CAPÍTULO 24
Ha pasado un mes desde que llegué a Reino Oculto. Y no ha sido de todo cómodo tener que ver a un amor del pasado que me borraron la memoria, de escuchar palabras bonitas sobre ser la novia de su líder o las veces que su hermana se ha metido con mi pensamiento.
Aunque para ser verdad, poco a poco me fui soltando. A confiar de nuevo, porque no creo que todas las personas sean igual a Connor. Voy asimilando que nunca fue mi verdadero amor, que nunca estuve enamorada de él... simplemente fue una falsedad y no existe esa versión. Además, ya sé cómo se meten en mis pensamientos, por lo que decido bloquearlo, todavía no tengo la habilidad que sea eterno el bloqueo, pero al menos es algo.
Es martes y hay un montón de nieve cayendo del cielo, desde la ventana de mi habitación me fijo en las personas jugando e incluso niños haciendo construir un muñeco de nieve. Perfecto.
—Extrañas Pandora ¿no? —dijo él, sabía su voz. Me alejo de la ventana y volteo para observarlo, se encontraba en una esquina de la habitación.
—Lo extraño, pero ahora me es imposible ir. —dije para mí misma, —Probablemente tenga alguien dateando la zona, si sabe que estoy viva... me matará, estoy segura.
—¿Sabes por qué lo hizo? —dijo él acercándose más a mí, —No puedo creer que haya utilizado mi nombre para hacerte eso
—Daniel... hay algo que he aprendido desde que me puse a practicar mi poder —dije acercándome más a él. Él me observó por unos instantes, tratando de saber cual era mi siguiente paso, pero estaba bloqueado. No podía ingresar a mi cabeza.
—¿Qué aprendiste?
Lo miro directamente a los ojos, quiero meterme en su cabeza, pero es imposible, pero descubro algo que lo puedo llevar a mi favor.
—¿Estos son recuerdos o es una historia creada por ti para que te crea? —digo mirándole a los ojos, él no dice nada por lo que me acerco un poco más.
—Kami... ¿qué hablas?
—No me mientas más, sé tú secreto.
—¿Qué secreto? Dime —se acerca un poco más a mí. Alcanzo a oler su perfume varonil.
—Estás unido de Connor, lo veo, aunque no me permitas... —digo con asco, —Eres un mentiroso.
Me alejo de él, sabía que tan fácil no sería. Daniel trata de acercarse, pero utilizo mi poder para empujarlo hacia atrás, cuando estoy a punto de dar la vuelta lo escucho en mi mente.
Se supone que nadie puede hablarme.
Por favor, detente. Te lo explicaré todo.
No necesito que me cuentes cuando con sólo ver tus ojos me di cuenta lo mentiroso que eres.
Hazme caso por favor, ¿crees que estoy de lado de él?
¡Sí!
El muy imbécil se robó mi nombre y se robó a la chica que más amaba en el mundo... Kami, yo no sabía nada de lo que te había sucedido
Pues que buen amigo fuiste
De pronto ya no pude caminar. Quise dar otro paso, pero era imposible, una energía blanca me enredó por la cintura mientras Daniel se acercaba hacia a mí.
No me dejas otra opción, traviesa
Cállate.
Los recuerdos son reales. Más bien, Reino Oculto es un lugar sin mentiras, por lo que cada persona no puede mentir... si es cierto que conocí a Connor, pero fue en una etapa que tuve que unir fuerzas por la muerte de mi padre, no tenía idea que él era el causante de ese asesinato hasta que me enteré y dejé que ser su liado. Ahora que me pongo a pensar, su plan fue que me mantuviera alejado de ti, así él aprovecharía de ti.
No te creo nada, todos son unos mentirosos
¿Quieres creerme?
La energía que estaba en mi cintura me retrocedió unos pasos atrás, sabía que él tenía que ver con ello por lo que me hizo mirarlo a los ojos. De pronto, observé como me permitía abrir sus recuerdos, entonces me adentré.
Había recuerdos vagos de su infancia, allí estaba yo en uno de sus recuerdos. Jugando con una niña a correr mientras él sólo me miraba a mí. En otra aparece un recuerdo vago de sus padres discutiendo en frente de él.
Veo muertes, sufrimiento, más muertes, hasta que Daniel me hace detenerme en un punto fijo: Nuestra relación.
Era nuestra primera cita, después de tanto, Daniel se había confesado ante a mí y yo lo acepté a gusto. Estábamos en unos parques de Reino Pandora, sentados en el césped mientras pequeñas raciones de comida estaban frente a nosotros.
—¿Te gusta el lugar? —dijiste. Nervioso.
—Sí, gracias por llevarme aquí. En serio amo este lugar
Daniel sonrío a mi comentario, me ruboricé con sólo verlo, tan guapo como cualquier otro. Me acerqué a él y le planté un beso en su mejilla a lo que él, sorprendido, abrió los ojos con una pequeña sonrisa en el rostro.
—¿Sabes que es un delito besar a alguien de sorpresa, traviesa?