Capítulo 25
Dos semanas después...
MILNA
—¿Qué vas a hacer ahora? —La voz de Moe se cuela entre el torrente de pensamientos que azotan mi mente sin darle tregua.
¿Qué voy a hacer ahora?
Llorar, eso es lo que quiero hacer.
La carpeta con las palabras inscritas en las partes de arriba me grita que he sido una estúpida.
Divorcio.
Ocho letras que me gritan que todo se acabó. Yo pensé que lo nuestro iba a hacer duradero. Al menos más de cuatro semanas.
¿Por qué creí tanto?, ¿fui estúpida?
No sé qué responder a las preguntas que me hago. Nunca me ha faltado inteligencia, mientras tanto, lo que parece que me falto fue astucia.
—Deberías abrirla —Moe me vuelve a hablar. Él no se ha movido de mi lado desde hace dos horas que me llegó el paquete por correo certificado.
Sí, correo certificado. Mike se quiso asegurar de que llegará a mis manos.
¿Qué me falto?, eso me gustaría preguntarle. Sé que fui yo quien pedí que me olvidará, le sugerí que podría dejarme cuando quisiera porque yo iba a aceptarlo y así es; pero no quita que duela.
—Sé lo que hay dentro —murmuro colocando la mano sobre la carpeta.
Dios mío, dame fuerzas.
Solo han pasado cuatro semanas, ya he terminado con todo lo que tenía que hacer. He trabajado como una loca para quitarme de encima todo lo que tenía programado y volver con él. Ahora que se supone que haga.
¿Cómo manejo la solución?, ¿cómo calmo el dolor persistente en el centro de mí?
Se siente como si pudiera morir en cualquier momento. Aún no he derramado ni una lágrima, estoy en shock. Supongo que así es que se siente un corazón partido. No son dos pedazos, son miles y miles de pedazos.
—Ábrelo Mil, mira que ahí este su firma antes de que sigas haciéndote miles de ideas.
—¿Qué puede significar una carpeta de divorcio?, antes de irme le dije que cuando se cansará de esperarme que los firmará y me los mandará que yo terminaría el trámite.
—¿Y crees que ya se cansó? —Le afirmó con la cabeza —, yo no lo puedo creer.
»No estamos hablando de cualquiera de los estúpidos con los que salías antes, Mike fue diferente y lo sabes. Él te puso en el lugar que te correspondía: como su mujer. interrúmpeme si me equivocó, pero él dejó su gimnasio en manos de otra persona sólo porque quería pasar todo el tiempo posible contigo.
»No sé lo que es el demostrar amor para ti, pero para mí, eso es amor y devoción.
—Algo pudo cambiar —No sé qué pudo cambiar, tal vez paso mi peor pesadilla y finalmente apareció una chica que si pueda quedarse con él y amarlo.
—Sí algo cambio fue por ti, ¿acaso no te dijo hace días que había empezado a orar para poder amarte de la manera en que Dios nos ama?
»¿No te parece eso amor?, a mí me lo parece.
—No lo sé Moe, ahora mismo están hablando todas mis inseguridades.
—Entonces abre la carpeta. La tienes al frente. Si él la firmó significa que se acabó y entonces así podrás seguir con la amargura que tienes ahora.
—¿Y si no la firmo?
—Ábrela Milna.
MIKE
—Deja de caminar en círculos —No soy la persona favorita de Lenon en estos momentos.
—Creo que fue mala idea.
No debí seguir mis impulsos y mandarle esa carpeta. Dios mío, ¿qué hice?, yo solo quería darle una prueba de mi amor, pero no sé si ella entendió la referencia.
—Bueno, pero ya está hecho, no puedes devolver el tiempo. Ven y siéntate o terminarás creando un vórtice que nos absorberá a todos y no podrás verla si viene.
Me detengo.
—Eso fue exagerado.
—Te detuviste y eso es lo importante.
—Dime la verdad Lenon.
—Sí Mike, yo volvería contigo sin pensarlo dos veces.
—¿Sí ella no piensa lo mismo?
—Entonces, deberías pensar, que eres rico. —¿Me ha acomodado la vida?, sí, ¿lo necesito?, no.
He podido mantener mi gimnasio sin ella aquí y podría seguir haciéndolo. La única razón por la que me detuve de hacerlo fue porque sé que a ella no le gusta. Puedo vivir sin luchar por dinero, no puedo vivir sin Milna.
—El dinero no es importante.
No estoy relajando, ahora nada me parece importante. Me acuesto en la inflable. Estas últimas semanas se me han hecho eternas, se me hicieron pasables mientras hablaba con ella, pero cuando ya no habían más mensajes, entonces la soledad volvía.
En pura soledad me he sentido, desde que se fue. No tengo la capacidad ni las ganas de imaginarme un mundo sin ella.
¿Estoy siendo cobarde?
Es posible.
¿Me importa?
En lo más mínimo.
Sólo quiero estar junto a ella y pasar el resto de mis días viéndola reír, bailar y modelar.
La puerta suena, el teléfono vibra, el cuerpo se me sacude y no sé qué atender primero. Lenon se levanta y va a la puerta. La abre se escucha alguien entrar, se cierra y no se oye nada más.
Mi móvil dejo de sonar, no tuve el valor de levantarlo y ver quien era. Tengo los ojos cerrados, no tengo ganas de ver a nadie más que no sea...
—Mike —Escucho su voz en medio de la bruma de mis pensamientos. Abro los ojos y no hay nadie.
Me levanto de la cama y recorro la estancia con la vista hasta que al fin la veo. Esta al lado de la puerta de entrada.
—Milna —susurro avisándome que ella está ahí, al menos su cuerpo. Sus ojos están llorosos y su nariz roja.
—¿Qué significa esto? —Levanta la carpeta en su mano derecha. Me muevo lentamente hasta ella.
—¿Qué quieres decir?
—Te dije que cuando te cansarás de esperarme...
—Lo firmará y te lo envíe —Le interrumpo, estoy frente a ella.
—Lo enviaste.
—Lo hice.
—No lo firmaste.
—Nunca me voy a casar de esperar, así que pensé que como yo no voy a cansarme nunca, tal vez tú sí. Por eso lo envíe.