XXVIII. Felices 18.
SAMANTHA MÜLLER.
Estar contemplando la luna a mitad de la noche me brinda una paz que jamás crei volver a sentir, me hace recordar momentos felices con mi padre, nuestras risas, chistes o abrazos.
Dicen que tú décimo octavo cumpleaños debe de ser único.
Para mí lo es.
Pero por las razones equivocadas.
—Ver por la ventana se a vuelto tu hobby por lo que veo Sam. —exclaman a mi espaldas, no me giro a ver, ya que sin duda alguna se que es Heider.
Me encogo de hombros con mis manos aún en barandal. —Me distrae.
—¿Me contarás lo que te ocurre?, No he sabido nada de ti en estos meses, y justo cuando nos reencontramos te siento distante. —comenta apareciendo a mi lado.
Suspiro sin mirarlo a los ojos. —Es una larga historia.
—Inicia, no estoy retrasado. —mira en modo de broma—. Tenemos tiempo de sobra.
Sonrió al ver la actitud bromista que lo caracteriza, y con toda la confiaba que tengo hacia él, le cuento con lujo de detalles los acontecimientos de los últimos meses, omitiendo algunos momentos +18.
No creo que le interese esos detalles.
Heider estudia psicología, esa fascinación que tiene por descifrar y entender los pensamientos de las personas lo ha hecho tomar caminos distintos.
Exhaló una gran bocanada de aire cuando llegó a la parte de las fotografías, por más dura que quiera parecer, la llaga de sus palabras está presente, y aunque dudo que el tengo algún resentimiento, mi mente fórmula preguntas acerca de cómo estará.
Mi yo buena y inocente.
Heider termina por escucharme con los labios fruncidos, por su parte siempre ha sabido entenderme como un hermano lo haría, mientras que Henrik es más de "¿a qué imbécil tengo que golpear?, ¿Que cabezas van a rodar?."
Heider es más comprensivo, y Henrik es más de puños y gruñidos. Pero aunque sus demostraciones son diferentes, los quiero como hermanos, y se que el sentimiento es mutuo.
—Ni en las mejores películas he visto tanta acción y drama. —dice para aliviar el ambiente.
—A sido... caótico. —exclamo haciendo pausas.
—¿Estás enamorada de él?. —pregunta.
No dudo en responder. —Sí, y lo peor de todo es que me enamoré sola.
—No lo creo así. —dice en tono calmado—. Creo que el se enamoró de tí, y aunque al final se comportó como todo un imbécil, probablemente fue por qué se sintió herido.
—No se que pensar. —le digo—. Con todo esto, no he tenido tiempo de pensar en las probabilidades.
—Podrías platicar con él. —comenta.
—No lo creo. —replico frustrada—. Malik no me conoce, y cuando lo sepa, no querrá saber nada de mí, y con justa razón por qué nunca fui sincera.
—No has sido sincera con decir de dónde vienes. —dice jugando con mi cabello—. Pero tú corazón si fue sincero ¿O me equivoco?.
Muerdo mis labios y niego, mis sentimientos no fueron una mentira.
Aunque Emma Slater si fue una mentira.
Suspiro. —Cuando todo esto pase, pondré mi corazón y mis sentimientos en orden.
Heider se acerca para darme un muy cálido abrazo, quedó recostada sobre su pecho, sientiendo los calmados latidos de su corazón.
—Si el se niega a escucharte Sam, mándalo a la mierda de una vez por todas. —dice, en respuesta me río sobre su pecho—. Lo digo encerio, y ese tal... ¿Jethro?, Cómo se llame, apuesto a que está enamorado de ti, yo que tú aprovecho.
Ambos nos reímos y una tercera voz se hace presente. —¿Quién va a aprovechar?.
Me sobresalto todavía abrazada a Heider, su gemelo se sigue riendo como si hubiera sentido la presencia de su gemelo desde antes.
El vínculo.
—No era nada importante. —le dice Heider con su mandíbula sobre mi cabeza—. ¿No puedes dormir?.
—No. —dice simple, muevo para verlo con una bandeja con 3 té—. Hice té.
—Gracias. —le digo dándole un beso en la mejilla tomando la taza—. Estaba a punto de hacerlo. ¿Y la nana?.
—En su cuarto, al parecer en su quinto sueño. —responde dándole la taza a su hermano—. ¿Te ves cansada?.
—Un poco, mañana va a hacer un día ajetreado. —respondo.
—Ahora Sam, son las 12:30. —lo observo sorprendida, con todas las conversaciones se nos olvidó el tiempo.
O sea que...
Ya tengo 18.
Heider me levanta del suelo, para apretarme a el de forma feliz. —¡Feliz cumpleaños enana!, A pesar de todo esto, debes de tener un buen recuerdo y nosotros lo haremos posible. —me guiña un ojo.
—¡Feliz cumpleaños Sami!. —dice Henrik abriendo sus brazos, me tiró hacia ellos de la misma manera—. Te quiero mucho, y no te vas a salvar de mis interrogatorios, ahora que tienes 18, se van a triplicar si es necesario.
—¡Ah caray!. —resoplo divertida viendo a Henrik de frente—. Se suponía que a los 18 tendría más independencia.
Bufa. —Ni lo sueñes. —no puede evitarlo, me río con fuerza todavía envuelta en sus brazos, si Henrik se entera que tuve una relación, va a investigar hasta quién fue el último de sus antepasados.
Aunque no le costaría mucho.
No note en el momento que Heider se fue, sino hasta que, viene con un pequeño pastel en sus manos, con letras implícitas.
¡Felíz cumpleaños Sam!, Y las velas a su alrededor.
Se acerca hacia mí con una sonrisa. —No hay que olvidar la tradición.
Mi mente se transporta a los recuerdos, donde mi padre llegaba exactamente a las 12 a mi habitación, con un pastel y cantaba el feliz cumpleaños, seguido de los gemelos y demás familia presente.
Siento mis ojos húmedos, y rápidamente quitó las molestas lágrimas, formo una sonrisa cuando bajo y soplo bajo su vigor cantar.
Heider deja el pastel sobre la mesa, y ambos me envuelven en un abrazo, me conocen tan bien, que saben que estos momentos me llenan de felicidad y a la vez de nostalgia y tristeza.
Momentos como estos: Felices y sencillos, son los que atesoraré durante toda mi vida.
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Editado: 05.11.2021