Un libro escrito con el corazón.

11

A la mañana siguiente, Renata se encontró en la cama, sola, completamente extendida, con los brazos y las piernas como estrella de mar, mientras babeaba la almohada de su hermano menor. Aparte de eso, su hermano no estaba, lo que la preocupo un poco de entrada.

—Nicolás— La mujer se levantó muy rápido, tanto que se mareo pero no se detuvo, saliendo de la habitación para encontrar el departamento igual de vacío— ¡Mierda, ahora donde…!

Entonces vio en la mesa su desayuno, un par de huevos duros y un poco de arroz blanco, además de una nota que le pedía que cerrara con llave cuando se fuera y que le agradecía por todo.

—Tonto— Reneta se tragó sus lágrimas, aunque ahora eran de felicidad.

Mientras tanto, Nicolás había llegado al trabajo.

—Buenos días— Saludo Coleta, aunque notándose que apretó los labios, como si quisiera decir algo más pero sin animarse a hacerlo.

Nicolás se puso a su lado detrás de la barra y bajo la vista— ¡Lo siento de verdad! Sé que he sido muy grosero contigo y no te lo merecías cuando solo te preocupabas por mi… No necesitas perdonarme y si quieres puedes odiarme pero…

— ¿No quieres que te corra?— Coleta le contemplo con seriedad.

—Me gusta el café de aquí y…

— ¿Y…?

—También me gusta este lugar y…

— ¿Y…?

­—Tú también me gustas— Nicolás levanto la vista para ver a Coleta, quien tenía una gran sonrisa de oreja a oreja. Este noto que ya la miraba, por lo que cubrió su rostro y acto seguido se dio la media vuelta para, según ella, seguir acomodando cosas.

—Pues si no quieres que te corra, entonces te tocara trabajar el doble ¿Bien?— Coleta se giró cuando su expresión se volvió un poco más neutral— Tendrás que atender a algunos clientes así que…

—Yo solo hago los cafés y…

Coleta se cruzó de brazos— Si no te gusta lo suficiente este lugar, entonces tendré que…

—Bien, lo hare— Nicolás negó con la cabeza y tomo la escoba, aunque su expresión ahora ya parecía la misma de siempre, o sea, irritada pero no tan molesta como quería parecer— Primero voy a barrer y trapear ¿Si?

Coleta no pudo evitar esbozar otra gran sonrisa al verlo.

Siempre era mejor verlo así que ahogándose en un vaso de agua del que claramente podría salir con su ayuda o la ayuda de cualquier persona. Fue lo correcto hablar con su hermana mayor sobre el asunto.

Casi puede recordar la primera vez que hablaron.

Justo acaba de terminar de entrevistar a Nicolás y este ya había salido del local, esbozando una sonrisa orgullosa pues Coleta le dio el puesto de barista, aunque el chico fuera un principiante.

Lo acepto porque ella también fue principiante así que… Seguro aprenderá. Y las manos para limpiar nunca estaban de más.

—Hola— Renata entro corriendo— Ese chico… ¿Vino a pedir trabajo?

— ¿Eh? Si…— Coleta le miro, con curiosidad mientras limpiaba la barra— Disculpa ¿Quién eres?

—Soy su hermana mayor y sé que esto está mal pero por favor ¡Acéptalo! Puede parecer un chico con mala cara pero es un buen tipo y aprende rápido, además, es muy limpio así que te ayudara en todo y…

—Vale, vale, lo entiendo— Coleta la detuvo pues estaba hablando muy rápido— No necesitas pedirme eso, lo acepte, yo también note que es un buen chico, gracias… Esto es muy raro.

— ¿De verdad? ¡Gracias!— Renata volvió a agradecer en voz alta— Y me disculpo de antemano, es… Raro pero no se lo diga ¿Bien? Y si le hace algo, me disculpare con él y si usted le hace algo, yo le hare algo peor ¿Podría pasarme su número? Solo por si acaso…

¿Por qué aceptar a un hermano problemático y con una hermana que acaba de amenazarla?

Bueno, ella pensó que eran buenas personas pese a todo y sobre todo le cayeron bien lo que era raro, ya que ella misma ya había rechazado a varias personas que parecían mucho más aptas para el trabajo con personas y sobre todo, preparando café.

O quizá solo estaba tan loca como ellos.

No pudo evitar esbozar una gran sonrisa al ver a Nicolás tomando pedidos con aquella sonrisa extraña que solo le salía a él y con ese tono mucho más suave cuando hablaba.

O quizá solo sabía que se iba a divertir. Ella lo noto desde la entrevista, que no era diestro en nada, salvo quizás escribiendo, un talento que hasta a él le costaba ver pese a que trabajaba de eso.

Cuando su día termino (Más cansado que otros días), Nicolás regreso a su casa, no sin antes comprar ingredientes pues estaba pensando en cocinar mientras escuchaba música. Seguro eso le ayudaría a levantar su propio ánimo.

Entonces se topó con Bianca, quien estaba sentada frente a su puerta, deshilachando su chamarra blanca de lana.

—Carajo ¿No tienes calor?

—Mucho— Aseguro la joven haciendo una mueca— Pero me acostumbre a no quitarme nada para evitar perderlo ¿No es horrible?

—Yo hacía eso— Nicolás sonrió de lado.

— ¿De verdad?— Bianca sonrió.



#6466 en Novela romántica
#676 en Joven Adulto

En el texto hay: celos, drama, drama -romance

Editado: 18.04.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.