“La desesperación es un estado emocional en el que una persona ha perdido la tranquilidad y la esperanza, caracterizándose por sentimientos intensos de cólera, despecho o enojo. Según Søren Kierkegaard, se refiere a la pérdida total de la esperanza. También puede describirse como un estado de angustia o pesimismo”
Busque a Analia sin poder encontrarla. Los últimos hechos habían resultado traumáticos y sorprendentes, pero siempre actuaba de forma razonable, o al menos eso yo creía. Toda la peonada salió en su búsqueda pero nadie la había visto. La desesperación se apodero de mi, podría haber asesinado a todos en un instante, destrozarles el cuello y beber su sangre, pero no había llegado tan lejos para dejar surgir al monstruo. Imagine mil posibilidades, miles de escenarios y entonces supe que estaba viviendo lo que Analia había padecido durante mi ausencia. Creí volverme loco y mi hijo percibía mi angustia, adivinaba mis pensamientos y me miraba devolviéndome la calma perdida.
Entonces apareció Ladislao, con un bastón como apoyo.
_ Don José_ me dijo_ Creo saber adonde fue la patrona. Falta su caballo, juraría que fue a ver a doña Enriqueta o a don Manuel Quintana.
_¿Cuando?
_Hace un rato estuvo conmigo. Yo le explique que no tenía nada que ver con lo que usted ya sabe y salió disparada como un rayo. Quiere saber la verdad, quienes fueron y por que. Yo juraría que fue para allá.
_Gracias, amigo mío.
Sin mediar palabras corrí, monte mi caballo y fui en su búsqueda. Pensé muchas cosas durante el trayecto, le di mil vueltas al asunto mientras pugnaba por mantener mis instintos ocultos, pero sabía bien que en cualquier momento saldrían a la luz con desesperación y sin lógica alguna.
Llegue a casa de Enriqueta pero ella ya no se encontraba. Habia dejado una carta para Analia y había tomado un navío para Europa. Los sirvientes dijeron que se despidió de todos y les informo que se quedaría en Londres junto a sus hijas. No tenía cara para enfrentar a su hermana por lo que había dejado una simple carta y un adiós para siempre. ¿Mauricio sospecharía algo? ¿Acaso había hablado con Miguel?
Entonces, quedaba mi padre. Habia intentado evadir su encuentro porque no me interesaba verlo. Lo odiaba tanto como él a mí, aunque desconocía el motivo de su desprecio. El caballo de Analia descansaba junto a la entrada y la puerta estaba abierta. Entre silenciosamente escuchando una discusión entre Analia y mi padre.
_¿ Por qué?¿¿¿Por qué???¿Qué le hicimos para que nos desprecie tanto? ¿En qué le faltamos? Dígame, explíqueme porque la verdad no logro comprenderlo. ¿Desear la muerte de su hijo?
_ Esa es la cuestión, querida. Mateo no es mi hijo, es un bastardo que debí aceptar como propio para casarme con su madre. No sé quién es el padre y tampoco me interesa. Pensé que lo había educado como yo, que me respetaba, que me pagaría de alguna forma lo que había hecho por él y por su madre, aquella niña de sociedad que se había entregado a un soldado que termino muerto en batalla…una ilusa que creía en el amor, así como este idiota se enamoro de usted. Me lleno de vergüenza cuando rechazo a su hermana. Todo el mundo lo sabía, me llenaba la boca hablando de su compromiso y termino casándose con usted, una niñita insulsa y poca cosa. Yo me hubiera casado con su hermana pero su padre quería a mi “hijo”, ese imbécil que me hizo caer en ridículo. Tenía que vengarme de alguna manera, debía sufrir y pagar.
Aparecí detrás de mi padre y pudo notar mi presencia. Se dio vuelta para verme y pude percibir en sus ojos el terror. Sin embargo permaneció inmutable.
_Ahora_ dijo y Mauricio apareció junto a Analia colocando una daga en su cuello. Una trampa, y habíamos caído en ella como una presa en manos del cazador. El arma se hundía peligrosamente en su cuello y pude notar una pequeña gota de sangre nacer débilmente. Mi padre sonreía, Mauricio también y yo, sabía lo que debía hacer.
_Maldito bastardo, Miguel debía asesinarte pero se sentía solo y decidió conseguir una manada, empezando con vos. ¡Maldita suerte la mía! En cuanto Mauricio se dio cuenta, me aviso y Enriqueta huyo como la cobarde que es. Se fue y juro nunca más volver. Aun no sé como lograste volver pero tampoco me interesa. Ahora vas a morir. Una daga en el corazón, si no me equivoco, y tu mujer será testigo.
Todo sucedió con rapidez. Miguel esperaba entre las sombras, se abalanzo sobre Mauricio y lo decapito en un instante. Yo me arrojé sobre “mi padre” y hundí los colmillos en la yugular. Su sangre espesa y vibrante ingreso en mi boca y perdí los estribos. Como un animal salvaje, me alimente con furia mientras Analia presenciaba el asesinato. Mis ojos se volvieron rojos, mi rostro se transformo en el de una bestia, mientras Manuel luchaba en vano por sobrevivir. Sentí su miedo, su desesperación y su angustia hasta que su corazón dejo de latir. Arroje su cuerpo al suelo con furia, como si fuese un trapo viejo a la vez que el monstruo quedaba en evidencia ante los ojos sorprendidos de mi esposa.
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Editado: 30.05.2025