Cuatro: Desorden y Caos.

Mis ojos no sabían hacía dónde mirar primero y mi boca se abrió involuntariamente, puedo jurar que nunca en mi vida he venido a este lugar. Ni siquiera sé cómo se llama. Dejo que el resto se baje del autobús, poniéndome a un lado. Observo mi teléfono de nuevo para ver si me llegó algún mensaje de Joshua, pero solo está el corto y seco mensaje en dónde me dijo que trataba a todos los pacientes por igual.

Debo dejar de pensar en que me he arrepentido. Ahora que estoy aquí, el lugar es bonito. Miro a mi alrededor y mis colegas están con sus bolsos y mochilas ¿Cuántas cosas tienen ahí dentro? Yo solo he traído mi billetera, mi teléfono y mi pijama en mi mochila, junto con mi laptop y unos audífonos. Siento que soy el único aburrido de todos aquí.

El policía Baker se plantó junto a mí. Mi corazón se aceleró de a poco al notar su presencia, mi herida comenzó a doler de la nada. Nunca, ni siquiera en mis primeros días de alta me dolió mi herida, pero creo que éste policía es un brujo.

 — Iremos a uno de estos hoteles, caminen con cuidado-alza la voz el director.

Sin tomar en cuenta su consejo, camino rápido para escaparme del policía, pero consigo estamparme contra el suelo, estaba demasiado mojado por la lluvia y su material resbaloso no ayudaba en mucho. Mi energía se estaba agotando y no he hecho nada en todo el día.

— ¿A dónde crees que vas?-al ponerme de píe siento un tirón en mi capucha, ahorcándome levemente-vayamos a visitar un poco y a charlar-soltó mi chaqueta y con una sonrisa me pidió que lo siguiera.

¿Acaso soy un delincuente? ¿Quiere que me coloque las esposas, no?

La caminata fue entretenida, excepto por la parte en la que Baker intentó golpearme frente a una tienda de dulces. Nunca había pasado tanto tiempo con él. Solo cuando salía con su hija, pero fueron solo unos meses. Nada formal. Pero él pensó que me iba a casar con ella. Estaba demasiado loca para casarse con ella. Loca, obsesionada, manipuladora, mentirosa, entre muchísimas otras.

Cuando el sol se estaba escondiendo, decidimos volver. Yo quería descansar por el largo viaje, pero a este sujeto se le ocurrió la brillante idea de salir a recorrer.

Entramos al hotel en el que nos íbamos a hospedar y era un poco extravagante. La puerta tenía una altura de tres metros aproximadamente, mientras que el ancho ni lo menciono. En un movimiento rápido me alejé del policía y me adentré al primer ascensor que localicé. Presiono el piso cuatro y el subir ya me produce náuseas.  Entré a mi habitación asignada y diviso tres camas. ¿Tres?  Dos de ellas ya tenían bolsos encima, lo que me daba a entender que yo debía dormir en la que está junto a la ventana. Dejo mis cosas sobre una pequeña silla junto a la cama y me recuesto. Al cerrar mis ojos, dos orbes se cruzaron por mi cabeza sobresaltándome. Por un momento pensé que era real, que ella estaba junto a mí, pero está demasiado lejos.

***

— Miller-me zamarrea uno de mis colegas, Logan, a lo que me despierto un poco asustado. Solo esperaba que el edificio no esté ardiendo en llamas-iremos a un club ¿Vienes?-niego rotundamente tapándome hasta la cabeza y éste me quita mi frazada y me lleva con él.

Tomé mi chaqueta de cuero y salí junto a él. No éramos solo nosotros. Era Ralph, Logan y los colegas de Baker. Ya quería volver a dormir cuando vi a Ralph. Sabía que esto no iba a terminar bien. Salimos del hotel y ya tenía una mala espina sobre esto. Desde un principio no debí de haber salido. Según ellos el club quedaba cerca, a unos minutos.

Nos adentramos al club y mis ojos se llevaron una sorpresa al ver a millones de chicas semi desnudas. “Hay no” fue lo que dijo mi mente al entrar ahí. No quería seguir entrando, giro sobre mis pies amenazando con irme pero me detuvo Ralph tomando mi antebrazo con demasiada fuerza.

— ¿Qué ocurre, Tyson? ¿Eres Marica?-formó una sonrisa torcida, provocándome.

Me solté bruscamente de su agarre y seguí caminando junto a ellos. En mi mente repetía el nombre de Lila sin entender el por qué. Por un momento pensé que estaba haciendo algo mal ahí dentro. Choqué accidentalmente con una chica, tirando todas las cosas que tenía en sus manos. Maldecí para mis adentros y la ayudé a recoger todo.

— Lo lamento mucho-me disculpo observando disimuladamente su vestimenta. Estaba…demasiado descubierta.

— No pasa nada, guapo-me observo perversamente y se fue masticando no sé qué cosa.

Nos sentamos los cinco en una mesa frente a un tubo de metal. No había nadie ahí arriba a lo que agradecí internamente. No quería ver a ninguna chica bailando, mostrando demasiada piel.

Mientras pasaba el tiempo, ordenaban una y dos y tres bebidas alcohólicas, hasta sin darse cuenta quedar un poco ebrios o completamente ebrios. Tomé el vaso de refresco, observé a las personas a mi lado y sus eructos llenos de alcohol, me provocaron náuseas. No le di importancia y justo al momento de llevar a mi boca el vaso, mis ojos divisaron a una pelinegra con una vestimenta provocativa en su cuerpo sensual, con escote. Mi bebida salió de mi boca sin siquiera preguntarme al ver que esa chica era Verónica. Su cuerpo estaba más…llamativo.

Comenzó a bailar sensualmente, hasta que nuestros ojos se encontraron. Aun así seguía moviendo sus caderas en ritmo de la música en dirección al tubo gris. Elevó su pierna para luego treparse y seguir su baile.

— Si no estuviera ebrio, diría que esa chica se parece a la enamorada de Tyson-Habla Ralph comenzándose a reír como un loco.

— Ya vuelvo, iré al baño-me miraron raro, para luego mirarse entre sí y reírse sin control.

— Tomate el tiempo que quieras, recuerda que debes acabar…-Logan cubre su boca para no soltar una carcajada.

Arqueo mis cejas sin entender mucho lo que dijo y desaparezco de ahí. Quería volver al hotel. Abro una puerta, creyendo que era la salida, pero no. Era el vestidor. Me gano demasiados gritos, a lo que los guardaespaldas me echaron del lugar pensando que era un acosador. Celebré al salir de ahí. Ya que puedo decir que me echaron y no puedo entrar nunca más en mi vida. No logro hacer un paso cuando una figura se presenta frente a mí.