Y esta situación, además de adversa, era determinante, la más difícil de mi vida. Enfrentar mi pasado, amándola y portando esta maldición. Allí estaba Analía y yo, sin saber cómo empezar. Supuse que mi hijo no había hablado más de lo necesario y que ella desconocía las razones por las que se encontraba en mi casa a esas horas de la noche…o no. Ella observaba mi torso desnudo para luego volver a posar sus ojos en los míos con una mirada inquietante y extrañamente familiar, la misma que me regalaba cuando aun vivíamos juntos.
_Buenas noches, Analia. Disculpe mi aspecto. Voy, me cambio y regreso al instante.
Me dirigí a la habitación y me puse la primera camisa que encontré mientras pensaba que le diría. El momento finalmente había llegado y mi mente era un caos.Entonces, escuche unos pasos detrás de mí y una voz que me decía:
_Sé que no me va a creer pero…yo siento que lo conozco desde hace tiempo y no sé por qué. No soy una mujer indecente que anda en casa de desconocidos a altas horas de la noche. Vine porque mi hijo insistió pero desde que lo vi por primera vez…usted tiene mucho de mi esposo ¿sabe? Y no logro comprender que está pasando.
Se acerco tímidamente y su mano se adentro en la camisa entreabierta para posarse sobre mi pecho. La piel me ardía como si me estuviese prendiendo fuego, la respiración agitada y el corazón latiendo a mil por hora. Pude advertir que Analia sentía lo mismo, aunque sus ojos permanecían cerrados ¿Podía acaso el amor derretir el hielo de mi piel?
_Hábleme – ordeno sin apartar su mano de mi pecho.
_ Lo siento _ fue lo primero que pude decir_ Lamento mucho haberme ido y no sabes cuánto he sufrido y cuanto he esperado para llegar a este momento._mi voz era casi un susurro mientras el aroma de su piel emborrachaba mi sangre.
Abrió lentamente los ojos y con una sonrisa radiante pronuncio mi nombre:
_Mateo…
Entonces no pude contenerme. La estreche entre mis brazos y la bese con desesperación. Ella me respondió con pasión acariciando mis cabellos .Nuestros cuerpos recordaron el lenguaje del amor mientras la despojaba de sus ropas y repetía su nombre como si fuese una alabanza. Su piel contra la mía ardía y el deseo controlo sabiamente a mis más bajos instintos. Disfrute de cada una de las sensaciones que experimentábamos juntos mientras escuchaba sus vehementes gemidos. Acaricie su cuerpo con adoración sin dejar de besar un centímetro de piel, disfrutando de cada sensación como si fuese el mejor de los vinos. Ella recorrió mi espalda con sus manos, me miro a los ojos y me ordeno:
_Ahora… no puedo esperar más.
Nos unimos en un acto de pasión incontrolable y volamos hasta hacernos cenizas. Fue el encuentro más inesperado y más ansiado de toda mi vida. Siglos de soledad olvidados en ese instante, la entrega más sincera que jamás hubo existido. Terminamos agotados y escuchamos como nuestros corazones regresaban lentamente a su ritmo normal.
_Estoy más vieja _confeso avergonzada.
_Para mi estas igual que siempre, incluso mejor. Tus caderas son más anchas, tus pechos mas redondos, tu piel más suave…Nada puede superar a este momento_ le dije con toda sinceridad.
_Cuando nuestro hijo me “ordeno” prepararme rápidamente para venir a la ciudad me sorprendió, pero tenía una mirada en los ojos que no podría describir, aquella mirada que sabría que tendría cuando te viera. Por eso obedecí y no le pregunte nada. Tampoco me sorprendió cuando me trajo aquí y me pidió que te esperara, aunque pudieras tardar. Me dijo que te escuchara y que no dudara, que no me mentirías. No sé bien que fue lo que paso ni por qué cambiaste tanto. No envejeciste tanto como yo, aunque tu mirada es más dura que la que solías tener, como si reflejara un largo sufrimiento. Siempre supe que te reconocería. Mis ojos fueron engañados, pero mi piel, no. Cuando nos dimos la mano por primera vez recordé aquella vez que nos vimos, cuando venias a cortejar a Enriqueta y el Quijote se me resbalo de las manos. Cuando recorrimos la estancia a caballo tuve la misma sensación que la vez en que terminamos en el rio bañándonos desnudos. Y esta noche, cuando te vi arrojar la camisa al fuego con furia, me recordó a la última vez que discutimos antes de que te fueras. No comprendo nada pero no necesito saberlo tampoco.
_ Pero yo necesito decírtelo todo porque para eso vine. Tengo muchos años de vida, mas de 200, y no puedo morir ni envejecer. Mi castigo es beber sangre, sin eso no puedo vivir. Somete mi mente y mi voluntad, y me llevo muchísimos años dominar esta sed. Hasta hace unas horas no sabía a ciencia cierta si podría sosegarme al estar juntos, pero evidentemente el amor es más fuerte que todo.
Entonces le conté todo, desde mi encuentro con Miguel, el viaje a tierras lejanas, la furia incontrolable, mi regreso a Buenos Aires y todo el dolor y la culpa que me acosaban.
_ ¿Y estuviste con muchas mujeres durante todo este tiempo?_ quiso saber Analia.
No deseaba herirla pero tampoco podía mentirle.
_Cuando estaba recién convertido hice cosas atroces y si, estuve con otras mujeres, pero no era yo y no te recordaba. No había vida anterior hasta que conocí a Sasha.
_ ¿Quién era esa mujer?_ me pregunto preocupada.
_Era tan solo una niña y cuando la vi, imagine a la hija que tanto deseabas tener y eso me devolvió a la realidad. Escape de mis nuevos compañeros y busque la forma de regresar, pero habían pasado tantos años…No sabía cómo enfrentarte, ni que decirte y tampoco sabía si te haría daño. Vigile el cementerio por semanas. Vi la tumba de tus padres y supuse que vendrías, y lo hiciste.
_ ¿Me viste?_ pregunto intrigada.
_Si, estabas junto a la tumba con Mateo. En ese momento desconocía que era nuestro hijo y debo admitir que se apoderaron de mí unos celos espantosos. Entonces pasaste junto a mí y le dijiste que lamentabas que él no tuviera una tumba donde llorar a su padre.
_ ¿pasaste a mi lado y no te reconocí?
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Editado: 30.05.2025