Entré al granero para ver a Neithan, antes fui a la cabaña y esperé de manera paciente que Adelén se fuera a entregar los pedidos diarios, había veces en los cuales ella pedía mi ayuda pero ha pasado tres días desde que no lo hace.
Antes de subir aquellas escaleras dirigí mi vista a las cabras.
—Pae. Que grandes estás —Exclamé con ánimo.
Había aumentado un poquito de altura y peso corporal, eso me alegraba. Observé como me miró fijamente, con algo de duda acerqué mi mano para acariciarle, me sorprendió cuando no me atacó sino que correspondió mi gesto, sonreí para luego traerle su porción de alimento también a la que se situaba a su lado que por cierto desconocía su nombre pero, podía notar que la abuela le tenía cierto cariño.
Miré por algunos segundos como movían su mandíbula de manera sincronizada para luego dirigir mis pies al segundo piso.
Cuando llegué toqué la puerta con mi puño cerrado unas tres veces, esperé algún tipo de sonido pero al no escuchar nada decidí entrar de todas formas.
—¿Neithan? —llamé con los nervios de punta cuando abrí la puerta.
Lo capté mientras miraba fijamente la puerta desde un rincón de la habitación, tenía el ceño fruncido pero al verme relajó su rostro y quedó en el mismo lugar, aún tenía aquel suéter de color gris, podía ver sus piernas lechosas las cuales estaban cruzadas.
"Debe sentirse incómodo" al menos pronto tendría algo abajo que le aguante.
Me extraño que estuviera tan callado, no pronunció ninguna palabra al verme, solo me veía, ya me estaba empezando a sentir patética parada en el mismo lugar.
—¿Por qué no hablas?
Cuestioné algo confundida, la mirada de Neithan se desvió por algunos segundos hacia algún punto fijo para luego mirarme nuevamente a los ojos.
—Creí que era tu abuela —lo escuché decir.
Fruncí el ceño ante aquella respuesta, porque era absurda a mí parecer pero al ver el rostro preocupado y sonrojado de Neithan, algo en mí sintió romperse, quizás este exagerando pero no sé porque sentí una pequeña presión en mi corazón. Suspiré para tratar de calmar aquella tensión en mi cuerpo.
—¿Ella tocaría la puerta para entrar?
La sola idea de imaginarla tocar un lugar que es de su propiedad para entrar, me parece imposible conociéndola o al menos comprendiendo sus actitudes.
Neithan al escuchar mis palabras hizo un pequeño mohín con sus labios, mientras pensaba alguna respuesta.
—No sé, no la conozco.
Observé como acomodaba sus piernas pero de manera inmediata desvié la mirada para posarla en su rostro, pude notar que se había levantado para caminar hacia mí.
Ignoré su mirada fija en mí para responder con un tono fingido que demostraba calma, aunque sentía mi corazón latir con fuerza sin saber la razón concreta.
—Créeme, no lo haría pero, espera. ¿Cómo sabes de ella?
Al principio le respondí como si fuera obvia la respuesta pero luego pensé por algunos momentos y me di cuenta que nunca hablé de ella con él.
Cuando posee la mirada en Neithan tenía sus ojos fijos en mí, la distancia entre nosotros ya no era tan larga pero aún me encontraba en un mismo lugar.
—Me contaste —explicó.
Fruncí el ceño ante esa respuesta porque no era verdad y aún así me mentía. Me acerqué unos pasos más a él para confrontarlo pero no se inmutó, solo me veía expectante ladeando la cabeza.
—No, se lo conté a Níveo —aclaré.
Neithan me miró extrañado para luego tomar asiento nuevamente en el suelo, suspiró para agregar:
—Sí y él es parte de mí, puedo ver lo que él ve, escuchó lo que él escucha y puedo sentir lo que él siente, también viceversa pero, a veces tenemos pensamientos y conductas diferentes.
Respondió de manera lenta y con un tono suave. Mientras escuchaba sus palabras con atención no podía creer lo que sus labios pronunciaban, era como tener otra parte que de alguna manera se conectaba contigo.
—Raro y fascinante —logré pronunciar.
También tomé asiento en el piso situándome al frente de él, como reacción Neithan encogió los hombros, noté que sus manos traían aquel peluche de felpa.
Nos quedamos viendo por algunos segundos, los ojos de Neithan eran tan mágicos; ahora tenían un color ámbar los cuales podía ver brillar desde mi lugar, nos quedamos en un pequeño silencio que pronto él rompió.
—No estoy acostumbrado a esto, tenía tiempo sin socializar desde la muerte de mi madre.
Desvió su mirada al suelo, su labio formó una pequeña mueca y apretó con sus manos aquel peluche.
Oh no.
Quería abrazarlo, sentía que estaba a punto de derrumbarse en frente de mí pero, mi cuerpo no tenía la intención de hacerlo, no podía y no tenía algún tipo de excusa para eso, en cambio estiré mi mano hacia se cabello para acariciarlo con la yema de mis dedos.
Noté la cabeza de Neithan levantarse levemente al sentir mi contacto, sus ojos me observaron, su mirada se veía apagada, sus mejillas tenían el rastro de algunas lágrimas y decidí pasar mi mano por su rostro para sacarlas de manera suave.
—Entiendo —susurré.
Alejé mi mano de su rostro para luego acostarme de lado en el frío suelo con las piernas cruzadas, luego sentí un pequeño peso que se acopló a mi pecho.
—Gracias, por cuidarnos a Níveo y a mí.
Murmuró y yo solté una pequeña sonrisa que él no logró ver, sentía alegría porque en ese momento sentí que valió la pena arriesgarme, traerlo para cuidarlo y con cada día que pasaba amarlo un poquito más.
En ese instante los dos miramos en un pequeño silencio el techo, mientras que acariciaba su cabello castaño y podía sentir sus suave respiración, me sentía genial porque sabía que no era mi imaginación y Neithan era real, ya no estaría sola en mi adversidad o al menos eso sentía cuando estaba a su lado.
⛄
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Editado: 26.06.2020