Un kilo de amor ¡por favor!

Capítulo 1

Celina

Me encuentro en la cocina de mi negocio, preparando todo para hornear muffins de vainilla con chocolate, mientras peso los ingredientes, azúcar, manteca, harina, polvo de hornear, leche, casco los huevos y dispongo todo en pequeños vols., a mí mente viene la imagen de mí madre en el hospital en donde se encuentra internada desde hace varias semanas, ella está atravesando una terrible enfermedad.

—¡Connie! —me llama Elsa mí ayudante, quien está conmigo en mí pequeña pastelería ubicada en el centro de la ciudad.

—¿Qué paso? ¿Llego otro pedido? —dije mientras limpio mis manos con un repasador.

—Te busca un señor afuera —me informa y centro mi atención en ella.

—¿Quien? Un cliente, tiene algún pedido especial que solicita mí presencia —pregunte sin saber.

—No lo creo, está todo trajeado ¡Parece sacado de una película! —reí ante la referencia de Elsa.

—Ahora voy a verlo, pero antes quédate aquí y ve haciendo la masa en la batidora —lave mis manos antes de salir y al pasar las puertas blancas doble vaivén había un señor muy elegante, tal y como Elsa lo describió.

—Buenos días ¡Bienvenido a Los dulces de Connie! ¿En qué puedo servirle? —le consulto al verlo.

—Buenos días, señorita Monterrey, soy Eduardo Peña, del estudio jurídico encargado de su embargo —la última palabra hizo eco en mi cabeza y me perdí.

—¿Cómo dijo? ¿Qué embargo? —pregunte lo último con la voz apagada.

—Así como escucho, el préstamo que usted saco hace unos meses se encuentra atrasado en su pago, motivo por el cual la casa financiera acudió a nosotros para que usted pague con su inmueble comercial dicho préstamo —mi mundo se vino a mis pies al oír lo que dijo, pero no me daré por vencida, ya que esa palabra no existe en mi vocabulario.

—¿Hay alguna forma de frenar el embargo? No puedo quedarme sin mi fuente de ingreso, además me costó años tener lo que usted ve —señale la pequeña pastelería.

—Por eso estoy aquí, señorita Monterrey, podemos hacer una nueva forma de pago, en donde usted se compromete a saldar así su deuda, si usted cree no poder hacerlo, el embargo será efectivo en las próximas 72 horas.

—¿De cuantas cuotas hablamos? —consulte para saber si podía hacer números, aunque últimamente mis ganancias no me daban abasto con los gastos médicos de mi madre.

—La invito a pasar por nuestras oficinas y allí ver las ofertas que tenemos para usted —dijo aquello y luego se fue.

—¿Quién era? —consulto con evidente curiosidad Elsa.

—Un trajeado malhumorado, solo me dio malas noticias, ni un muffin o dona compro, con razón tiene cara de aburrido, se le nota la falta de azúcar —respondí ofuscada.

—¿Y por qué vino? Si no compró nada —consulto curiosa.

—Hace dos años saque un crédito para renovar la cocina de la pastelería, para poder adquirirlo tuve que hipotecar el local, mi madre enfermó y me atrase en las cuotas, por eso quieren embargarme la pastelería.

—¡Por dios! ¿Qué vas a hacer? —pregunto con preocupación en su rostro.

—¡No lo sé! Por ahora me queda asistir al estudio jurídico para poder hacer una nueva forma de pago, no perderé el trabajo que me llevo años levantar.

—¿Y si buscas un nuevo trabajo? —me tira una idea Elsa.

—¿Cómo? No entiendo.

—Se que estás pensando en decirme que no podrás seguirme pagando, pero eso no importa, yo puedo hacerme cargo de la pastelería y tu busca un trabajo aparte para poder completar el dinero de las cuotas —me dio a conocer su idea.

—Agradezco tu ayuda, pero no puedo hacerte trabajar gratis —negué con mi cabeza.

—No trabajare gratis, además vivimos en la misma casa, ambas buscaremos un trabajo, tú en la mañana así yo estoy en la pastelería y viceversa en la tarde y así ambas no lo dejamos de atender ¿Qué te parece?

—Es una buena opción, ahora sigamos con los muffins así ya lo subimos en la página para que nuestros clientes vean el menú completo del día.

Hoy era viernes y el menú dulce del día es el siguiente:

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Los Dulces de Connie

Alfajores de Maicena

Muffins de vainilla

Donas de chocolate

Profiteroles de crema

Pastafrola de membrillo

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Al día siguiente

 

Me levanté con toda la alegría que me caracteriza, me puse un conjunto que consistía en una camisa blanca con líneas rosas chicle, un pantalón rosado, zapatillas blancas, mi cabello rubio lo llevo suelto con una bincha blanca de plástico. Antes de asistir al estudio jurídico pase por la pastelería que quedaba en la planta baja de mi casa, saque de la heladera una torta Matilda, que es puro chocolate, la coloque en una caja blanca, y le puse un gran lazo rosa, pedí un Uber y espere para poder ir a mi destino.

—Buen día, soy Connie tengo una cita —me anuncie al llegar en la recepción de este gran edificio, al parecer era gente con mucho billete, porque todo era lujoso.

—Buen día ¿Con quién tiene cita? —me consulto y recordé la tarjeta del trajeado.

—¡Cierto! ¿Puedo apoyar la caja aquí? —pregunte mencionando la mesa de entrada, y ella asintió, busque el papel en mi bolso hasta que lo encontré y se lo di.

—Ya la anuncio con el piso del estudio —levanto el teléfono de línea y hablo, luego me entrego un gafete y me lo coloque en mi camisa. Me indico subir al piso 20, hice lo que me dijo y mientras subía pensaba que le diría al copetudo que ayer visito mi pastelería, al llegar baje de la caja metálica e ingrese en el piso del Estudio Jurídico Herladrys, hasta el nombre del estudio es elegante, pensé.



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En el texto hay: comedia, amor, babysitter

Editado: 29.05.2022

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