega conmigo, y los Müller no serán una excepción.

El Mensaje me deja sin habla, apretó mis manos en puños, en este momento, no aparece ni un atisbo de ansiedad.

Solo un sentimiento de venganza.
Un odio hacia la persona que daño de las peores maneras a nuestra familia.

Axel Reeves.

Asher me toma de la mano y la apreta, brindándome consuelo. —No te pasará nada ¿Lo sabes?.

Asiento. —Me preocupan los demás.

—Están bien. Me ocupo de ellos, aunque no lo necesitan.

Miro por la ventanilla, sintiendo como el auto se ha quedado parado.
La tensión en mi cuerpo es bastante notoria.

¿Y si ya es hora de regresar?.

—Ni lo sueñes. —dice, al parecer hablé en voz alta—. Nada de lo que hagas en este momento va a ayudar. Solo mantente al margen.

—Me siento como una inútil.

—No lo eres, ni nunca lo vas a hacer. —me reprende—. Deja que yo haga las cosas por el momento, después todo quedará en tus manos.

—Pero...

Me da una mirada dura. —En este momento no voy a presionarte, pero me debes decir todo lo que sabes. Y eso incluye lo que pasó la noche en que esto se desató.

Cierro mis ojos, al escucharlo decir eso, puedo sentir como mi mente se traslada hacia ese recuerdo.

—No estoy lista para hablar sobre eso. —digo—. Cuando sea el momento adecuado lo haré. Es algo que está presente como si fuera ayer que sucedió.

Toca mi espalda, y hace movimientos circulares. —¿Podrás esperar unas semanas más?.

Suspiro. —Si he esperado un año, unas pocas semanas serán pan comido.

—Ojala sea así. —hace una pausa,  hace una pausa y suelta una suave risa antes de hablar—. Supe de tu romance.

Levantó mi cabeza de golpe para ver a Asher, él tiene una sonrisa tranquila.

—Supongo que vas a opinar algo al respecto.

Suspira mirándome. —No es un momento para relaciones. —coloca su mano cálida sobre su mejilla—. Pero te ves radiante y felíz, y eso me hace realmente feliz. —hace una pausa—. Por qué a pesar de toda esta pesadilla, tu puedes ser un poco libre, de una manera rara.

—No fue mi intención enamorarme. —le digo en un susurro.

—Nadie decide de quién o cuando enamorarse. —me sonrie—. Melina lo puede afirmar. —ambos esbozamos una sonrisa—. Pero tú has sobrepasado, ¿Un jeque?, O bueno casi jeque.

No respondo y solo me encogo de hombros. —Tengo miedo de que cuando sepa, todo se termine.

—Si el te quiere va entender. Disfruta estos días, actúa como siempre. El tiempo dictará lo que pase.

Conversamos otros minutos, su gesto cansado es algo que me ha preocupa, y siento que esperar ya no debería estar en este juego.
Mi tío Asher sonríe como siempre, sus ojos azules me dan las miradas más cariñosas posibles.
Toca mi cabello mientras habla, y deja besos en mi frente, como despedida.

Al llegar de nuevo a la zona, bajo del carro y Asher lo hace conmigo y se despide con una embriagante abrazo.

Las reglas del juego son específicas, y la que aprendí este día y que marcará mi rumbo es una demasiado ambigua y básica.

No te dejes exponer ni en el lugar más remoto, no sabes si el enemigo ronda entre nosotros.

Y puede hacer algo tan simple como... 
Tomar una fotografía.

#

Dos días después.

Nunca la universidad había tenido un aire espeso en el ambiente.

Miro para todos lados, intentando ver algo diferente. Pero todo se da de manera monótona. Sin contar las miradas curiosas, intentando indagar que es lo que Malik ha visto en mi, como para convertirme en su novia.




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