Un lobo en el bosque

34

El taxi me deja en el mismo lugar de mi pasado, bajé mis maletas y le di su dinero correspondiente.

—Gracias —le digo después de cerrar la puerta.

Veo como se va su imagen muy lejos de la carretera, al mirar al frente suspiro. Veo el mismo cartel de años atrás.

"Bienvenido al pueblo Ilta"

Me adentró directo al bosque, en el lugar donde estaba el antiguo letrero que daba advertencia, después de tanto tiempo podía suponer que fue puesto para avisar sobre los hombres lobos que había en el lugar.
Me hubiera gustado saber un poco más sobre el origen de este pueblo, pero ya no le daba tanta importancia a aquellas cosas de las cuales tendría curiosidad.

El bosque lo sentí igual, tenía su cierto ambiente de oscuridad pero ya no me  causaba el mismo efecto de antes, caminé con pasos seguros mientras observaba todo el camino a la cabaña.

Al llegar pude ver la imagen de una castaña mirándome con una sonrisa, posaba al frente de la puerta.

—Hola, hola —escuché su voz y había cambiado un poco la tonalidad.

—Camile, que bueno volverte a ver.

—Lo sé, tampoco soy indiferente a tu llegada. Bienvenida, Jenny.

Le sonreí y ambas nos adentramos a la cabaña.

Observé mi alrededor y seguía igual que antes, me alegra que Camile pudo respetar mi decisión.

Antes de irme definitivamente de este lugar le pedí que cuidara la cabaña y el granero en mi ausencia, con la condición que no cambiara nada. Ella aceptó sin nada que decir al respecto, ya que vendría aquí para cuidar a los animales y para dar uno que otro vistazo ocasional.

—¿Cómo te fue en el viaje?

—Bien, pero lleno de recuerdos. Visité a mi mamá después de tanto.

Sentí el toque cálido de su mano en mi hombro, durante mi estadía en la ciudad hablamos no con tanta constancia como lo hacía con Elyse pero nos manteníamos comunicadas.

—En mi caso, puedo decirte que me mudé aquí para estar lejos de mis padres por un tiempo, ¿no molesto?

—Para nada, recuerda que estaré pocas semanas aquí.

—Y luego la cabaña seguirá siendo mía —dijo con una pizca de gracia y sonreí.

Nuestra conversación fue breve, ella me dio la bienvenida y dejó que me pusiera cómoda en el lugar, diciendo:

—Prepararé algo de comer, ve arriba para acomodar tus cosas.

Asentí ante sus palabras y empecé a subir las escaleras, solté un pequeño suspiro al momento de abrir la puerta y adentrarme nuevamente en mi antigua habitación, números recuerdos empezaron a brotar en mi mente. 

La primera noche que pasé aquí, las veces que me acosté con tristeza y confusión en mi cama. También, como conviví por un lapso corto con Neithan.

Nadie sabía sobre él aparte de Rose, pero era obvio que nunca le conté toda la verdad del asunto, ella solo me dijo que era un patán y que no merecía sufrir por su causa. Si tan solo supiera todo, quizás, su opinión fuera diferente.

Pasó un tipo de déjà vu cuando dejé la maleta en el suelo y me dispuse a tirarme en la cama, como cuando llegué aquí por primera vez.

Conocía aquella sensación en mi pecho, por causa de la vida lo sabía. Pero ya no me causaba el dolor suficiente como para quedarme llorando, no por más tiempo.

Pasé lo que quedaba del día con Camile.

Ella me contó ciertas cosas de sus padres, mencionó que eran muy estrictos con ella cuando siempre trataba de mostrarle la mejor versión de si, dijo que decidió mandar todo por el tubo y por eso planea quedarse aquí hasta conseguir un trabajo estable sin la ayuda de sus padres. 

Así pasó un día después de mi primer día de estadía aquí.

Luego de desayunar con Camile había quedado con Elyse para ir a su casa, por suerte sus padres regresarían de viaje mañana, solo me mencionó que eran asuntos del trabajo y que tendríamos la casa para las dos.

—¡Jenny! —sentí sus brazos enrollándose en mi cuerpo de manera cálida. Su voz parecía rara, como si estuvo llorando.

—Elyse, ¿estás bien?

Rompí el abrazo para ver su rostro, pude notar sus ojos con un leve color rojizo. Se veía diferente con su cabello a la altura de su cadera, su mirada se había suavizado y sus mejillas estaban del mismo color de sus ojos.

—Alec me dejó —me dio pasó para entrar a su casa.

—¿Qué pasó? Creí que todo estaba aclarado entre ustedes.

—Es difícil de explicar pero él solo me dejó una carta, diciendo que tenía que hacer algo antes de pasar al siguiente nivel conmigo.

Pensé en sus palabras y cierta curiosidad vino hacia mí, ¿qué era ese algo? Pero si Elyse no me explica todo con detalles es porque no desea decir todo y prefiero no insistir en aquello, solo podía apoyarla.

—Pero volverá, ¿no? Eso es lo importante.

—No es seguro. Pienso que es un imbecil, él sabe que lo amo a pesar de todo pero no, no lo entiende y prefiere irse como si nada —se quejó.

Un pequeño silencio se formó en el ambiente, hasta que Elyse lo rompió mientras pasaba su mano en su rostro; borrando cualquier rastro de lágrimas.

—Lo siento, acabas de llegar y te estoy recibiendo en estas circunstancias.

—Descui-

—No, vamos a disfrutar nuestro momento juntas. ¿Si?

Asentí ante sus palabras y empezamos a comer helado mientras conversábamos.

Le conté sobre mis últimos días en el segundo trimestre en mi universidad y como ha sido mi convivencia con Rose mientras estábamos sentadas en el sofá.

—Se nota que ustedes son muy cercanas —dijo con su dulce voz. 

Su rostro angustiado desapareció por completo, ahora se le veía más animada con nuestra convivencia. Me alegré por aquello, era de suponerse que la partida de Alec era difícil para ella, podía entenderla completamente.

—Es como la hermana que nunca tuve.

Hubo un pequeño silencio luego de esas palabras, para mí era la completa verdad, desde niñas siempre ha estado para mí.

—Oh, que linda relación —dijo con una leve sonrisa—. Buscaré más helado.




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