Capítulo 3
Entre mi vasto conocimiento en vestidos, siempre quitándolos, por supuesto, nunca me había dado cuenta de que podían decir “algo”.
Y es toda una locura, si me permiten decirlo.
— ¿Y esté? —Gira sobre sus pies en punta, el vestido marrón se adapta a cada curva de su cuerpo, es manga larga y está por encima de sus rodillas
Este dice: Thank you, next, no eres mi tipo.
—Me parece bien, no vas a pasar frío —Hago una muesca —en los brazos, deberías llevar abrigo. —Aconsejo sin poder evitarlo, aveces soy como un abuelo. Necesito cuidar de todo el mundo
—Mike, ¿cómo me queda? —Tiene los brazos en jarra. —No pienses en el frío, en si se me caerá o se subirá bailando —Espero que este bromeando —, no te fijes en nada más de. que en cómo me queda.
Para ser sincero, solo quiero tomarme el zumo de naranja que está entre mis manos, hacer mis deberes y tumbarme a ver lo que sea que pasen hoy en la tele.
—Te queda bien Milna, todo te queda bien. —Es sinceramente hermosa. Todo le queda bien. —Ve con algo que te sientas cómoda.
—Bien —Toma los tres vestidos anteriores que estaban sobre el mueble y se va a su habitación.
Doy el primer sorbo a mi zumito, es muy raro la manera tan sencilla que hace ver cosas que para mí son escandalosas, por ejemplo, se acaba de desvestir tres veces frente a mí. Estamos viviendo juntos, pero no considero que tengamos este tipo de confianza.
Ha sido una experiencia rara y nueva para mí.
Me dejo caer en el cama inflable de la sala, no sabía que lo necesitaba hasta ahora que estoy recostado sobre él, un dulce calor me acaricia todo el cuerpo, termino de tomarme el zumo y me acuesto. Me voy a permitir dormir aquí, un rato, uno pequeño.
MILNA
Sí, estoy perdida, y sí, tengo algo de miedo.
¿Me gusta el peligro? es posible.
¿Me gusta enfréntalo? nop, en lo absoluto.
Rectifico la información en mi celular y toco la puerta cuando estoy segura de la dirección, mi corazón late casi tan alto como la música que está sonando dentro.
—¡Hola! —grito para que me oiga.
—¡Llegaste! —Una Demi muy sonriente esta frente a mí.
Sonrío, es una obviedad que estoy aquí, pero no seré la snob de lo obvio.
Lo prometo.
Demi me toma de la mano izquierda y me entra a la “pequeña fiesta”. Empieza a presentarme a todos, es probable que mañana no los recuerde. En menos de lo que me doy cuenta tengo un vaso rojo con liquido dentro que parece ser cerveza.
En alguna parte de mi mente están encendidas las luces rojas por venir a esta fiesta. Demi es una de las razones, la principal, por la que mudarme se convirtió en una necesidad imperante.
Sin embargo, todos merecemos una segunda oportunidad, ¿no?
En una de la esquina veo a una de las secuaces/amigas de Demi, creo que se llama Adele, muy cerca de otra chica, más adelante veo unas cuantas caras conocidas entre ellas a Alexys, mi antigua compañera de piso que también es hermanastra de Demi está de pie mirando un cuadro sin ningún gesto de interés en el rostro. Cuando empecé a vivir en el campus creí que podríamos ser amigas, pero al final resulto que no; me quito de la cabeza el ir a hablarle, ella solo se quedó viendo mientras me hacían la vida imposible, continuo caminando detrás de Demi.
Se está comportando como la anfitriona perfecta.
Una excesivamente perfecta.
El mundo del entretenimiento me equipo para detectar falsedades a kilómetros de distancia, sin embargo, mi nueva yo, quiere nuevas experiencias, así que estoy ignorando el pequeño nudo dentro de mi pecho que se agranda cada vez que la veo sonreírme.
Dos horas después me sigo divirtiendo junto a los demás, doy pequeños tragos a mi vaso de cerveza. Juego con los demás, me rio con los demás, me siento como una universitaria cualquiera. Incluso descubrí que soy muy mala en los dados, mas en los dardos soy increíble.
Me retiro después de ganar tres veces. A veces ganar, no es sinónimo de victoria.
Todos somos jóvenes, el entendimiento es fluido, todo estaba bien.
Entonces, ¿dónde cambio todo?, ¿en qué momento se fue todo al carajo?
En medio del alcohol, la ilusión de la fiesta, y las risas alborotadas, me olvide de que, si fuera una princesa, sería la cenicienta y tendría que haber escapado antes del tiempo límite.
Seguí pensando: ¿qué lo detono?
Un golpe en mis rodillas, mi tobillo fallando, mi cuerpo cayendo sobre la mesa de las bebidas. Y eso fue todo.
Mi cuerpo entero empapado de todo tipo de alcohol, un montón de estúpidos adultos riéndose sin parar a mi costa, ¿y yo?, yo me quede petrifica, tirada sin saber que hacer, sin nadie que me tendiera la mano.
No dejé que ni una sola lágrima se derramará delante de ellos, toda mi visión se perdió, no pude distinguir ningún rostro conocido. Solo pude ponerme de pie, ambos tacones se habían roto, no tenía el móvil encima, cuando lo encontré segundos después, no encendió. Por suerte no tenía ningún bolso que buscar y ni abrigo , salí de aquella casa con el alma y la dignidad por los suelos.
Me alejé tan rápido como pude de allí y quise gritar, la voz se me quedo encadenada en la garganta. Tenía tanta impotencia dentro que no sabía cómo menguarla. No tuve que caminar mucho, en la parada de taxi se me permitió entrar aun llena de alcohol, con los tacones en la mano y la vida desarreglada.
Apoyé la cabeza en el asiento y me permití calmar mi ansiedad. No funciono.
La casa está en total silencio, la ropa va directo a la basura al igual que mis ganas de tener amigos. Después de casi una hora para quitarme el bendito olor a alcohol me acuesto en mi cama. Enciendo el móvil que ahora si decide funcionar y busco una canción que me acompañe en este jodido momento.
Mi mente aun no lo digiere.