¿Por qué ese nombre había regresado a mi vida? ¿Por qué razón mientras más repasamos lo que vivimos, más nos duele? Ese nombre resultaba un verdadero tormento, una cruz que llevaba arrastrando, un puñal clavado en el alma, imposible de arrancar? Aun sentía el calor del último beso de Analia, sus últimas palabras, su risa franca mezclados con un nombre maldito: Miguel.
_ ¿Quiere que lo dejemos acá, sr Mateo? Puedo regresar en otro momento _sugirió mi entrevistadora.
Negué con la cabeza y me dispuse a continuar.
“Esta charla es impostergable así que debo proseguir. Como le venía diciendo, mi vida era feliz, sin grandes títulos ni fama ni roce social pero feliz. Analia no necesitaba esas cosas pero parece ser que yo sí y maldigo el día en que fui a su encuentro. Nos quedamos unos días en casa de unos conocidos míos con la excusa de la compra de unas cabezas de ganado pero lo cierto, era que me había surgido un buen negocio y ganaría mucho dinero, o al menos eso me hicieron creer. Ladislao, el encargado de los peones de la estancia, conocía a un tal Miguel que vendía unas vacas a un precio francamente irrisorio y yo caí como un chorlito. Nos citamos en las afueras de la ciudad, en una casona que hacía tiempo que se encontraba deshabitada. Llegue a caballo solo, desmonte junto a la puerta y golpee las manos. Debí sospechar algo ante tanta soledad pero las ansias de dinero sobrepasaban cualquier razón, por lo tanto, ingrese lentamente mientras lo llamaba por su nombre. Una voz lejana me invito a sentarme junto al fuego, en medio de un salón sombrío iluminado por un par de velas y una figura inquietante me hablo desde la ventana.
_Usted debe ser Mateo Quintana Morales _murmuro con voz profunda.
_Ese mismo, y usted debe ser el sr Miguel Rodríguez.
Aquel era el momento indicado para huir y yo no aproveche la ocasión, aunque viéndolo a la distancia dudo mucho haber podido lograrlo. Su piel era muy pálida y brillaba un poco a la luz de la luna, como la mía ahora, pero aun más. Se veía joven porque no pude vislumbrar arruga alguna pero con un semblante añoso, sus ropas estaban fuera de moda y tenia dedos largos y delgados, casi esqueléticos. Rio sonoramente y afirmo con crudeza:
_Usted es un idiota y no tiene ni idea en que se ha metido. Su ambición lo ha cegado y no lo ha dejado razonar. Es un hombre codicioso, con una hermosa mujer por cierto. Me pregunto si ella sabe que usted está aquí conmigo, en este lugar olvidado por Dios, pretendiendo ser un hombre de negocios cuando no es más que un soberano iluso, incapaz de vislumbrar el peligro que corre a mi lado.
Me dispuse a salir, ofendido por sus palabras hirientes, pero increíblemente ya estaba ajunto a mí, como si hubiese desaparecido y aparecido en un instante. Abrió su boca y vi en la penumbra sus dientes blancos y afilados y la noche me abrazo con descaro mientras sentía mi cuello latir apresuradamente bajo sus labios. La vida se escurría en su boca mientras mi voluntad se ponía a su disposición. Me dejo sin bríos, pero vivo, y repitió la operación durante tres días eternos hasta que deje de ser yo para pasar a ser esto, este monstruo sin alma, asesino, sin remordimientos ni culpa, sediento de sangre, verdugo de víctimas inocentes. Me traslado lejos, recuerdo vagamente haber atravesado el océano en barco y amanecer en tierras extrañas. No recordé nada por un buen tiempo, mi vida pasada se desvaneció mientras el monstruo crecía y mataba y mataba…Estuve en varias guerras, arrancándole el último suspiro a cientos de soldados, formando parte de una extraña elite sobrenatural de la cual Miguel era el líder natural. Sonreía con satisfacción ante cada víctima y se veía orgulloso de su creación, como si fuese un Dios poderoso, como si un nuevo mundo se acercase y la humanidad fuera su terna fuente de vida. De esa forma pasaron los años, hasta que una noche, nos topamos con una carreta que transportaba a una familia de granjeros, modestos, muy pobres, con ropas gastadas y caballos viejos y cansados. Miguel ordeno el ataque pero esta vez estábamos solos los dos, los demás estaban en un festín en una pequeña aldea cercana. Se avalanzo sobre el infortunado hombre y en cuestión de segundos acabo con él, luego con su mujer mientras yo observaba asombrado, como si mi conciencia hubiera regresado.
_Vamos _grito_ No dejes que la niña se escape, termínala ya
La pequeña corría horrorizada y yo fui tras ella, como un león tras su presa, pero al alcanzarla pude oler su inocencia y mi sed de sangre lucho con mi razón. La tome entre mis brazos y pude ver el reflejo de mi rostro en sus ojos…”
Di un sonoro golpe de puño sobre la pared mientras escuchaba la respiración agitada de la gitana. Volví sobre mis pasos y me detuve junto a ella clavándole la mirada.
“Usted quería la verdad, y la verdad es esta. Soy lo que acabo de confesar, un monstruo desalmado, un asesino de inocentes, alguna vez fui un hombre pero de mi solo queda un recuerdo apresado en el pasado, un pasado al cual ahora puedo volver porque puedo manejar mi nueva naturaleza. De no ser así, le aseguro que usted hubiera muerto hace rato, porque oportunidades me sobraron y aun ahora mismo podría lo, pero décadas y mas décadas de autocontrol me han enseñado a respetar y a mantenerme sin necesidad de matar…seres humanos. Claro que no tengo la misma fuerza con este nuevo método de alimentación pero al menos, siento menos culpa.
Regresando a mi historia, fue en ese momento en que mi vida anterior regreso a mí con todas las fuerzas y vi en esa niña a la hija que Analia deseaba tener. De modo que la protegí, la lleve lejos, tan lejos como pude. En medio de la confusión, Miguel me perdió de vista y eso me dio una gran ventaja, aunque pude sentir su posterior persecución y su enfado hacia mí. Lo había traicionado al elegir a un ser humano sobre nuestra especie y no me lo perdonaría. Se inicio así una cacería feroz: él era el depredador y yo, su presa. Abandone a la pequeña en una aldea bien escondida y continúe mi huida, que duro años y años. De esa forma el tiempo fue transcurriendo lento y seguro mientras asumía nuevos nombres, vivía en nuevos lugares y fingía una vida que no era mía. Fui comerciante, abogado, banquero, tabernero, pescador, cazador y tantas cosas. Me camuflaba como un camaleón mientras intentaba hallar una estrategia para sobrevivir sin muertes, pero siempre caía en tentación y debía empezar de cero. Por supuesto que tuve encuentros con Miguel a lo largo de todos estos años, y nunca pudo perdonar mi traición porque él buscaba un compañero de andanzas, un socio para la eternidad y yo solo pensaba en mi esposa, en como estaría, como había vivido sin mí. ¿Se habría casado? ¿Seguiría en la estancia o habría vuelto con su familia? ¿Qué habría pensado de mi abandono? Supuse que me odiaría, que habría pensado que me fui con otra mujer o que había muerto y mi cuerpo yacía por ahí? ¡Que se yo! Tantas cosas pensé en estos años…”
#7833 en Novela romántica
#3186 en Fantasía
romance, viajes problemas familiares, amor memorias perdidas y misterio
Editado: 30.05.2025