Un Marido ideal

Capítulo 24

 

Capítulo 24

MILNA

—¿Qué se supone que significa esto? —Mi madre está algo desquiciada, sobre todo porque se acaba de enterar que llevo una semana en la ciudad y se tuvo que dar cuenta por los periódicos —, ¿por qué me tengo que enterar por la prensa que mi hija está en la ciudad? —Se está paseando de arriba hacia abajo, si sigue así le hará un hoyo a su amada alfombra persa.

—No le veo lo malo —Me encojo de hombros, nunca me había sentido tan dueña de mí misma. Llevo casi esa misma semana llorando y hablando con Mike, hacía una cosa cuando no estaba haciendo la otra o de compras. Ahora tengo una casa que amueblar. Así que he hecho tres cosas; ir de compras, llorar y hablar con Mike, no en ese orden, pero casi.

—¿No ves lo malo que has hecho Milna?, ¿qué clase de persona he criado? —Ahora si esta furiosa.

—Tal vez, el problema es que no me criaste. Sólo hiciste acto de presencia en mis presentaciones y en mis sesiones, pero en lo que hablamos de una crianza amorosa, no estuviste. No tengo que darte explicaciones, soy mayor de edad y tengo mi propio dinero.

—Tienes ese dinero gracias a nosotros…

—Nop, tengo ese dinero porque he trabajo casi toda mi vida.

—Estás muy loca, no sé qué te paso por ahí, pero esa no es la hija que eduqué, y dime que significa esto —Tiene un sobre en la mano, a esta distancia puedo ver el sello de mi abogado por fuera.

—Significa que ya no tienen ningún derecho en agendar absolutamente nada en mi nombre.

—¿Tienes que estar jugando?

—No, me parece que la carta es muy real —Tengo más calma de la que he tenido en toda mi vida.

—¿No le vas a decir nada? —Mira a mi padre que está sentado en un sillón con un periódico en la mano.

—Ella es adulta —Al menos hace algo que no me perjudiqué —, pero si vas a volver bajo nuestro techo, tendrás que darle atrás todas esas ideas estúpidas. —No, no ha hecho nada.

—No volveré a vivir bajo su techo —Mi pecho se hincha de orgullo. Ser una adulta con recursos tiene muchas ventajas.

—Haz lo que quieras —Aquí se acaba la charla paternal.

—Por lo menos ponnos como resguardo del testamento.

—Ya tengo resguardo para mi dinero, no tienes de que preocuparte.

—¿Quién es?

—Mi esposo. —Acaba de detenerse, ahora los dos me miran.

—¿Te casaste?

—Sí.

—¿No nos invitaste? —No lo haría, aunque fueran las últimas personas en el mundo.

—No invite a nadie, ya sabes, a veces los paparazis compran noticias.

—No puedes creer eso de nosotros.

—¿No?, ¿no fuiste tú quién me amenazo de mandarme a los paparazis como si fueran perros de caza detrás de mí?

—Si, bueno… eso fue para que volvieras —Está empezando a caminar de nuevo.

—Pues buen trabajo, aquí estoy —Me pongo de pie sobre mis amadas botas de Ralph Lauren de ante de becerro italiano, las extrañe. —Ahora me voy a ir, espero que les vaya bien.

Salgo de ahí sintiéndome mejor que nunca, supongo que debí hacer esto hace mucho tiempo. Pero, en fin, hay decisiones, que aunque tarden en llegar, llegan.

Y hablando de esas decisiones, tengo que seguir comprando muebles para mi casa.

—Gracias —Le sonrío a Moe mientras me subo en el Jeep. Recuesto la cabeza y dejo que mi mente asimile lo que está pasando. En dos días empezará el rodaje para Vogue y debo de estar regia, luego de eso tengo diez pasarelas, tres entrevistas y dos portadas más.

—Aló —Mi agente responde al primer toque —, no voy a responder nada de lo que me mandaste.

—Milna…

—No, no, no, fui muy clara desde el primer momento, no voy a convertir mi vida privada en el espectáculo del mundo moderno.

—A la gente les gusta saber esas cosas.

—La gente debe de buscar que hacer con sus propios asuntos. —Respiro profundo, mi vida privada es mía, y así seguirá. —La única pregunta que responderé sobre él es si me hace feliz, nada más que eso.

—Les daré las preguntas, pero ya sabes que nunca se dan por vencido.

—Yo tampoco. —Colgamos al unisonó.

¿Por qué causará tanto morbo la vida privada de una persona?

Vivo casi igual que todo el mundo, si quitamos los jets privados, los jeep últimos modelos y las cuentas de banco con muchos ceros. Quitando eso, todo es normal.

Sufro, río e intento pasarlo igual que el resto. Nos detenemos dentro del aparcamiento de un gran almacén. Al menos, las compras las quiero hacer como una persona normal.

Moe me ha acompañado a cada paso.

El teléfono en mi mano vibra, es un mensaje de Mike, me pregunta que cómo me fue. Le mando un purgar arriba, la verdad es que no me fue mal. Las cosas pudieron ser peores, y al final, yo salí sin llorar, sin peleas ni gritos. Nunca he escuchado a mis padres gritar.

Acabo de recordar una canción, voy a mi buscador y se le envío a Mike, segundos después mi móvil está sonando.

—Hola —contesto con un nudo de emoción en mi pecho.

—¿Qué significa? —Su voz por el móvil me hace palpitar la vida.

—¿Qué significa que cosa?

—La canción que me acabas de mandar —Suelta un bufido —, ¿It’s ok if you forget?, llevas una semana que nos separamos y ya quieres que te olvide.

—No quiero que me olvides, solo te dejo saber que siempre tendrás esa oportunidad sobre la mesa.

—A veces eres desesperante, amor, hablamos luego —Cuelga.

La inseguridad no es un asunto que sepa manejar, minutos después me llega un mensaje. Es un link con una canción a YouTube, empty space.

La dejo sonar en bucle, supongo que así me siento yo también. Tengo un espacio vacío que solo él puede llenar y no tengo a nadie que contarle.

Paseo por los pasillos buscando los sillones masajeadores.

—¿Crees que Mike le guste uno de estos? —Miro a Moe que está a mi lado.

—¿Mike vendrá?

—No lo sé, pero si algún día lo hace quiero tener un lugar preparado para él. Mientras tanto puedes usarlo.




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