Un Loco Amor Tóxico.

Cinco: Casos inesperados.

 

 

No quería separarme de ella. Aún estaba sobre mí y hasta podía sentir en ella el aroma que dejaba el hospital en su ropa, antibióticos, productos de limpieza, entre muchas cosas más. Seguí acariciando su cabello, hasta que en un movimiento rápido alguien la quita de encima de mí.

— Suéltenme-gritó enfadada. Algunos de los enfermeros y guardias tomaron sus brazos, la sostuvieron con cuidado para inyectarle un calmante en su sistema, cayendo lentamente en su efecto. Me puse de pie para llevarla, pero un tipo colocó su mano en mi pecho para que me detenga.

— Lamento haberlo llamado en sus vacaciones, señor Miller. Nosotros nos encargamos de esto-le obsequio una sonrisa torcida y choco mi hombro con el suyo al irme con Lila. Ahora entiendo el por qué quería irse.

Me adentro al hospital junto al guardia que traía a mi paciente en sus brazos y veo que sube un piso más del que estaba de costumbre. Recordé que autoricé cambiarla de habitación, pero no al piso de casos inusuales. Nos adentramos a su cuarto, que era más aburrido que el anterior. Solo tenía una cama y las paredes estaban acolchonadas. Recuesta a Lila sobre su cama y se va. Me siento a su lado y comienzo a examinar sus brazos y piernas. Se había lesionado, pero no era tan profundo. Mi vista se enfoca en su cuello que seguía sangrando, a pesar de que era una herida poco profunda, aun así debía ser tratada como todas las heridas. Verificando si estaba dormida, salí hacía la sala de descanso de ese piso, en busca de un botiquín de primeros auxilios. Ya en mis manos, vuelvo a la habitación. Seguía dormida. Me acerqué nuevamente, comenzando a vendar sus brazos y luego sus piernas. Pude notar que en sus brazos tenía uno que otro punto. Efecto que provoca una aguja. Le resté importancia y me enfoqué en su cuello. Su cuello tal vez necesitaba uno o dos puntos.

— No se veía tan profundo-tomo un poco de algodón y se lo coloco en su herida sin mirar, buscando otra cosa en el botiquín, pero ésta golpea mí ante brazo evitando que la cure. Su acción me tomó por sorpresa ya que pensé que estaba dormida-Lila-articulo un poco con los pies en la tierra. Las facciones de su rostro eran serias, junto con un toque de extrañeza. Sus ojos estaban hinchados acompañados con sus ojeras que le decoraban su blanca piel-¿Estás bien? Lamento haberme ido así…-esperaba que me regañara pero mi espera  fue nula. No decía ni una sola palabra-entiendo si no quieres hablarme, pero déjame tratar esa herida en tu cuello-sus ojos, de estar mirándome, se posaron en el botiquín y luego en mi vestimenta para terminar en mis zapatos.

Estiró su brazo en dirección al botiquín, en un intento de tomar algo, mientras me miraba a los ojos, esperando a que le diga que no lo haga, pero solo le sonreí. Tomó el alcohol para echarlo en su herida y cubrirla con el algodón que minutos antes me arrebató. Trago grueso y me pongo de pie.

— Vendré luego, descansa un poco-más que una orden, quería que suene como una petición-doy un paso hacia el frente para tomar su frío rostro y depositar un beso en su frente-ayúdame con esto ¿Sí?-aún con su cara seria, se aleja de mí y se recuesta de nuevo, pero esta vez se gira hacía un costado dándome la espalda, para no verme.

Salgo sin más de ahí y camino sin rumbo por los pasillos. Entro a una sala de descanso, sin tener idea de qué sección era y me encuentro a un chico alto, delgado, cabello castaño. Pude notar que era el mismo chico que me detuvo en el bosque cuando encontré a Lila.

— Hola-me saluda. Miro su nombre en la pequeña placa que decora su bata y el nombre Joshua es lo que veo-¿Cómo está, Señor Miller? Por fin nos conocemos-intento acercarme pero éste se acerca a mí antes de que yo lo haga, evitando que vea lo que hace. Guarda algo en su bolsillo y posa su mano en mi hombro para sacarme de ahí-el director debe estar preguntando por ti, deberías irte-su sonrisa torcida no me convencía.

— Gracias por cuidar de Lila-asiente con una sonrisa.

— Es mi trabajo, no me agradezcas. Cambiando de tema, si sales ahora, llegarás para el almuerzo-¿Me está echando?

— Prefiero quedarme. No me gustan las vacaciones-mi vista se posa en su bolsillo, ya que veo cómo hace presión-¿Se encuentra bien?-vuelvo mi mirada a la suya y seguro de sí mismo,  asiente-debo irme a mi sección. Rellenar papeles, ya sabes-se ríe.

— Claro, por supuesto. Ve-sigo mi camino, pero cuando veo que se adentra a las escaleras de emergencias, mis sospechas aumentaron.

Giro sobre mis pies y lo sigo a una distancia, demasiado lejos. Cada uno de sus pasos es sospechoso. Su cabeza gira hacia ambos lados para vigilar que nadie lo esté viendo, pero cuando veo que está por entrar al cuarto de Lila, mi corazón se detuvo. Ya cuando su mano tocó ese picaporte, corro hacia él tirándolo al suelo. Él se sorprende e intenta escaparse rápidamente. Reviso sus bolsillos y lo que había escondido era una jeringa. La arrojo sin saber qué contenía. El pasillo estaba vacío a lo que no podía pedir ayuda. Recordé que Lila tenía ese tipo de pinchazos en sus brazos. Si realmente no fuera algo malo lo que contiene esa jeringa, no intentaría escaparse.

— ¿Acaso drogaste a Lila?-tomo sus brazos para que no pueda moverse.

— Nunca en toda mi carrera, he visto a un doctor enamorado de su paciente-mi sangre hervía con tan solo verlo-deja que haga mi trabajo, Tyson.

— No voy a dejar que le hagas daño a ella. Vuelves a tocarla y te prometo que te haré pedazos-comienza a reírse.

— ¿Qué vas a hacer, señor psiquiatra? ¿Darme una pastilla para la depresión?-golpee su rostro, provocando que deje de reír.

— No te acerques a ella-suelto el cuello de su camisa. Tomo la jeringa con el líquido transparente, llegando a amarillento y espero a que se ponga de pie para quitarle el seguro a la aguja y clavarla en su brazo, dándole paso al líquido.

— No-intentó quitar la aguja de su brazo, pero su esfuerzo fue en vano. Gritó ya con el líquido en su sistema. Ahora era yo quién sonreía. Corrió hacia la sala de descanso para intentar quitarse ese líquido de alguna forma y yo me quedé en la puerta de la habitación de Lila. Aún tenía la jeringa en mi mano y habían quedado unas gotas de líquido dentro. Necesitaba saber qué iba a inyectarle a mi paciente.




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