Un lobo en el bosque

17

Tuve que dejar a Níveo, supongo que luego se transformó en Neithan. Esto todavía era confuso para mí, ahora tenía muchas preguntas sobre su especie y no se escaparía de mi tan fácilmente, ya que cuando regrese de clases lo visitaré.

Volví a la cabaña con éxito y cuando llegué a mi habitación me tumbé en mi cama y observé el techo por unos segundos.

Esto parecía un sueño, una fantasía. Enserio aquella pequeña pensaría que tendría que pasar por esta situación, ¿no? Ni en lo más profundo de mi imaginación pensaría eso.

Ya había pasado cuánto, ¿Un mes? Desde la pérdida de mi madre, Cecilia. También desde que no veo a mis amigos y a mi nana Petunia. Ni si quiera he tenido tiempo de llamar a Rose.

¿Por qué me acuerdo de ellos ahora?

Me siento culpable por no estar pendiente de ellos, tengo tantas cosas en mi cabeza. También hay impedimentos como la señal, el internet, la distancia.

Solté un pequeño suspiro para tratar de dormir, mañana sería un largo día pero aún esperaba que pasara rápido para estar con Níveo o Neithan.

Me levanté y solo faltaba unos 10 minutos para entrar a mi primera clase, estaba de más decir que voy tarde, traté de alistarme rápido, bajé a la cocina y ahí estaba mi abuela.

—Buenos días —mencionó de manera cordial y serena.

La observé comer lo que parecía unos panquecitos de vainilla, se encontraba sentada viendo cada movimiento que hacía mientras masticaba de forma tranquila.

—Buenos días —respondí.

Agarré una taza de plástico y me serví una cantidad generosa de café, aún tenía sueño y sentía que mis ojos se cerrarían en cualquier momento.

Tomé un pequeño sorbo para saber si estaba caliente y estaba tibio pero ya no me daba tiempo recalentarlo así que lo bebí así. Miré a Adelén y descubrí que estaba viendo un punto fijo, al parecer miraba mi cabello.

—¿Te peinaste?

Tenía el rostro expectante, también vi como arqueó una ceja para luego bajarla y darle un sorbo a su café, ¿tenía que responder algo tan obvio?

—Digamos que sí.

Si un moño mal hecho cuenta como peinado.

—No parece.

¿Verdad que no?

Decidí no responder, no tenía ganas de tener un debate sobre lo que es y no un peinado adecuado, acabé mi café para así lavar la taza que había ensuciado y lo guardé en la vajilla.

Me aseguré que mi mochila tuviera los cuadernos que tocaban hoy y sí, todo en orden.

También escuché el ruido de la llave, Adelén también había acabado su desayuno y el mío consistió en café, muy nutritivo.

—Te sientes bien? —preguntó con curiosidad.

Me sorprendí ante esa pregunta, simplemente no la esperaba pero respondí fingiendo un tono ansioso.

—Más que bien —le regalé una sonrisa cerrada.

También dejó los platos en la vajilla mientras cerré el cierre de mi mochila y la acomodé en mis dos hombros.

—Bien —soltó no del todo convencida por mis palabras.

No sentía ningún tipo de rencor hacia mí abuela, después de todo debió ser difícil perder a la persona que amas solo por se diferente y no siempre vas a querer contarlo, podía entender eso.

Así que por alguna razón antes de irme me acerqué a ella y le di un pequeño beso en la frente.

—Adiós.

Pude sentir lo rígida que se puso cuando me acerqué a ella, también me sentí rara al hacer eso, ya que mi nana era la que besaba mi frente pero, solo sentí la necesidad de hacerlo antes de irme corriendo al colegio.

—Nos vemos —la escuché decir.

Cerré la puerta y antes de correr observé el granero para luego irme sintiendo la brisa en mi rostro, también temía que el moño se soltara y ni si quiera me dió tiempo de desenredar mi cabello.

Pasaron algunos minutos, por fin llegué a mi clase y el profesor aún no estaba en el salón, sonreí al no verlo.

Tomé asiento cerca de la chica que me indicó nuestro salón y esperamos hasta que vimos al profesor entrar, algunos se quejaron porque llegó tarde pero, era obvio que me quedaría callada.

El profesor ignoró aquellos reclamos para empezar las clases, saqué mi cuaderno y mi lápiz para empezar a escribir.

Al terminar la clase guardé mis cosas y esperé el momento adecuado para hablarle.

—Hey, Cam.

Ella volteó buscando el dueño de la voz y cuando me vio sonrió para acercarse a mí.

—¡Jenny! ¿Cómo te va?

Le regalé una pequeña sonrisa, era una castaña con pequeños mechones ondulados alrededor de sus hombros y con una mirada tierna con ojos de color avellana.

—Bien, aunque ha sido un poquito difícil acostumbrarme.

La sonrisa que traía Cam desapareció al escuchar eso, observó de manera atenta mi rostro para soltar un pequeño suspiro.

—Se nota. No has dormido bien, ¿no? Te ves cansada —comentó.

Le regalé una sonrisa cerrada para asentir levemente como respuesta, quedamos en un pequeño silencio que aproveché romper para decirle.

—Sé que tenemos poco tiempo conociéndonos pero necesito un favor, es algo íntimo.

Mencioné mordiendo mis labios con algo de nervios, ella era mi única opción, con Elyse no podría poner una buena excusa.

Ella me miró extrañada, había fruncido el ceño y su sonrisa desapareció.

—¿Íntimo? Dime a qué te refieres para comprender.

Pensé alguna manera para que el ambiente no se volviera incómodo pero no había forma, por suerte estábamos solas en el salón ya que todos se fueron cuando la llamé.

—¿Me puedes conseguir ropa interior? ¡Espera! No es para mí. Es para mi primo pero no tengo idea dónde encontrar, ya sabes. Soy nueva en este lugar.

Hablé un poquito rápido y lo confieso. Observé el rostro de Cam, este se había relajado pero aún se veía algo perpleja.

Lo que hago por ti, Neithan.

—Oh. No sabía que tenías primo y es la primera vez que alguien me pide un favor así —Cerró sus ojos al sonreír sin mostrar sus dientes.

—Prefiere no salir. Se queda tanto tiempo en su habitación que casi la abuela no sabe su existencia —Reí de manera forzada para tratar de disimular los nervios que ahora tenía.




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