Un matrimonio de mentira

Epílogo

Epílogo

Unos meses después.

En la mansión Palmer Montiel.

—¡Aquí está mi campeón! —exclamó Josué sacando del moisés a su hijo—. Este niño está precioso —dijo él mirándolo con amor.

—Se está pareciendo a su padre —dijo contenta su esposa, no perder de vista a su esposo e hijo—. Aunque me siento feliz, que heredara mi color de piel.

Josué no lleva camisa, se nota su cicatriz en su pecho, ahí acomodo a su pequeño hijo de solo dos meses.   

—Es que Xavier dijo: Para que mamá no se sienta celosa, al menos dejaré su color de piel —habló risueño.

Gabriela soltó una carcajada que lleno de amor a su esposo al solo oírlo. 

—Puede ser —comentó alegre—. Verás que cuando tengamos a nuestra hija, será igual a mí y solo heredará tu color de piel —dijo retándolo—, será una belleza.

—No lo discuto —dijo él mirándola con amor—. Será lo más hermoso, que tendré como hija.

Gaby sonrío.

—¡Hola, familia! —exclamó su amiga Dana, juntos con su esposo e hija—. Vengo para que mi yerno se acostumbre a su novia —comentó sentándose al lado de Josué, para que el pequeño mirara fijamente a su amiguita.  

—Yo no estoy de acuerdo —comentó Daniel celoso—. Es una bebé de dos meses y medio.

—¿Quién dijo que son pequeños? —preguntó Gabriela bromeando su amiga—. Cuando cumplan los diez años los casaremos.

—¡Claro que sí! —exclamó Dana.

—Claro que no —afirmó serio su esposo—. Es mi bebé.

Josué sonrío y acomodo a su hijo en el moisés. 

—Pues, por mí los casamos ya —dijo divertido.

Su amigo lo miró con seriedad.

—No traeré a mi princesa —anunció con firmeza.

—Eres un celoso de primera —dijo riéndose su esposa.

—Cálmate hombre —dijo Josué dándole una palmadita en el hombro a su amigo—. Solo bromeamos, es decisión de ellos cuando sean adultos, si deciden tener una relación o no.

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Marco se apareció con una jarra de jugo y postres para los invitados, miró con cariño al pequeño que se adueñó de su corazón, lo amaba como si fuera un nieto más.

Al dejar la bandeja en la mesa, se fue de nuevo a la cocina.

Las dos parejas se quedaron platicando por horas, hasta llegar la noche

Daniel y su esposa e hija se retiraron, se sintieron cansados, Josué le dio un baño a su hijo, luego de bañarlo lo vistió.

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En la habitación.

—Buenas noches, campeón —dijo dándole un beso en la cabecita—. Que sueñes con los angelitos. 

—¿Y se quedó, dormido? —habló Gabriela saliendo del baño con una toalla—. El agua está riquísima —comentó sentándose en la cama y quitándose la pequeña toalla que llevaba en su cabello—. Deberías bañarte, ¡he! —mirándolo divertida—. Hueles feíto… 

—Así —murmuró acercándose a ella, se sentó en sus piernas—. Ahora este hombre que huele feo está sentado en tus hermosas piernas —dijo seductoramente y acariciándoselas.

Gaby soltó un suspiro, él sabía cómo tocarla, le hacía sentirse perdida.  

—Mmm —susurró mirándolo y sonriendo—. ¿Podemos, bañarnos juntos?

Josué la miró tentadoramente.

—No es una idea tan mala —dijo aceptando la invitación, levantándose, agarrándola de la mano—. Xavier duerme tranquilamente, así podemos comenzar a planificar a nuestra hija.

Gabriela sonrío y se levantó sin dejar de sonreír, ella dejó que su marido la llevara al cielo sin importar lo que podría pasar después.

La pareja de enamorados entró al baño a disfrutar un momento a solas, para amarse y disfrutarse mutuamente, solo estaban seguros de una cosa, que su amor era verdadero.

Fin




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