Un jeque para Emma

Capítulo 23

XXIII. Conversaciones y fotografías.

EMMA SLATER.

—Te extrañe. —susurra pegando su frente con la mía, presenta un gran ramo de rosas frente a mí—. Quería ofrecerte una disculpa, no debí juzgar mal de tí, se que no eres ese tipo de persona. Y solo .e dejé llevar por la nota.

—¿Que tipo de persona soy?. —inquiero con curiosidad.

—Eres dulce, amable, cariñosa, amorosa, y un poco sarcástica y directa. —hace una pausa—. Siento que te conozco más de lo verdaderamente lo hago.

—Pienso igual. —dejo un beso sobre sus labios.

—¿Me perdonas?. —pregunta con voz suave.

—Quedas perdonado. —le digo con una sonrisa—. Pero, quiero que cuando algo así suceda, me lo digas, no saques conclusiones antes de preguntarme.

Cuán falsa me he vuelto.

—Lo haré. Esa va a hacer nuestra promesa. —da un beso sobre mí frente—. Son para tí.

Me extiende el hermoso ramo de rosas, lo tomo en mis manos inhalando su fragancia.
Un carraspeó nos hace voltear en dirección a dónde Mustafa se encuentra de brazos cruzados viendo la escena.

—Buenas noches señor. —Malik se acerca hasta Mustafa—. Soy Malik Sabbagh el novio de su hermana.

Quiero reírme en este momento.

La mira inquisitiva que Mustafa le brinda, es bastante divertida, puesto que ese papel le queda de maravilla.
Mi tío escogió un guardaespaldas en todas sus facetas.

Un gusto. —exclama tomando la mano de Malik—. Soy Mustafa, pero creo que ya lo sabes.

—Un poco. —menciona y carraspea de nuevo—. Quería invitar a su hermana a cenar ¿No le molesta?.

—No te preocupes. —me mira y puedo ver un atisbo de sonrisa que rápidamente cubre—. Ya cenamos.

¡Ja!. Me quiero reír de la cara de Malik.

—¿O talvez alguna película?. —insiste.

Suspira de manera rápida, un gesto dramático, en realidad. —Esta bien. —exclama, y levanta su dedo mirándome a mí—. Pero debes mantener encendido tu teléfono, y cuando llame tienes que contestar al primer repique.

Asiento abriendo la puerta del auto para tomar la cartera, Mustafa le da una última mirada a Malik. —Cuidala mucho. Nos vemos—. Y con eso entra al auto y desaparece de nuestra vista.

Aunque sé que está oculto por algún sector, y que nos va a seguir donde quiera que vayamos.

Me empiezo a reír con fuerza al ver el gesto asustado de Malik, llevo mis manos al estómago, por que siento un pequeño dolor instalarse.

—Si vieras... tu cara. —le digo en pausas, todavía con atisbos de risa.

—No es gracioso. —me dice de esa manera sería, aunque al final, también se ríe—. No te burles Emi.

Levantó mis manos en son de paz. —Esta bien... solo fue un momento gracioso.

—Deberíamos irnos. —me dice mirando hacia la calle—. Puede que tú hermano vuelva.

Asiento todavía riéndome de su cara, me guía hacia su deportivo. En segundos, ya estamos circulando en las calles de Dubai.

—¿Cómo me encontraste?. —inquiero mirándolo.

—Te estuve buscando, así que... —hace una pausa, dándome una mirada nerviosa—. Rastree tu celular.

Levantó una ceja. —Eres un acosador.

—Tenía que disculparme por lo de esta mañana, lo siento mucho, no debí sacar conclusiones precipitadas. —toma una de mis manos y la lleva a sus labios.

—Dejemos ese tema de lado. —le digo con gesto tranquilo.

—¿Qué hacías en el hospital?, ¿Estás enferma?. —pregunta.

—No estoy enferma. —le respondo—. Mi compañera de piso a dado a luz, al parecer no tiene familia y he decidido acompañarla en este momento difícil.

—Ya veo. —exclama—. Nunca he estado cerca de una mujer embarazada, pero lo que he escuchado es que son algo... cambiantes.

—Algo así. —le digo con una sonrisa.

—¿Ella está bien?. —pregunta después de unos segundos, lo observo extrañada.

—¿Quién?. —cuestiono.

—Tu compañera de piso. ¿Estás bien?, Estás un poco pensativa y callada.

—Se está recuperando, su parto fue prematuro y tuvieron que realizar una cesárea. —le comentó—. Ian, el primer bebé se encuentra bien, es un niño muy activo. Zara, la segunda bebé nació con el cordón umbilical en su cuello, está en cuidados intensivos, los doctores dicen que hay pocas probabilidades de salvarse, pero el tiempo dirá si se recupera.

—Espero que estén bien. Esa es una situación difícil.

—Muy difícil. —concuerdo, sin darle más detalles o responder las demás preguntas.

Malik parquea frente al edificio donde se encuentra su apartamento, una sensación de cosquilleo me embarga, aunque he venido varias veces, el sentimiento no parece desaparecer.

Su seguridad se encarga de su auto. Malik me guía hacia la imponente y lujosa entrada, me toma de la mano mientras me guía hacia el ascensor, frente a la mirada de muchas personas, que con miradas indiscretas voltean a nuestra dirección.

Marca el último piso, y las puertas metálicas se cierran. Sus dedos varían en movimientos circulares sobre los míos.

Tras ingresar el respectivo código, las puertas metálicas se abren y ingresamos al apartamento.
Escucho algunos parloteos, frunzo mi ceño extrañada. Al llegar observo como Leylak y Abraham platican entre ellos.

Pero hay una persona que no es de nuestro agrado, y cuando se lanza a los brazos de Malik empuño mis manos.

Brionne.

La susodicha lo abraza, como si su vida dependiera de ello. Hace de cuenta que no existo, suelto mi mano de Malik y me acerco a Leylak.

—Hola. —exclamo con una sonrisa tensa.

—Hola. —dicen ambos, Leylak mira sobre su hombro y me da un abrazo—. ¿Cómo estás?.

—Bien. —respondo, estoy a punto de preguntar cuando la voz de Malik se escucha clara y precisa.

—¿Que hacen aquí?. —pregunta, al girarme observo que mantiene una distancia prudente entre Brionne, que está roja y su mirada despide odio hacia mí.

—Nos echaron de la casa. —dice Abraham—. Así que venimos a nuestra única opción.




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