Un Loco Amor Tóxico.

Diez: Arduo Pasado.

 

Poder abrazarla con la libertad del mundo sin que me juzguen por ello, se siente demasiado bien. Ralph, que aún seguía detrás de nosotros, se pone de pie para irse. Solo estábamos nosotros dos.

— No te alejes de mí-la sinceridad en mis palabras hace que vuelva a abrazarme. Sentía como su pecho subía y bajaba por los nervios que tenía. Tal vez ni siquiera sabía qué era lo que estaba pasando.

— ¿Puedes explicarme qué sucedió?-me observa esperando una respuesta. Su tono de voz era tranquilo, pero sus nervios le quitaban el toque de tranquilidad.

— Eso ya no importa-aun con nuestros cuerpos juntos, me encamino a la puerta para cerrarla. Ella ríe por mi acción un poco torpe. Me despego de ella mirándola directo a los ojos, a sus hermosos orbes azules-promete que estarás conmigo, sin importar lo que pase-ella asintió a mi pedido. Se alejó un poco de mí para tomar su bolsa que minutos antes había caído.

— ¿Quieres desayunar?-mis pasos fueron ligeros al caminar hacia ella, tomando su rostro para besarla con desespero. Quería sentir esos labios que me volvían tan loco. Por un momento perdí el control, cayendo en que estaba haciendo mal en besarla de esa forma. Aún con mis manos en su rostro, me separo un poco de ella.

— Lo siento-articulo. Suelto un suspiro pesado para alejarme por completo de ella y tomar asiento sobre la cama. La observo por unos segundos y decido bajar mi cabeza sin poder mirarla-me encantaría que mis padres te conocieran y vean a la mujer que está junto a mí-suelto con mi mirada perdida-me llenaría de felicidad que solo mi madre te conociera-elevo mi vista para ver como los hermosos ojos de Lila se han cristalizado.

Verla de esa forma me recuerda a mi madre. Siempre he escuchado sus peleas y en una de ellas me quedé presente y como consecuencia obtuve la peor escena de mi vida. La mirada cristalizada de mi madre tirada en el suelo, siendo golpeada por mi padre invade mi mente. Yo intenté defenderla, pero teniendo tan solo siete años, mi pequeño cuerpo no resistió sus golpes. Mi cuerpo está herido por las cicatrices que me ha dejado como unos tatuajes que no puedo quitar.

Estudié esta carrera no solo por mi agrado, quería saber el por qué una persona tiene esos comportamientos repentinos y violentos. Quería ayudar a mi padre a volver a la realidad y dejar todo tipo de alcohol. Ofrecerle mi ayuda para que sepa que el trabajo no es lo único que existe en la vida. Pero todo se derrumbó cuando comencé la universidad. Un día como todos, volví a mi casa y encontrarme con la mirada completamente rota de mi madre me partió en mil pedazos. Antes de poder decirle algo, ella toma sus bolsos y se marcha.

Nunca dejé de buscarla, llamarla, enviarle mensajes alentadores y demás. Pero nunca obtuve respuesta, después de cinco años. Ella me contactó diciéndome que estaba en un hospital muy enferma y que tenía pocos meses de vida. No quería morir teniendo en su mente que tenía un hijo esperando su llegada.

— Lo siento-repito de nuevo con una sonrisa forzada.

— A mí también me fascina la idea de conocer a tus padres-sonríe. Esa sonrisa fue tan sincera que deja ver sus hermosos dientes blancos-aunque mis padres…-sé que le cuesta hablar sobre eso. He leído su expediente muchas veces y ha sufrido demasiado para tener motivos de internación.

— Lila-me pongo de pie tomando sus manos y entrelazándolas con las mías-te amo-la sorpresa en su rostro me hace sonreír-no necesito conocer a nadie para decirle que eres a quién estuve esperando por mucho tiempo-sus ojos se comenzaron a poner rojos por las lágrimas que acumulaban estos. Sin esperar a que me responda la envuelvo en un dulce abrazo.

Ella eleva su mirada hacia mí para ponerse de puntas de pie y depositar un beso en mi mejilla. Arqueo mis cejas con una sonrisa ante su tierna acción. Mis manos sueltan las suyas para colocarlas en su rostro y besar su frente.

Ambos nos quedamos en un silencio profundo. Un silencio sumamente reconfortante. No era para nada incómodo. Sentir su cuerpo junto al mío me hacía sentir demasiadas cosas. Cuando trabajaba en el hospital no tenía esta libertad para abrazarla o besarla. Sí lo hemos hecho antes, pero con miedo a ser descubiertos.

Tocan la puerta de la habitación para luego ser abierta por Ralph.

— ¿Van a desayunar o solo se quedaran ahí parados?-su voz era un poco ronca y podía notar la molestia en sus cuerdas vocales.

— Ve, yo necesito hablar con Ralph-me dirijo a Lila a lo que asiente y desaparece del lugar-¿Qué ocurre?-lo hago pasar para cerrar la puerta detrás de él. Sé que Lila es una persona muy curiosa y presiento que lo que me dirá la persona frente a mí no va a ser bueno.

— Ya ha salido en las noticias que eres un fugitivo, al igual que Lila-paso una mano por mi rostro intentando pensar pero mi mente estaba en blanco-Y luego estoy yo-su mirada se encontraba perdida.

— ¿Qué?-esa pregunta salió tan espontáneamente que dudé por unos segundos.

— Asesiné a Alim y a Joshua en el hospital por encubrir el asesinato del director Bang-su confesión me dejó perplejo-esto es lo único que puede salvarte-eleva, por lo que sé, un disco duro-estas son las grabaciones de las cámaras que hay en el hospital.

— ¿Eso quiere decir que Alim también tuvo que ver con el asesinato del director Bang?-interrogo y asiente.

— Ella lo asesinó. Y hay otra cosa muy importante aquí-se cruza de brazos-Alim es tía de Verónica-mi boca se abre un poco involuntariamente. Mis parpados tiemblan un poco y Ralph lo nota-yo también estoy en la portada de fugitivos-puedo notar como le cuesta decir eso-yo los asesiné después de todo.

— Pero fue por una buena causa, Ralph. No te culpes por eso…

— ¿Crees que me culpo por eso? Ya he asesinado a más persona, Miller-lentamente mi mirada se posa en su mano derecha que comenzó a temblar poco a poco-estas manos han presionado numerosas veces el gatillo de distintas armas para que las balas impacten en los cuerpos de mis víctimas-río y no sé por qué lo hago. Tal vez son mis nervios.




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