En mi mundo de voces, reina una: es cristalina, clara, ligera, paciente y tiene un acento neutro.
No es benigna ni malintencionada. Y otra se parece, pero tiende a equivocarse en sonar forzada y antinatural, como un robot.
Y en esta nación, bailan y juegan las demás voces: una arrogante, grave y profunda, con lenguaje rico y elegante (ambivalente en un acento español y en acento "neutro" mexicano), es la voz lógica, filosófica e intelectual, pero se vanagloria en su prudencia.
Aquí yace otra: una despreocupada, es gruesa pero floja, te habla como si fuese un amigo, bromista de chistes blancos.
Encontramos dos que internaliza la bondad y paciencia, una en lo infantil y otra en lo maternal: son la cara de la compasión y ternura.
Y si sigo, estaría escribiendo todo un libro de cada una de mis voces, hay mil y un personalidades: son personajes extraídos de personas reales y de lugares de los que quisiese que fueran.
Y como los secuestré, ahora viven en el mundo de las voces, pelean y discuten sobre diferentes posturas y opiniones; entre su discordia buscan hallar una verdad a través de distintas perspectivas; y cantan entre ellas, se hacen amistades, familias y enemigos.
En cada una de las voces habrá fragmentos míos y de otros, reflejos de personas y personajes, partículas de la humanidad y sus expresiones.