Capítulo 12
Unas horas antes…
—¿Y qué hago con mi corazón luego? —Le pregunto a Lenon sin ninguna otra pregunta en mi mente.
—Lo justo sería que haya dos corazones rotos al final del viaje. —Me le quedo mirando, no es la respuesta que esperaba, pero seguro que tiene la razón. —Ya me voy, trata de ser bueno con él, y no sé, disfruten el viaje que les espera.
» En estos casos, nada más queda, esperar y ver qué pasa.
Desaparece a mi espalda, me quedo sentada en ese pequeño banco del campus, la brisa me pega en el rostro, el sol está en su máximo esplendor. La necesidad de huir hacia mi casa y encontrarme con Mike me atosigan, pero también tengo que pensar que tan dispuesta estoy de que me rompan el corazón como una galleta guardada o peor aún que tan dispuesta estoy de romperle el corazón a ese lindo chico de pelo gris que solo me está mostrando un poquito de otra perspectiva, que en condiciones distintas jamás podría vivir o sentir.
—¿Así pasas tus amadas vacaciones? —Esa voz, la voz de mi amada prima corta el aire rodante a mí alrededor.
Y así señores, es como la vida puede cambiar de un momento a otro, no importa el cómo o el porqué, solo cambiará. Se perderá nuestro buen ánimo, nuestras ilusiones y hasta las ganas de vivir.
Levanto la cabeza, esperando que sola sea producto de mi imaginación, pero no, los hermosos pelos rubios y ojos azules de mi prima se cruzan en mi campo de visión.
—No empiecen a molestarse, se suponen que son adultas. —Una voz más se agrega a la conversación, mi madre también está aquí.
—No puedo creer que estén aquí. —Les reprocho para ocultar que estoy entre asustada y curiosa por saber que hacen por estos lares.
—¿No puedo visitar a mi hijita? —Se acerca a mi lado y besa mi frente, la abrazo.
Ella acaricia mi pelo y no intenta desenvolver mis brazos.
—¿Qué hacen aquí? —Mis ojos se niegan a abrirse, voy a disfrutar la experiencia “un día siendo amada”.
—Vinimos a verte, por supuesto, la gente se niega a olvidarte —La voz chillona de Juliana me estresa más de lo que quiero admitir.
—No Debieron venir, se imaginan si los siguieron los paparazzi —Nos sentamos todas en esa pequeña mesa. Y me estoy poniendo de los nervios. Me van a arruinar todo.
La opresión en mi pecho se siente muy cerca de ser un ataque de pánico.
—Tomamos todas las precauciones posibles —Mamá me tranquiliza —, no somos unas aprendices Milna, ya lo sabes.
» Esa no debería ser tu preocupación, cariño. —Acaricia mi pelo como si fuera un cachorrito.
—¿Qué hacen aquí? —Sería muy estúpida si pensará que solo están aquí para verme.
—Para verte —Alzo una ceja interrogando a mi prima que por primera vez en su vida no parece cooperativa —, y para preguntar cuando volverás.
—Más bien es para asegurarnos de que vas a volver, vas a volver ¿verdad? —Mi señora madre me mira con esos ojos interrogativos que siempre me han dado miedo, tengo recuerdos parecidos a pesadillas pululando en mi mente.
—No lo sé —Tengo que respirar profundo para controlar las ganas de llorar, maldecir y golpear algo; tal vez solo tenga ganas de las dos últimas —, por ahora no pienso volver.
El ambiente cambia, la brisa suave ya no existe, el sol ya no calienta más, el lindo cielo azul ya no brilla.
—Hemos soportado mucho Milna —Ya no soy su “cariño” —, he soportado con preocupación tu desanimo, tus rabietas, incluso estamos soportando que despilfarres tu dinero en esta “aventura” que no te servirá de nada en el futuro, aun así, lo estamos soportando tu padre y yo. —Sus ojos parecen haber cambiado de color, su voz ya no es dulce y hace que yo me sienta como el peor ser sobre la tierra, solo porque no estoy de acuerdo con ella y mi padre.
Supongo que aún no se creen que ya crecí.
» Es suficiente, siempre has sido buena, has trabajado muy duro por tus sueños desde que eras una pequeña niña, siempre he creído que te criado para que seas valiente, inteligente, resiliente y, aun así, a la primera torcedura de pierna —Le falto agregar, “literalmente” —. Te has ido.
» Estoy muy decepcionada de ti. Estamos, tu padre y yo, estamos muy decepcionado de ti. —Aquí concluye el discurso “que mierda de hija eres”.
Me quedo petrificada, no siento nada por dentro, miles de sentimientos escondidos en un mar de polvo llamado tiempo vuelve a salir. Inundan mi sistema, vuelvo a sentirme indefensa, llena de ira, sobre todo, mucho, mucho miedo.
Miro la pantalla de mi celular encenderse y marcar el nombre de M, no le agregué nombre, solo puse la M de Mike o de mi amor o la M de misericordia, o la M de maravilla. La luz blanca de la esperanza se enciende en mi cabeza.
—¿Era mi sueño? —Mi voz tiembla, levanto la mirada y miro a mi procreadora, su físico perfecto, sus ojos resaltados por un lápiz de ojos negros, su maquillaje perfecto, pero sin luz en los ojos. Se ven como esferas vacías —, ¿de verdad ese era mi sueño? —Vuelvo a preguntar, sintiendo que el alma me vuelve a su sitio.
—No sé qué quieres decir —Su respuesta me enciende más.
—¿Este es mi sueño o es lo que me toco? —Estoy casi alterada —, ahora mismo acabo de caer en cuenta de que no he tenido un sueño propio, una meta que de verdad me emocione.
»Construí sueños sobre arenas, no sobre roca y por esa razón cuando me rompí los huesos, un tobillo mami —La valentía me está invadiendo todo el cuerpo —, que me dejo invalida por meses, después en la rehabilitación no pude volver a bailar como antes, no pude completar una sola pose sin que me doliera todo y no tuve a nadie en que apoyarme.
» Esa es mi razón para no volver, das por hecho que no usaré nada lo que estoy aprendiendo aquí. Te equivocas, aquí estoy aprendiendo a tener una voz clara y concisa, a cuidarme, estoy aprendiendo a cuidar a los demás y a ser egoísta cuando lo necesito.