Un lugar en el mundo ( Trilogía Destino #1) (2013)

CAPÍTULO 19

Tardaron horas en llegar, el pueblo estaba lejos y además había atasco a la entrada de la ciudad. Ya quedaba poco para llegar al hospital. Lucía no podía parar de llorar, el amor de su vida se podía morir y sus últimas palabras para él fueron muy duras, no se merecía aquello.

Dani la intentó tranquilizar de todas las maneras posibles, pero no obtuvo resultado, estaba fuera de control. Cuando llegaron al hospital, allí estaban los padres de Álex a los cuales Lucía no conocía, también estaba María, la estaba esperando.

—Quédate aquí, yo voy a ver que puedo averiguar, por favor trata de tranquilizarte, porque estando así no le vas a poder ayudar Es más lo que te va a suceder es que a ti también te van a tener que hospitalizar, puedes poner en peligro a tu hija, puedes perderlo todo y no es lo que queremos. María quédate con ella todo el tiempo, yo voy a ver qué ha pasado, en cuanto sepa algo vengo a contároslo.

—Sí hijo, ve, yo aquí me quedo con Lucía, descuida, vete tranquilo.

Lucía llevaba sin hablar desde que conoció la terrible noticia. Sólo podía llorar y culparse por aquello. Seguramente se chocó por su culpa, por haber sido tan mala con él, se distrajo por estar pensando en ella. Si algo malo llegaba a ocurrir no se lo perdonaría jamás.

—Hija, llevas mucho tiempo sin tomar bocado, tómate aunque sea una tila para intentar tranquilizarte. Si sigues así vas a enfermar. Piensa que cuando Álex despierte, tiene que verte bien, para tranquilizarlo, por favor hazme caso hija.

Lucía se limitó a asentir con la cabeza, María le trajo una tila y algo para que comiera, a regañadientes hizo ambas cosas. Se sentó en la sala de espera y no hubo fuerza humana que la moviera de allí.                                           

Habían pasado muchas horas, allí solo quedaron los padres de Álex, María y ella. Se la veía cansada, venía de hacer dos viajes muy largos y pesados, y eso le estaba pasando factura. Tenía los pies muy hinchados, la cara desencajada y sus ojos estaban rojos e hinchados de tanto como estaba llorando. Por fin Dani apareció y fue a hablar con ellos.

—Tengo noticias, ha pasado de estado crítico a grave. Ha habido una leve mejoría desde que llegó, pero todavía tenemos que esperar a ver cómo pasa la noche para saber si sigue en peligro o no.

—¿Pero qué es lo que ha pasado exactamente hijo?—pregunto Leonor la madre de Álex.

—Al parecer, el conductor del camión se quedó dormido, invadió el carril contrario y no le dio tiempo a esquivarlo. Álex tiene una clavícula rota, también varias costillas y bastantes hematomas. Lo que nos tiene más preocupados es que una de las costillas, está rozando ligeramente uno de sus pulmones, hay que esperar para saber si al soldarse la fractura volverá a su sitio o se enterrará en él. En ese caso habría que operarlo e intentar desviar la trayectoria de ésta y seguir esperando. De momento no ha despertado.

—¿Podemos verlo?— dijo Ángel, el padre.

—No es lo normal pero haremos una excepción, pasen por aquí—Dani se quedó esperando a que Lucía se levantara para ir con ellos—¿No vienes Lucía?

—No, es mejor que vayan los señores solos, es su hijo.

—Como quieras, ahora vendré a hablar contigo.

—Hija deberías de ir con ellos.

—No María, yo no pinto nada ahí. No tendría cara para mirarlo, todo esto es por mi culpa.

—No digas eso hija, no es culpa de nadie: Sólo de ese hombre que se quedó dormido y se chocó con él, sé que le gustaría que fueras a verlo.

Al cabo de un rato salieron del lugar en donde se encontraba Álex, sus padres se quedaron mirando a Lucía y finalmente se acercaron.

—¿Tú debes de ser Lucía verdad?—preguntó la mujer.

—Sí señora.

—Mi hijo no para de preguntar por ti. Claro no está despierto, pero no para de repetir tu nombre, pienso que deberías entrar a verlo, te necesita mucho.

—No señora, yo no tengo cara de entrar y verlo. Está así por mi culpa, yo lo arrastré hasta aquel lugar, yo discutí con él y permití que se fuera, si no lo hubiera dejado ir…

—No te culpes muchacha, sabemos que eres una buena chica ¿Cómo podrías tú hacer algo malo? Anda entra, le vas a hacer mucho bien—le dijo el padre de Álex—Nos han hablado de ti y muy bien por cierto, no pienses que te vamos a mirar mal, al contrario. Eres la madre de nuestra nieta, tú le devolviste la ilusión de amar a mi hijo y eso es impagable. Anda ve con él.

Por fin Lucía accedió y fue a verlo.

Entró en aquella habitación y hubiera dado cualquier cosa porque fuera ella la que estuviera ahí. Se acercó hasta su cama, estaba conectado a muchas máquinas que Lucía no sabía para que servían exactamente pero todas pitaban al unísono, la ponían muy nerviosa. También tenía puesta una máscara de oxigeno, tenía varios cortes  en la cara y algunos moratones. Se acercó hasta él y le besó en la frente, como tantas veces había hecho él con ella, también le cogió la mano.

—No sé si me estás escuchando, pero quiero que sepas que aquí estoy… Tienes que luchar por salir de ésta. Sólo quedan seis semanas para que nazca nuestra hija y tú tienes que estar ahí con nosotras—algunas lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas— Sé que me equivocado he sido injusta contigo, te he tratado mal y sin embargo tú siempre has estado ahí para mí. No me puedes abandonar ahora, como tú mismo me dijiste hace unas horas, me esperarías siempre. Aquí estoy, ya no es necesario que me esperes más. Por eso tienes que despertar y ponerte bien, tengo muchas cosas que decirte.




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