Nicolás pudo volver a casa, pero no tuvo espacio para descansar pues tenía que ir al trabajo, por lo que sin más se dio una ducha rápida, compro un pan y una leche de cuadro en una tienda y se dirigió al café.
— ¡Que mala cara ¿Qué te paso?!— Coleta se mostró preocupada cuando lo vio entrar.
—Salí a caminar— Nicolás negó con la cabeza y se paró junto a ella en la barra, todo para comenzar a preparar los suplementos para el café mientras soltaba un largo bostezo— Pero creo que perdí la noción del tiempo.
— ¿Saliste a caminar…? ¿Hace cuánto?— Preguntó la mujer, primero incrédula y luego mirándolo con una ceja levantada.
—Eran como las… ¿Once de la noche? La verdad no me acuerdo, pudo ser antes— Nicolás se encogió de hombros mientras se colocaba su babero como si nada y comenzaba a encender las maquinas.
—Espera, espera, debes descansar…— Coleta le sujeto el brazo.
—Estoy bien— Nicolás la aparto un poco brusco— No soy un niño ¿De acuerdo? Se lo que es venir a trabajar desvelado, ya me ha pasado, ahora solo déjeme hacerlo ¿Bien? No me voy a romper por una noche de desvelo.
Su tono también era bastante brusco.
Coleta solo pudo asentir y centrase en terminar de hacer limpieza.
La pobre mujer no sabía lo que el chico podría estar pasando pero tampoco iba a presionarlo sobre eso, de hecho, por el contrario, lo dejaría estar. Si quería trabajar, era lo mejor para él.
Aunque muy en el fondo quería mandarlo a su casa a descansar pues no se sentía como cualquiera de sus otros desvelos. Es la primera vez que es brusco con ella.
La tarde de trabajo fue bastante tranquila aunque muy silenciosa.
—Gracias, ya me voy— Fue lo único que le dijo Nicolás antes de salir de ahí.
El joven solo podía pensar que no era un idiota. Hizo su trabajo bien y no molesto a nadie ¿Por qué debían tratarlo como un idiota o como alguien frágil? Si, era una fracasado pero ¿Y qué? ¿A ellos les molesta, si hace su trabajo bien?
Quizá… Solo seguía susceptible.
Se encamino a su casa, compro algunas cosas para pasar la tarde y volvió, con la idea de volver a olvidarse de todo. Quizá a dormir porque lo necesitaba o quizá solo a mirar su documento en blanco con impotencia.
—Ah, vienes del trabajo— Lo saludo Benjamín, esbozando una leve sonrisa. Estaba frente a su puerta.
—Si…
—Bueno, solo quería hablar del nuevo capítulo— Benjamín había impreso el capítulo como siempre hacia cuando tenía correcciones que hacer, lo que provoco una mueca casi imperceptible en Nicolás.
Nicolás se abrió paso con un empujón para abrir su departamento.
Vejamen lo ignoro y ambos se acomodaron en la mesa de siempre. El editor abrió el sobre para mirar su contenido fijamente.
—Mira, creo que deberíamos cambiar esta parte para que tenga sentido con las notas que tengo que espero no hayas cambiado. La cosa es que necesitamos dejar en claro estos conceptos más adelante para no marear al lector.
—Mira, creo que no deberíamos cambiar nada…
— ¿Cómo?— Benjamín le miro extrañado.
—Creo que lo escribí está bien, eso es todo.
—No cuestiono tu capacidad…
Nicolás soltó una risotada interrumpiéndolo— ¿Ah no? ¿Entonces porque estás aquí con ese montón de papeles? ¿Para felicitarme? No lo creo ¿Verdad? Es porque el capítulo debe ser corregido, cambiado a otra cosa que yo no escribí en primer lugar.
Benjamín noto que Nicolás no estaba del todo bien. Movía mucho más sus manos de lo que hacía normalmente y su expresión parecía estarse cayendo a pedazos.
—Escucha…
—No, tu escucha, no voy a cambiar una mierda, lo que escribí está bien ¿De acuerdo? Si no te gusta, busca otro escritor, qué más da, ya no me importa, es mi obra, yo la voy a cagar y punto ¿Si?
—Nicolás, tómalo con calma, veras…
—Ya estoy harto de que todo lo que hago está mal, ya estoy harto de que siempre tenga algo que cambiar ¿No está bien como esta? Me estás diciendo que mi esfuerzo por hacer lo que creo que está bien, ¿Está mal? Que no importa que tanto trabaje, siempre voy a necesitar una corrección, siempre el problema soy yo… Perdón, perdónenme todos por no ser lo que esperan, perdón no terminar de encajar las piezas como debe ser, de verdad.
Nicolás estaba diciendo esas palabras con enojo, apretaba sus puños.
—Escucha amigo, creo que debes…
—Creo que te vas y no vuelves…— Le dijo Nicolás haciendo una mueca— Manda el capítulo así y no, entonces no lo mandes, ya no es mi problema yo cumplí ¿De acuerdo? Nos vemos.
Benjamín no pudo decir nada, entonces se levantó, tomo sus papeles y salió del departamento.
Nicolás tomo la bolsa de sus insumos y e hizo lo mismo para irse a su cuarto.
El joven escritor se tumbó en la cama y abrió uno de los dulces que compro pero mientras comía noto que estaba llorando ¡Era tan frustrante! Odiaba nunca ser lo que alguien espera.