Un jeque para Emma

Capítulo 25, parte 1

XXV. La bebé del día de acción de gracias.

Los cuentos pueden existir de maneras irreales y verbales en nuestra vida.

La historia que contaré es de dolor...
Tristeza...
Con un toque de felicidad.

Había una vez, tal cual le iniciaba cada noche, mientras la arrullaba al dormir.

Un hombre se encontraba en la cena de acción de gracias, por primera vez en su vida, aquel hombre estaba perdido, la mujer que más habia amado, había partido al cielo de la manera más trágica posible, el dolor que sentía estaba incrustado de una manera muy dolorosa, por qué sin la mujer que amaba, aquel hombre pensaba no volver a vivir.

Su hermano, de escasos 20 años, intentaba darle los mejores animos posibles, al igual que toda la familia a su alrededor.
Su mejor amigo de años, junto a dos pequeños gemelos celebraban con eufórica a su alrededor.

Aquel hombre se sentía distante, su mente estaba perdida en los tormentosos recuerdos de su pasado.

Todo pasaba a su alrededor sin ni siquiera notarlo.

Algunas voces a su alrededor parloteban sin darse cuenta de su agonía. Entre duras y cortas respuestas la cena se acercaba.

<<¿Que tengo que agradecer?.
Todo lo bueno se a ido de mi vida.>>
Se mente era una constante que repetía esa frase segundo a segundo.

La fuerte lluvia golpeaba sin parar contra el gran ventanal de vidrio.

Berlín podía ser el lugar más frío sin lugar a dudas.

La mesa estaba ubicada en el centro del amplio y lujoso salón, toda variedad de alimentos reposaban en ellas.
Al sentarse en su respectivo asiento, escuchaba de manera distante como cada uno de sus seres queridos, daban un largo discurso.

Agradecer por la vida...
Por sus hijos...
Los negocios...

Su único hermano tiene una mirada compasiva hacia él, y le insta a que de unas pequeñas palabras o por lo menos un brindis.

Carraspea frente a todos, y se levanta con una copa en la mano.
Observa como su mejor amigo y hermano para él, se levanta y acompaña su acción, seguidamente todos los presentes lo imitan su acción.

Puede decirse que hasta los gemelos de 2 años están pendiente de todos los movimientos.

Pero hay algo que irrumpe el silencio, como la lluvia ha disminuido todos los sonidos tienden a agudizarse con mayor fuerza.

Y difieren el sonido.
Un llanto...

Un fuerte sonido, que no proviene de ninguno de los gemelos, si no de otro lado.

El hombre baja su copa, sintiendo su corazón activarse y galoparse con fuerza atrayente.
Hace lo que su corazón dicta.
Empieza a buscar...

Camina hasta la puerta principal y la abre de forma rápida, su corazón se oprime al ver la causante de dicho llanto.

Una bebé en su puerta.

Los demás no tardan en llegar a ver a la pequeña personita de días de nacida.
Toma de manera rapida la canasta y entra a la bebé, bajo la atenta mirada de todos los presentes.

Todo surge de manera rápida.

La bebé está tan empapada que todo su cuerpo se ha convertido en tono rojo.
Tiene fiebre.
Arde en calentura.
Su respiración es errática...

La cena es dejada de lado, y todos ayudan al hombre que no se despega de la recién llegada.

El doctor que llega no tiene las mejores noticias.
<<La bebé es asmática, la fuerte lluvia y la humedad de su cuerpo ha provocado un severo daño en sus plumones>>

Dificultad para respirar...
Tratamiento de por vida...

Aunque el hombre tiene en sus manos la posibilidad de llamar al servicio social, hay algo en lo más profundo de su corazón, que le impide deshacerse de esa preciosa bebé.

Y así pasa una larga noche en agonía...

Pero, poco a poco, aquella bebé se recupera de manera milagrosa.
Cuando aquel hombre se despierta, ya que debido al silencio no noto en que momento cayó en los brazos de morfeo.

Se levanta de golpe del duro sillón, y se encamina hacia su cama, donde un pequeño ser, gorgotea de forma silenciosa.

Él se sienta con suavidad en la amplia cama de dosel, mirando aquella bebé que volteado todas las frasadas y su cuerpecito se retuerce tal cual gusanillo entre las almohadas.

Se acerca más para tocar su cabecita, pero al sentir su toque aquella bebé abre sus ojos.

Y la mirada lo deja sin aliento.
Unos ojos de color azul intenso se fijan los suyos, solo fue un segundo, pero solo eso fue necesario para establecer una conexión.

Y esa hermosa bebé en su cama hace un movimiento que jamás en su vida espero.
Le extiende sus brazos en espera de ser cargada.

El se encuentra extrañado por tal acción, nunca en su vida ha cargado un bebé.

<<¿Y si no lo hago bien?.>>

Con sus manos solo le niega a la bebé, pero es insistente y alza sus bracitos cada vez que el hace el intento de bajarlos.

Se desespera cuando ve que aquella bebé está apunto de llorar, y con rapidez la toma en sus brazos.

-¡No llores!. -exclamo sosteniendola con precaución un poco lejos de él.

El hombre la observa extrañado, cuando alza sus bracitos y toca su rostro, sus manitas divagan sobre el rostro de aquel hombre de semblante serio.
Cuando una de sus manos llega a su boca, por inercia deja un beso sobre la pequeña manita.

La bebé emite un gorgoteo feliz al sentir el cosquilleo de la barba del hombre.
Y se ríe.
Una risa entre pausas, que hace que el corazón del hombre se oprima de ternura.




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