Un loco amor de navidad (relato navideño)

Capitulo 2

—La suerte de la divina navidad—murmuro y tiro al tacho de basura las servilletas hecho bolita. El ríe y se acerca para tomar el café de la chica detrás del mostrador

—Gracias—le dice, pero la coqueta chica le guiña un ojo. Que hija de su madre, ya se que esta guapísimo, pero no es para tanto

—Vaya así que ahora no solo te cruzas en la calle, sino que también le derramas café quemando a las personas

—Ya deberás lo siento lo dije en serio, lo lamento

—Acepto tus “sinceras” disculpas, tomate un café conmigo—acaso esta tratando de intentar algo conmigo—tengo tiempo así que creo que me debes un café—a regañadientes me siento y el pide un café para mi

—¿A que hora sale tu vuelo? —me pregunta, pero lo ignoro

—Te debo una camisa blanca nueva—lo calcule con mis manos, mientras él me sonreía, pero que guapo—…talla M y de marca Gucci… ¡Ay carajo! Me cuesta mi vida entera—me tape la boca cuando me di cuenta de que todos me miraban—¿Te la puedo lavar? —pregunte y él hasta ahora desconocido se hecho a reír de mi.

 

“Gracias”

¡Se burla de mi!

¡Doy pena ajena!

 

—No te preocupes—me sonríe—¿a que hora sale tu vuelo? —con elegancia bebió su café mientras esperaba expectante mi respuesta.

—De hecho, lo acabo de perder—hice puchero y él frunció su ceño

—¿A dónde ibas? —pero que preguntón ¡que te importa come torta con tu ...!

 

!Se madura una vez en tu vida Valentina!

 

—A Alaska con mis tres amigas que están por ahí—señale con mi dedo

—Eso es mala educación—volteo mis ojos, pero cuando enfoque mis ojos en los de él me estaban mirando fijamente que sentía como todo mi cuerpo temblaba y mi corazón se salía de mi pecho.

—¿Acaso eres una niña?

—No lo soy—negué y volví a poner mis ojos en blanco, él negó y se acaricio la barbilla, pero que bien se ve

—También voy para Alaska

—Espero no te pierdas tu vuelo—me bajé del asiento—…aunque de hecho el culpable de que mi vuelo se viera perdido eres tu hombre zote—le di unas palmaditas en el pecho y el me tomo de las muñecas, en un dulce gesto pero que solo me hizo temblar completa.

—Yo ¿Por qué? —se hizo el inocente, el niño bueno

—Porque casi me matas

—Ok, te parece si las llevo a Alaska—me comencé a reír

—Si claro y ¿Cómo? Todos en un solo asiento o volando con los renos de Santa Claus, el viaje se arruino y en parte por ti

—Solo di que, si y yo me encargo de llevarlas, aunque sea en un trineo

—¿Qué ganas con esto?

—Que dejes de echarme la culpa, que recuperes el viaje con tus amigas y que te comportes como una mujer madura—estaba a punto de mandarlo a volar, pero pensé en mis dulces y bellas amigas, claro que era culpa mía que ellas no hagan el viaje que siempre quisimos, y ahora lo puedo arreglar

—Acepto

—Listo llama a tus amigas y te doy cinco minutos para encontrarnos por la puerta de allá—señalo con su dedo

—No que era mala educación—alce mis cejas en forma acusatoria y me cruce de brazos 

—Contando tic toc—le saqué la lengua como niña chiquita mientras el desconocido se alejaba, me di la vuelta y corrí hasta llegar a la mesa

—Hey chichas

—Vale

—Vámonos a Alaska

—Perdimos el vuelo

—Dime algo que no sepa, corran vamos, un hombre misterioso y desconocido nos llevara

—Te has vuelto loca Vale ¿si nos mata?

—No nos va a matar, corran que me dio cinco minutos, es muy mandón el tipo pero ¡Corran! —todos nos pusimos a correr y antes de que el tiempo se acabe estábamos frente al guapo sujeto. Mis amigas lo escanearon y me sonrieron.

 

¡Están locas!

 

—Llegaste a tiempo

—Siempre llego a tiempo—sonreí con superioridad y el negó con una bella sonrisa en sus labios y diablos tenia unos hermosos hoyuelos que se marcaban y lo hacían ver muy sexy.

—Ahora si Santa Claus sorpréndeme con tu trineo—no me dijo nada y solo con una seña nos hizo caminar detrás de él, recorrimos unos pasillos, bajamos unas escaleras, hablo con unos señores y cuando de pronto ya estaba en un hangar, de aviones privados

—Sorprendida—hablo en mi cuello, que hizo que la piel se me erice, pero a la vez me de ganas de darle un puñete por engreído.

 

¡Tipo guapo pero muy engreído!

 

—Pensé ver un trineo—él se carcajeo, pero antes de que pueda responderme un señor lo llamo

—¿Donde lo conociste?

—Es complicado—todas se rieron y me codearon

—Tienen sus pasaportes—todas se lo dimos y después de casi media hora ya estábamos subiendo en un avión ¡privado! Con un hombre que hasta ahora no se el nombre.

Después de despegar, en el otro extremo del avión lo veía concentrado en su computadora, pero de vez en cuando nuestras miradas se enlazaban, yo le sonreía y bajaba mi mirada, me intimidaba y mucho

—Ya vengo chicas—me pare y camine con decisión hacia él

—Hola ¿puedo…

—Adelante—él hizo a un lado la computadora y cruzo sus manos y apoyo sus codos en sus muslos

—Ok, bueno para empezar no te conozco

—Un gusto Dylan Breslow—me tendió su mano, pero yo abrí la boca y mis ojos salieron de orbita

—Él de las firmas de arquitectos mas importantes…

—De esta ciudad—me interrumpió y hizo una mueca—si un gusto…—me miro esperando a que diga mi nombre, vi a mi alrededor y descubrí a mis amigas una encima de otras tratando de husmear 

 

¡Que chismosas!

 

—Valentina Jones—le devolví mi mano y él la tomo con delicadeza

—Un gusto Valentina

—Dylan yo quería pedirte una disculpa por lo del carro, el café y darte las gracias por traernos y hacer el sueño de navidad de esas locas posible—las señale el volteo la cabeza y ellas casi se caen unas encima de otras.




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