Un lobo en el bosque

12


Solo tenía que esperar, siempre va y vuelve a la misma hora, he podido darme cuenta en estos últimos días.

¿He memorizado su horario? La pregunta es, ¿por qué no?

Después de todo no puedo dar un paso en falso, tengo que ser cuidadosa y más si no quiero que descubra a Níveo, que cada día va creciendo; lo cual me preocupa, es obvio que no siempre será el tierno cachorro pero, ahora necesitará más espacio para correr o ejercitarse, tiene necesidades como cualquier otro ser vivo y yo como su cuidadora tengo que darle esos gustos.

Eso a veces me preocupa, ¿si alguna vez quiere irse? Quizás, cuando sea grande va a querer tener una familia o una manada, no siempre estaré con él. No sé cómo sería mi reacción si eso aconteciera y me siento algo estúpida al pensar eso, cuando es obvio que todavía falta para eso.

Pienso todo esto mientras muevo mis muñeca. Ella me observa, puedo sentir su mirada fija en mí, puedo escuchar el sonido de las llaves al ser recogidas por ella, mi abuela. Quizás observa mi rostro apagado, las leves ojeras de mis ojos; que por suerte no se notan demasiado la causa de estas es Elyse.

—Pensé que eras principiante pero debo decir que el tejido te esta quedando, bien.

Levanté la mirada y dejé de mover mis muñecas, la palabra "Bien" lo pensó varios segundos antes de decirlo, ella acaba de darme un cumplido.

—Gracias. Le he puesto mucho de mi esfuerzo.

Ella asintió, dió pasos hacia el ropero, tomó su caperuza negra.

—Volveré luego.

Eso fue lo último que sus labios pronunciaron y el ruido de la puerta al cerrar se hizo presente.

Seguía sentada en el sofá, las agujas las tenía sostenidas en mis manos, visualice mi tejido; le faltaba poco para terminar así que seguí.

Duré varios minutos con el tejido en mis manos, solo le faltaba uno que otro detalle que haría después. Me levanté del asiento y me fui al lugar el cual siempre iba.

Con Níveo.

Puedo decir que ya es una rutina para mí.

Antes de salir de manera monótona revisé que todo estuviera despejado; el bosque no emitía ningún sonido, ni las hojas de los árboles eran movidas por la brisa.

Hoy parece ser un día tranquilo.

Caminé con pasos sueltos, Pae también está creciendo. Me quedo mirando mientras subía las escaleras, él también merece de mi atención.

—No me veas así, volveré por ti.

Eso dije antes de desaparecer de su campo de visión.

Entré y lo primero que encontré fue a Níveo calando sus dos patas en mis piernas, su cola se balanceaba de un lado a otro mientras jadeaba.

—Níveo, tranquilo.

Susurré mientras acariciaba con las yemas de mis dedos su mejilla, dejó de emitir ruido, ya su respiración era tranquila. Me había posicionado a su altura, él está sentando mientras recibía acaricias por mi parte.

—¿Quieres dar un paseo?

Esperé alguna reacción de su parte pero es poco probable que me entienda. Di palmaditas a su cabecita antes de levantarme y sacudir mi vestido.

—Vamos.

Bajamos las escaleras, se alejó de mi lado por algunos segundos, me quedé observando a donde se dirigía. Vi como asomaba su cabeza en el recinto de las cabras por suerte estas no tuvieron una mala reacción; al contrario lo observaron pero Pae acercó su cabeza y se impulsó hacia delante, lo cual hizo como resultado que Níveo se alejara.

La otra cabra solo ignoraba la constante mirada curiosa del cachorro.

Salimos al exterior y el cielo se encontraba nublado. La nariz de Níveo no duró mucho para acomodarse en el suelo por unos segundos mientras aspiraba la tierra, quizás buscando un olor conocido.

Mis pies estaban en el mismo lugar, solo observaba lo que él hacía y daba algunas miradas alrededor buscando una mancha negra acercándose al camino, por suerte, nada.

Se acercó al tronco de un árbol cercano, pude ver cómo levantó su pata trasera y esparció un líquido. Antes de eso pude ver como olfateó primero antes de orinar.

—¿Regresamos?

Observé a Níveo y este ni se inmutó con mis palabras, ¿por qué le pregunto? Ya debemos irnos.

—Níveo, vamos.

Insistí pero él dió pasos hacia el bosque, lo cual me preocupó así que, sin pensarlo dos veces lo seguí.

Seguía caminando tranquilo mientras observaba su alrededor, puedo decir que ha crecido algunos centímetros o quizás este exagerando. Todo marchaba bien hasta que por accidente pisé una hoja haciéndola crujir lo cual no pasó desapercibido por Níveo.

Creí que daría la vuelta hacia mi dirección pero no fue así, en cambio siguió caminando extendiendo más  sus piernas.

Quiere que lo pierda de vista.

Acomodé mi cabello hacia atrás y empecé a mover mis pies con velocidad mientras veía mi alrededor y me fijaba en el suelo; no volvería a hacer ruido.

Me dirigí a otro árbol, donde podía visualizar una mancha blanca, así que cambié los pasos rápidos a lentos y silenciosos, me fui acercando.

Las hojas resonaban en el bosque, el causante de esto era la brisa que movían aquellas como si fuera un papalote. Me fui acercando cada vez más a mi objetivo y cuando vi la oportunidad me lancé.

—¡Níveo! Eh, ¿Níveo?

Lo busqué con la mirada pero no lo conseguí, observé mi alrededor y nada. Caminé con pasos lentos, mis pies no sabían con exactitud a dónde dirigirse.

—Níveo.

Pensándolo bien, fue una terrible idea dirigirme a lo profundo del bosque, ¿cómo regresaría? Volví a llamarlo pero esta vez con el ceño algo fruncido.

Solté un suspiro y me di la vuelta para retroceder por donde mis pies alguna vez habían caminado, la solución no era alejarme más de la cabaña, ni si quiera sé que hora es, quizás mi abuela esté de camino.

El bosque está muy silencioso para mi gusto, así que caminaba a pasos rápidos mientras que buscaba con la mirada a Níveo y algún camino familiar.

Seguía caminando pero algo interrumpió mis pasos; Níveo se impulsó en dirección a mi pierna pero  mi cuerpo ni se inmutó por su peso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.