Un Marido ideal

Capítulo 9

 

 

Capítulo 9

MILNA

—No me contesta. —Miro la pantalla del celular sin poder creérmelo.

Suena el último timbrazo antes de que suene el contestador automático.

—Hola, Mike, hermoso, ¿podrías responderme el estúpido móvil? —Del otro lado no hay nada, pocas veces en mi vida he tenido que hablar con contestadores y definitivamente lo detesto —, responde el móvil Mike, para algo lo tienes. —

Cuelgo la llamada sin saber que más decir.

No me ha dicho dónde iba a estar, no es que tenga que decirme dónde va a estar en todo momento, pero al menos, avisarme que no va a llegar a la casa a dormir o que llegará tarde o lo que sea.

Personalmente espero que sea lo de llegar tarde y no la de amanecer en otro lado. Me sentiría muy estúpida luego de pedirle salir y él me aceptará.

Respiro profundo.

Estoy siendo muy cruel conmigo misma.

Tengo que dejar de creerme todas las mentiras que me digo.

El indiscutible sonido de la puerta al abrirse me devuelve al presente en el que Mike no me ha respondido o dado señal de vida desde hace tres horas.

—Mike, ¿dónde coñ...? ¡Wao! —Las palabras se cortan en mi boca de la impresión.

 

No tengo una descripción clara de cómo está él, pero definitivamente no está bien.

Llevo un tiempo aquí con él, lo he ayudado a curarse al menos dos veces, en las que lo he visto muy mal, sin embargo, en esta ocasión, es solo wao. No tengo ninguna palabra más para describirlo.

—Gané —balbucea, se recuesta de la puerta cerrada.

 

—Por poco —susurro acercándome a él, tiendo la mano para tocarlo, desecho la idea a mitad de camino. Creo que no hay un lugar que pueda tocarlo sin lastimarlo —. ¿Contra quién peleaste?, ¿Hulk?

 

—Nop, pero casi —La única manera que se me ocurre para ayudarlo es tomar la bolsa que lleva en la mano izquierda, así que eso hago. —, ¿por qué tienes que pelear hasta quedar brutalmente lastimado?, Dios mío, Mike, por Dios santo.

 

—Así son las peleas. —Su respuesta no mejora la situación. —Has mencionado a tu Dios dos veces.

 

—Necesitas ayuda para llegar a tu habitación. —Le informó, ni siquiera hay necesidad de preguntar. —Podría mencionar a mi Dios unas miles veces más y no sería suficiente.

 

—Sí, por favor, a lo de ayudarme —Intenta sonreír, se me está encogiendo el corazón.

Bien. —Yo soy fuerte.

Tu eres fuerte Milna.

Me pongo a su lado para que se apoye. No puede evitar gemir de dolor mientras se apoya en mí.

—¿Por qué peleas? —Cinco minutos después está acostado en su cama, camiseta fuera y puedo ver mejor todos los moretones en su cuerpo, y yo que creía que los de la cara estaban mal o que las veces anteriores fueron brutales.

 

—De alguna manera tengo que sustentar el gym, Milna —Le ayudo a quitarse la ropa hasta quedar en calzoncillo. —No tenía pensado pelear hasta el mes que viene, pero me llego una oportunidad con la que puedo pasar algunas semanas más sin subir al ring y sin dejar de pagar las facturas.

 

» Tengo muy pocas oportunidades como está. —Gira su rostro hasta a mí y me sonríe —Hay oportunidades que no se pueden dejar ir.

Asiento con la cabeza, eso tiene mucho sentido. Desde que estoy ahí me he cerciorado de todas las personas que van, y las pocas que pagan una cuota real. El gimnasio es más para adolescentes con problemas sociales y uno que otro boxeador encantado por Mike y Lenon.

—¿No hay una manera menos mortal para hacerlo? —Su cara de dolor al sentir mis dedos sobre sus moretones me encoge el corazón; no me detengo, su cuerpo necesita algo que le ayude a mejorar más deprisa.

 

—No, yo no tengo más opciones que está, he intentado obtener dinero de otras fuentes, pero en ninguna me pagan tan bien y tan rápido.

 

Su mano derecha está acariciando mi pelo, estoy luchando muy duro para no perder la concentración y terminar de ponerle el ungüento.

—Ya está. —Me levantó de la cama y voy al baño a lavarme las manos. Busco en el pequeño botiquín de primeros auxilios, saco las pastillas para el dolor.  Se las tiendo con un poco de agua.

 

Esta es la segunda o tercera oportunidad en la que toca curarlo, no estoy muy segura del todo, pero es la primera vez que me pongo tan nerviosa que el vaso me tiembla en las manos.

«No te puedes enamorar más, te lo prohíbo»

 

¿Por qué tiene que ser tan él?

 

Hablarme por lo general no tiene ningún resultado, sin embargo, tampoco es que no pueda seguir intentándolo.

—Milna —La voz de Mike es un lindo susurro —, ven acércate.

 

—¿Para qué? —pregunto acercándome hasta donde puedo sin tocarlo.

—Ven más cerca, tengo algo que decirte. —Sus ojos están cerrados, su voz apenas es un susurro.

Dios mío.

Hago lo que me pide. Acerco mi oído hasta su boca, estoy manteniendo la distancia de nuestros cuerpos. Tengo la fuerza y la resistencia para hacerlo.

—Me duele todo el cuerpo —Hace una pausa.

 

—Tienes que esperar que las pastillas hagan efecto... —Yo que soy una inútil en la vida, vine a terminar con él “tranquila que yo puedo salvar el universo”, la vida a veces es un chiste.

 

—Shhh, déjame terminar —Vuelve a hacer otra pausa —. Me duele todo el cuerpo, aun así, lo único que habita mi mente es la posibilidad de besarte hasta que duela —Mi respiración se hace más lenta —, hasta que a mí me duela.

 

» A veces digo muchas tonterías porque mi moral me pide que diga esas sandeces porque son correctas. Sin embargo, lo incorrecto también está bien de vez en cuando.

—Mike, de verdad, mañana será un mejor día y podremos hablar de lo que quieras. —La última vez que peleó, se me ocurrió pedir bolsas frías, de verdad esperaba no tener que usarlas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.