Un Loco Amor Tóxico.

Trece: Ahora Me Perteneces.

 

 

A penas podía ver por las lágrimas que inundaban mis ojos. Siempre me ha afectado demasiado que hablen de Arthur. No quería que sepan que él es mi padre. He ocultado mi verdadero nombre desde que tengo 16 años. Nadie sospechó y ha pasado mucho tiempo desde que lo escuché por última vez.

 

— Hijo, tú padre llegará pronto-la voz de mi madre temblaba-enciérrate en tu cuarto y no salgas hasta que se haya ido-no quería hacerlo. Quería quedarme con ella.

— No quiero-me quejo-él no notará mi presencia si estoy aquí-en cierta parte tenía razón, ya que mi Arthur siempre me ignoró.

— No te lo he preguntado-me empuja para que suba las escaleras. Mis pies al subir el primer escalón, comenzaron a temblar por haber escuchado el sonido de la puerta principal abrirse, dando a saber que el jefe de la casa había llegado-¡sube!-me ordena a gritos y yo solo corro.

Ella no quería que me vea por lo que había pasado tres años atrás, cuando intenté defenderla, pero eso provocó heridas en mi cuerpo. Me acerqué a la puerta para oír lo que decía mi padre, pero solo escuché el sonido de un vidrio romperse. Cerré con seguro sabiendo que la cosa se pondría fea. Me alejé de ahí para llegar a la ventana de mi habitación y abrirla, preparado para salir por allí. Esperé unos segundos más y los gritos de ambos me confirmaron que todo eso terminaría en golpes nuevamente.

Salí de ahí, con la confianza de no toparme con ellos. Bajo cuidadosamente y mis pies tocaron el césped artificial. Mi vista se elevó y mis ojos se encontraron la intimidante y penetrante mirada café de Arthur. Tragué grueso e intenté correr al notar que se acercaba a mí con su portafolio colgando de su mano, pero mis pies no respondieron ante la adrenalina y miedo que corría por mí ser.

— Eres una decepción y un marica-sus ojos estaban hinchados como si hubiera estado llorando, pero sabía muy bien que estaba ebrio. No podía dejar de mirarlo. No sabía qué expresión tenía mi rostro para molestarlo tanto, que su portafolio golpeó mi pequeño rostro, haciendo que pierda el equilibrio y caiga en el frío césped-no mereces ser mi hijo, Tyler-escupió sobre mi ropa y se marchó.

Mis lágrimas cayeron sin poder contenerlas por la enorme impotencia que sentía. Quería ser yo quién lo golpee, pero teniendo tan solo 10 años no me ayuda en nada. Tal vez tiene razón. Soy una decepción, un marica y muchas cosas más.

Me pongo de pie lentamente y corro sin rumbo. Solo quería estar lejos de él.

 

— Miller-siento como me zamarrea para que reaccionara. Pensé que había logrado vencer mi temor hacia mi pasado. Pensé que estudiar psiquiatría me ayudaría para saber cómo vencer los traumas. Pero, todo en este momento, me recuerda eso-¿Me dirás qué hacía Verónica aquí?-Su interrogativa me hizo reaccionar y verlo a los ojos.

— Ella estaba aquí cuando llegué-confieso-quería buscar mi teléfono que me ordenaste que deje aquí. No tenía planes para venir, quería ir directo a la estación de policías, pero ella apareció como si estuviera esperando por alguna razón-frunce el ceño-me confesó que Alim quería que Lila se enamore de mí para que me echen del hospital. No quería verme feliz-Ralph se incorpora rápidamente-¿Qué?-Sin contestarme, sale corriendo, dejándome solo.

Creo que Alim logró su objetivo. Me he enamorado de ella. No podía admitir que me gustaba porque ella es mi paciente, pero ahora que estoy lejos de ella, sé que debo volver al escondite para aclarar las cosas. Quiero estar con ella. Me arriesgaré.

— Como pensé-apareció nuevamente. Ni siquiera me percaté del tiempo que pasó-ella no vino con buenas intenciones-alborota su cabello nervioso-te molestarás conmigo, lo sé, pero tenemos que irnos ahora si queremos llegar antes que Verónica-me coloco mi camiseta y camino hacia él. Interrogo el por qué piensa que me molestaré con él, pero me ignora, caminando fuera de la casa-llevé a Lila de nuevo al hospital-suelta sin anestesia dejándome perplejo-cuando supe que te escapaste en la madrugada, le ordené a Frank que la llevara al hospital en la mañana.

Mi cuerpo, sin saber cómo reaccionar, toma el cuello de su camiseta dejándolo a centímetros de mi rostro. Él mismo podía notar mi ira. No puedo creer que la haya abandonado cuando las cosas se complicaron.

— Era eso o que te vea con Verónica-supo cómo defenderse-créeme que se hubiera muerto si se enteraba que besaste a Verónica-presiono mi mandíbula zamarreándolo para que haga silencio.

— Yo no la besé-admito-ni siquiera correspondí a su asqueroso beso-suelto bruscamente su camiseta y camino a su auto, observando como el vidrio de la puerta trasera está roto. Debo admitir que sí merezco las palabras hirientes de Ralph. Me siento una persona horrible al dejar que Verónica me besara. A pesar de no corresponder a su beso, pude sentir una cierta repugnancia. Con tan solo pensar que no eran los labios de Lila, se sintió horrible. Cuando iba a alejarla, Ralph apareció. No he estado mucho tiempo en esa casa, de que él llegó-¿Vas a subir o no?-lo llamo subiendo al asiento del copiloto.

 

 

***

 

 

Ya el amanecer se estaba mostrando. No nos hemos dirigido ninguna palabra en todo el viaje ¿Por qué tendríamos que hablar si ni siquiera somos amigos? Aunque pensándolo bien, él fue el único en ayudarme en todo esto. Se preocupó y hasta ahora me ayudará en declarar mi inocencia.

Me remuevo en mi asiento un poco incómodo al sentir esta extraña sensación de compasión. Nunca le he tenido compasión, ni si quiera cuando el director Bang, antes de meterme en problemas por Verónica, me haya asignado dos de los paciente de Ralph. Él me insistió mucho que, en secreto, lo siguiera cuidando él, pero yo me negué.

— Lo siento-desvío mi mirada avergonzado. No hemos hablado en todo el camino y lo primero que digo es un “Lo siento” qué original.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.