Me aleje de ella lentamente, pero antes de poder decir que ya estaba a salvo, ella me detuvo otra vez.
La mirada de Emma, se tornó algo confundida y sorprendida a la vez, era muy extraño el por qué fui tan des precavido con mi vida personal. Probablemente, todo ya se había ido por la borda, ya había revelado mi identidad secreta, o al menos lo que quedaba de ella.
La chica fuerte ahora deseaba hacerse la débil, algo raro e desafío so, por lo menos mi mente sabia muchas razones y causas del por qué la gente es a veces irresponsable consigo misma.
Emma dio dos pasos adelante, me miro y solo me volvió a abrazar. – ¿Oye, porque haces esto?— mira si es de querer algo con migo, no lo pienses, además solo eres una simple chica rara y desconocida. – ¡para ti soy una desconocida!, ¡pero para mí no!— luego de aquel estúpido tema, todo ya empezaba a ponerse muy desesperante y confuso, más de lo que debió ser.
Mire al hombre del sombrero, al parecer nos había dejado con algo de privacidad. Regrese la mirada a Emma.
Las cosas de destino se traían muy malas y buenas pasadas, todo a veces era muy concordante pero por otro lado solo expresaba lo más duro de lo ilógico e injusto de la vida.
Mire nuevamente a los ojos de Emma, aquella figura me parecía ser muy conocida, a pesar de que una vez Julián me dijo que todo era por una causa, este debió ser un pequeño regalo por lo que había vivido antes.
Finalmente, todo los problemas había dado un giro algo inesperado, fue muy inútil el pensar que la vida no me traería algo de felicidad a mi tristeza o estúpida soledad.
Por un momento, sentía las ganas de abrazarla, pero me contuve para así poder preguntarle algo que aún no me cabía bien en la cabeza.
No pude pensar en otra cosa más que abrazarla nuevamente, y así fue, la abrase de la mejor forma posible, las ganas de besarla no eran uy fuertes, pero comprendía que aquel momento no era el correcto.
Caminamos directamente al hombre del sombrero, Emma llevaba una sonrisa en el rostro, como si lo que hubiese hecho hace unos minutos fuera algo que había deseado hacer, desde niña. El hombre del sombrero, le devolvió la sonrisa, y concluyo que nuestro momento ya había terminado, avanzamos sin mirar atrás, toda la ciudad, estaba muy sucia y polvorosa.
Volví a dirigirme a Emma, después de tiempo, me sentía feliz de estar al lado de alguien. – oye, em… que bueno que te salve del shankers, en el edificio. – Emma, me miro con una mirada de inocencia. – bueno, al menos me gusto, que me hayas rescatado. – además, ya no aguantaba seguir ocultando el secreto… además de saber que me gustaste apenas vi de lo que eras capaz de hacer.
Mi corazón se aceleró un poco, solo podía imaginarme a Emma entre mis brazos, recordando como todo había empezado. – bueno es malo, que no me hayas dicho tu nombre aquella vez, si hubiese sido así, ya me hubiese hecho la idea de que eras tú, y te hubiese llevado a mi cuarto sin problema alguno.
Emma se echó a reír, aquella risa, solo me hacía desear besarla de una vez, quizás el esconderme era también una opción, ya que un momento rochoso estaba ocurriendo en ese mismo instante. – vamos, Emma, bueno… perdón fue raro el comentario— claro que lo fue, además espera algo de tiempo, pronto me tendrás comiendo de la palma de tu mano.