Un lobo en el bosque

20

Pasó varios minutos para que Neithan rompiera el contacto de aquel abrazo y alejara sus brazos de mí, observé su sonrisa atentamente; creo que era la primera vez que veía su fila de dientes y como sus ojitos se cerraban mientras me transmitía aquella alegría.
 


 

Me sentía tan culpable por no compartir aquel sentimiento con él, no sabía que sentía en realidad, era tan raro para mí pero sin importar que, de igual manera sonreí junto con él.
 


 

—Me conmueve tus palabras, gracias Neithan —dejé caer mi peso levemente al suelo de nuevo y sentí su peso nuevamente cerca de mi pecho.
 


 

Aproveché ese momento, donde había mencionado aquel tema que temía tocar pero antes decidí ignorar mis sentimientos para tomar el valor suficiente. 
 


—¿Recuerdas que pasó aquella noche?

Sentí como Neithan se removió un poco incómodo en su lugar, hubo un pequeño silencio, podía imaginar su ceño fruncido mientras pensaba alguna respuesta que darme.

—No muy bien, tengo imágenes borrosas, todo pasó tan rápido —confesó.

Podía entender aquello, a veces era difícil explicar ciertas cosas o al menos recordarlas cuando quieres olvidarlas.

—¿Me puedes decir lo que recuerdas?

Lo escuché soltar un pequeño suspiro y me preparé mentalmente para escuchar con atención cada palabra que saliera de aquellos labios.

—Todo pasó en aquella noche; la luna estaba en su máximo esplendor. Mi madre tuvo la idea de ir a cazar para desarrollar las habilidades en la parte lobuna de mis hermanos y en la mía, ya que habíamos experimentado nuestra primera transformación hace algunos días, todos estábamos entusiasmados con aquella idea que sin rechistar aceptamos —Neithan guardó un pequeño silencio mientras escuchaba con atención todo—. Todo pasó de maravilla, corrimos en el pasto y actuabamos con aquellos instintos animales; en otras palabras estábamos conociendo nuestra parte animal mientras perseguíamos a un pequeño siervo quien fue cazado por mamá.

Imaginé aquella escena y me pareció algo adorable, menos la parte donde asesinaban aquel pequeñín.

Es el ciclo de la vida después de todo. Seguí escuchando con atención sus palabras supongo que ahora venía la parte dura.

—No nos dimos cuenta de las horas que pasaron hasta que vimos el cielo oscurecer, vimos como el sol se ocultaba entre las nubes y la luna ahora estaba ocupando su lugar, mamá nos dijo que ya era momento de regresar aunque algunos de nosotros protestó le hicimos caso y empezamos a dirigirnos a nuestro hogar, ella agarró al ciervo por la garganta para empezar a caminar lejos de aquel lugar. El bosque se convirtió en un extremo silencio, solo podíamos escuchar el sonido de nuestras patas al tocar la tierra, hasta que, el ruido de un crujir de hojas alarmó a mamá y simplemente todo pasó rápido; el sonido de su aullido advirtiendo que había un peligro cercano a nosotros, como de repente llegó una sombra negra hacia nosotros, como mamá nos dijo que corrieramos mientras ella atacaba y nos defendía —Neithan guardó un profundo silencio para luego suspirar y agregar—; y como vi el cuerpo inerte de mi familia, también noté como aquella cosa se llevó la presa que con esfuerzo cazó mi madre.

Simplemente no sabía como reaccionar, aún veía el techo mientras sentía una inmensa ganas de llorar, fue peor de lo que imaginé.

—Neithan, no sabes cuánto lamento lo que pasó —balbucé.

—Eso no cambiará nada. Descuida, ya pasó, ellos están en un mejor lugar —te escuché susurrar. Decidí mantener un pequeño silencio mientras trataba de asimilar todo también empecé a darle pequeños mimos a Neithan acariciando su cabello.

Por algunos momentos me di cuenta que le decía las mismas palabras que me dedicaron a mí en aquel sufrir, quizás. ¿Neithan es como yo? No le gusta escuchar aquellas palabras vacías de aliento, también recordé aquellas veces que Níveo lloraba por extrañar la compañía de su familia.

Cuando pasó el momento correcto traté de cambiar el tema con algo referente a eso, algo de lo cual tenía curiosidad.

—Neithan. ¿Cuántos años tienes?

Podía imaginar el ceño fruncido que tendría por aquella pregunta que formule de repente.

—13 años. ¿Por qué? —preguntó.

Suspiré con algo de tranquilidad al escuchar aquella respuesta, no era tan pequeño.

—Si tienes esa edad, ¿por qué Níveo está en medio de la etapa de cachorro en crecimiento? Por cierto, yo tengo 16.

Todavía no sé porque le mencioné mi edad cuando no me preguntó, noté como se quedó callado por unos segundos para responder:

—Mamá decía que cada transformación es diferente; la de ella fue un poco más acelerada, todo depende de nosotros mismos.

Pensé algunos momentos en aquellas palabras, simplemente fascinante. Eso significa que tengo que disfrutar el crecimiento de mi ex pequeña mascota.

—¿Por eso Níveo está creciendo rápido? —pregunté con curiosidad.

—Exactamente —expresó orgulloso de si mismo.

Escuché el pequeño sonido que emitió su estómago para darme cuenta que ya era hora de comer.

—¿Tienes hambre? Tengo algunos bocadillos en mi mochila.

Observé como te sentaste de manera animada para asentir y me levanté de aquel suelo para ir por mi mochila para luego acercarme a ti.

—¿Sabes? A mí sí me gustó tu avena —susurró de repente.

Aquellas palabras de alguna manera me sacaron una sonrisa, mientras comíamos en silencio me di el afán de recordar aquellos momentos donde todo parecía normal en mi vida, antes de saber todo esto pero, sabía que todavía me faltaba cosas por conocer.

 

 




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