Un loco amor de navidad (relato navideño)

Capitulo 5

Después de ese encuentro en el que casi me convierto en asesina pasamos caminando por las congeladas calles, con arbolitos de navidad, bombillos de colores, muñecos de nieve y la cara de papá Noel en todos lados. 

Hasta que llegamos a la feria y compramos una que otra cosa. Dylan me compro una bufanda color roja con estampado navideño y yo una color azul marino con el mismo estampado.

Pero las odiosas de mis amigas caminaron hasta llegar a donde estaba el falso e impostor de papa Noel y decidieron solitas que debíamos tener una foto. Así que bueno aquí estoy a lado de Dylan y sonriendo frente a la cámara.

 —Una…dos…tres—grita el elfo y el flash ilumina todo al tiempo que siento un beso de Dylan en mi mejilla. No puedo reaccionar cuando ya todas corren a ver la foto. Creo que ya no dejo de mirarlo una y otra vez y eso me hace mal.

Esa noche en eso de las ocho llego Dylan tan guapo como siempre y compartimos una amena cena, entre risas y los hombres como siempre bebieron sus copas y hasta mi abuelito ya le agarraba confianza. Todo bajo los atentos ojos de mi abuelita, Diana.

Al día siguiente debajo del árbol encontramos los regalos que mi abuelito había dejado como si aun fuéramos niñas, pero también encontré uno que era para mi. 

En una bella caja color negra de terciopelo, la abrí y vi un hermoso collar con una inscripción. Era un mundo en oro y detrás decía Alaska y 22-12-2020. Lo toque con mis dedos y las curiosas de mis amigas se acercaron y me abrieron la notita que traía.

 

“Lo mejor de esta navidad fue haberte conocido espero compartir mas navidades contigo. Feliz navidad Valentina. Dylan”

 

Si esa es su letra me caso, me caso

Lo digo en broma no me caso, pero es genial su letra, su detalle todo es espectacular.

En eso suena el timbre y corro a abrirlo es Dylan con unas flores rojas, mis favoritas

 

—Gracias—me sonríe y me da un beso en la frente

—Gracias a ti pequeña—ya son dos veces dos veces que me lo dice y me hace muy feliz todo esto y mucho de todo es malo.

Ese día hicimos muchas cosas, entre ellas galletas, pero como todos unos niños terminamos empapados en harina, le dije a Dylan que ahora ya le debía dos camisas y este solo se rio. 

En la tarde decidimos salir a caminar y terminamos en una guerra de bolas de nieve, parece que el espíritu de la navidad estaba volviendo en mi, en casa jugamos con los tradicionales juegos de mesa de mi abuelito Noha y pasé el vergonzoso momento en el que Dylan tuvo que ver mis fotos desde que nací hasta ahora.

 

¡El imbécil no paraba de reírse!

¡Y yo de deleitarme con sus hoyuelos!

 




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