En el amanecer de mi vida: la juventud, hallé abusos (de muchos tipos).
Mi espíritu ha sido trastornado, por paranoias y miedos,
soy entonces, alguien que no desea estos fantasmas, que distorsionan la mente.
¡Dame la oportunidad, vida, de empezar de nuevo!
que renazca otra vez, sin ser objeto de maltrato:
en un jardín de rosas, inmaculado, cuídame,
que nadie toque mi morada.
Porque has de saber,
que en la niñez somos frágiles retoños,
y si fuimos pateados por ajenos,
nos hallamos ultrajados, crecemos mal y retorcidos.
Otórgame, suplico,
un nuevo cuerpo,
sin las memorias tristes de éste,
sin las consecuencias del oscuro pasado;
escóndelo de los enfermos y dale cobijo.
Pues los que fuimos usurpados
cargamos con veneno,
del que debemos deshacernos para no enfermar a otros,
y en su proceso nos daña más:
es un líquido ruín, nauseabundo,
que derrite nuestra humanidad,
carcome la pureza
y socava almas.
Entonces, ruego por este deseo, de una criatura, protegida por ti.