Un lobo en el bosque

31

Dejé a Neithan acostado en la cama, seguía profundamente dormido y preferí no interrumpir su sueño.

Su cabello lucía despeinado, algunos mechones caían en su frente, su brazo buscó mi presencia por breves segundos y al sentir el espacio vacío frunció el ceño, para luego empezar a murmurar.

—Jenny —balbuceó. Observé por breves segundos su rostro; podía ver su mejilla recostada en la cama mientras movía sus labios—, Jenny.

Era una imagen que debería ser capturada y guardada en un cubo de cristal pero, no contaba con un teléfono. Sonreí, porque guardaría aquello en mi mente.

—Estaré abajo, sigue durmiendo —me
acerqué para así acariciar su cabecita con la palma de mi mano—. Si escuchas algo inusual, ocúltate —Neithan hizo un pequeño ruido como respuesta, parecía una queja de su parte.

Solté un suspiro por aquello, sabía que deseaba que volviera a su lado pero no podía. Si no me levantaba de mi cama era probable que Adelén viniera por mí y era algo que prefería evitar. Mi corazón me decía que debía quedarme con él pero mi mente parecía más sensata.

Le acomodé la manta un poco más cerca de su cuerpo, me alejé de mi habitación con el mayor esfuerzo posible y cuando bajé las escaleras empecé a buscar a mi abuela Adelén, asomé levemente mi cuerpo en la cocina pero no había nadie, me dirigí a la sala y tampoco veía señales de ella. De seguro salió temprano pero como en otras ocasiones no me dejó una nota.

Solía regresar al pasar de varias horas, solo tenía una diferencia de treinta minutos o más. Lo sabía porque he sido espectadora de sus salidas y me he acostumbrado a sentir su presencia.

Bastante raro en realidad.

Sabía que esta era mi oportunidad, no lo demostré con Neithan pero la señora Milez me llenó de ánimos para investigar, cuando empezó a conversar sobre mi madre y aquel brillo intenso que tenía al pronunciar cada palabra me regreso la curiosidad por el saber.

Di una última mirada al lugar para subir las escaleras sin cuidado, pase mi habitación y seguí caminando más al fondo del pasillo, sentí una pequeña corriente atravesando todo mi cuerpo. ¿Si estaba en su habitación?

Solté un suspiro, tratando de calmar mis nervios. El pasillo empezaba a verse más oscuro a medida que me acercaba pero, no volvería hasta saber que fui lo suficiente valiente para hacer esto.

Por fin pude ver una puerta, me quedé parada al frente para luego dar unos golpecitos a la madera con mi mano, esperando que nadie respondiera.

—¿Adelén? Te busqué en la cocina pero no te encontré. ¿Estás aquí?

Silencio.

Con algo de confianza estiré mi mano hacia la perilla y cuando traté de girarla no se abrió. Está cerrado con llave. Al menos podía descartar la opción de que estuviera en su cuarto.

Bajé con rapidez las escaleras, solo me quedaba una opción. Sabía que no podría encontrar la llave porque de seguro estaría con ella y es poco probable que sea el tipo de persona que deja copia escondida debajo de la alfombra o en algún lugar en particular.

Al llegar, me dirigí a un cajón y saqué un cuchillo para luego regresar. Tenía la esperanza que no me tomaría demasiado, ya que parecía una puerta antigua y de seguro sería más sencillo para mí.

Agarré la perilla con una mano mientras que la otra sostenía el cuchillo, adentre una parte con la intensión de manipular el cerrojo y empecé a moverlo levemente para así tratar de abrir la puerta.

Pasaron varios minutos y aún no sucedía nada, hasta que sentí un movimiento parecido a un resorte y casi grito de la emoción.

—¡Sí!

Pude abrir la puerta con éxito, luego de eso me adentre a la habitación de manera cautelosa y observé mi alrededor. Me sorprendió la iluminación del lugar, ya que los rayos del sol le daba una excelente luminosidad.

Tenía una cama, una mesilla, un clóset y una ventana. Era parecida a la mía pero los colores de las paredes se notaban más opacos. Después de darle una rápida mirada empecé a buscar con más detalle; su cama estaba extendida, la manta carecía de arrugas así que no me atreví a tocar aquello.

Abrí la puerta del clóset y era normal que a la vista solo se viera ropa, podía decir que se veía bastante espacioso así que me atreví a entrar; con las palmas de mis manos empecé a buscar pero la mayoría de prendas era de mujer, al menos eso podía observar en los ganchos. Empecé a buscar en las gavetas y sonreí.

Encontré unos pantalones de talla grande y algunas camisas varoniles, busqué entre el espacio sin dejar un desastre visible pero, no conseguí nada sospechoso. Me agaché para buscar en la parte de abajo y conseguí un pequeño cajón pero estaba cerrado con llave, me pregunté qué tendría adentro.

De igual manera sonreí porque conseguí lo que tanta anhelaba ver, arriba de la cajita se situaba una foto de dos personas posando como una linda pareja. El joven tenía su brazo extendido hacia la joven, su rostro demostraba felicidad; ya que su sonrisa se extendía de manera sincera por su rostro. Mientras, que la joven que parecía ser Adelén también estaba sonriendo. Aquella imagen expresaba cierta intimidad, afecto y amor, como si estuvieran en su propio mundo. Por alguna razón sentí cierto peso en mi corazón pero, repetí que no había vuelta atrás.

Dejé las cosas en su lugar y me llevé aquella foto con sumo cuidado para no arruinarla, la tendría en mi habitación mientras esperaría el retorno de Adelén.

Luego, decidí volver a la cocina para preparar el desayuno, en esta ocasión comería con Neithan en mi habitación así que no estaría del todo sola y cuando Adelén regrese la enfrentaría.

 

Ya era el momento de saber la verdad.

 


Todavía no había señales de Adelén, esperaba ansiosa su regreso mientras desayunaba con Neithan. No pude evitar ensayar lo que diría y en las posibles respuestas que daría, me olvidé por breves segundos de mi alrededor.

—Jenny, ¿por qué me ignoras? Has estado callada desde que volviste  —su voz denotaba confusión.




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